Cultura

El periodista que incomodaba

Aliaga organiza lo que luego será su biblioteca en su casa de Lago Puelo, allí donde el incendio luego destruyó gran parte de las instalaciones y los libros de Espacio Hudson, además del archivo periodístico personal. (foto: archivo familia Aliaga).  

Fue su alumno en la Licenciatura en Comunicación Social, compañero de trabajo en la Dirección de Prensa de la Universidad, productor del inolvidable programa radial La vuelta al día y parte de la renovación de la dirección periodística que en la década del '90 inició el diario El Patagónico. Tres décadas de contacto cotidiano convirtieron al autor de esta nota en uno los afectos más cercanos de Cristian.

Por Horacio Escobar

(Especial para EES)

Cristian Aliaga llegó a Comodoro Rivadavia por primera vez a comienzos de los años ‘80, cuando andaba en sus veinte, y de inmediato sintió una atracción especial por la ciudad que jamás perdió. Se trataba de un sentimiento que principalmente tenía que ver con el ansia de comprensión que le sirviera para entender por qué era tan particular una sociedad como esta, con una abundancia notoria en algunos aspectos -sobre todo económicos- y una carencia pronunciada de iniciativas entre su dirigencia.

Sus reflexiones al respecto eran permanentes y en los últimos años supo reflejarlas en El Extremo Sur, con los números y datos que reunía; las injusticias que se producían en la costa y especialmente en la cordillera, y ciertas frases de dirigentes que para otros podían pasar desapercibidas. Todo ello sazonándolo con esa ironía tan propia y que podía generar el rechazo de los que no entienden nada. O de los que prefieren ir por el lado de las formas.

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Quizás el primero que lo ayudó a esbozar un intento de explicación sobre lo que era esta parte de la Patagonia fue David Aracena, el escritor y poeta al que conoció en encuentros literarios que se iban multiplicando según corría la cuenta regresiva de la dictadura. De esa época solía recordar anécdotas como aquella cena en la casa del gobernador militar Niceto Echauri Ayerra, en la cual su director provincial de Cultura parecía querer justificar su puesto repitiendo a cada instante "como decía Almafuerte: ‘no te des por vencido ni aún vencido'".

David fue carta de presentación en no pocos ámbitos sociales y laborales que tuvo Cristian en aquella época, como sus días de cronista con grabador a pilas y barro en los zapatos en el diario El Patagónico y luego en la Universidad, que se hallaba en etapa de normalización con Aldo López Guidi como rector y en donde le cupo la responsabilidad de ser el primer director de Prensa, interactuando con otros actores de la democracia universitaria en ciernes, como Jon Villelabeitia (director de Medios Audiovisuales) y Othar Macharashvili (Deportes).

En paralelo, continuó despuntando el vicio del periodismo político que exigía sus primeros analistas, aunque fuera en medios, días y horarios difíciles, como aquel espacio que compartieron en LU4 los domingos a la noche con Ricardo Torá y Abraham Berenstein. En televisión, fue en ATELCO -el primer canal de cable que hubo en Comodoro- donde Cristian se puso corbata y se le comenzó a conocer algo más que las ideas, la voz y el estilo de la escritura.

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Avanzada la década del ‘80, a Cristian le tocó también ser parte de la conformación de la carrera universitaria de Comunicación Social, que primero fue tecnicatura e inmediatamente licenciatura. Fue su primer director, en 1987. Trabajó a la par de los primeros egresados y junto con Sara se ocuparon de que no por estar en el sur del sur la formación académica tuviera vacíos. Fue su convicción la que hizo posible que vinieran a la UNPSJB a compartir sus conocimientos los primeros estudiosos del fenómeno de la comunicación, como Aníbal Ford, Heriberto Muraro, Jorge Rivera, Oscar Landi y Alejandro Piscitelli. A ellos sumó a otros idóneos más cercanos en el espacio, como Juan Carlos Bergonzi, Carlos Duhourq y Celia Pagán, entre otros.

"Fue un gran profesor, un gran poeta, pero también un gran pensador, que no es poco en estos tiempos tan tiranos y tan de poca sabiduría. Lo tuve en Escrita 2, en la carrera de Comunicación Social y siempre recuerdo su voz imponente, dulce, pero también tan sabia, tan de un árbol milenario. No pude verlo otra vez, me quedo con esa amarga suerte. Pero todavía recuerdo su sonrisa y su silencio, pero más sus palabras que me enseñaron tanto de este mundo. Lo voy a extrañar como se extraña a los profesores que si no hubieran pasado por mi vida, capaz hubiera tomado otras decisiones, quizás no tan felices", posteó hace un año alguien que pasó por las aulas de la UNPSJB. Es una de las mejores descripciones que se pueden hacer del Cristian Aliaga docente.

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En los ‘90 se respiraban otros aires también en Comodoro. Tengo vívida una conversación en los albores del menemismo donde Cristian planteaba la contradicción de que hubiera quienes estaban dispuestos a encerrarse en countries en aras de ambiciones materiales desmedidas que perjudicaban a los mismos de siempre que en definitiva eran sus semejantes, con los que convivían.

Necesitaba plantearlo a viva voz, tal como había alcanzado a esbozar en el programa radial La Vuelta al Día en 1990. Y quizás esto haya sido uno de los motivos que lo llevó a aceptar la dirección periodística de un renovado diario El Patagónico. Fue en junio de 1992.

No había entonces compromisos ni ataduras de ninguna índole para darle forma a un medio que tuvo su impronta hasta que lo dejó a mediados del '99. El diario pudo dejar al costado en esos años algunas de sus marcas de origen, que tenían que ver con las características de un espacio pensado para reflejar los intereses de cierto sector que se incomoda cuando le hablan de algunos temas o le exhiben determinadas imágenes.

En este contexto, Cristian ofició de nexo entre los nuevos periodistas que llegaban de la carrera de Comunicación Social y los que ya estaban, a los que conocía de su primer paso por el diario fundado por Roque González y a los que nunca dejó de tratar. Así fue cómo empezaron a perderse la "desconfianza" mutua Andrés Cursaro, Edy Epstein, Horacio Escobar, Ricardo Torá, Ana Tronfi, Víctor Pascal, Napo Acosta, Víctor Latorre, Alejandro Mezzano, Adrián de los Santos, Richi Vargas, Lito Ulloa y tantos otros que se turnaban para acceder a una máquina de escribir para redactar textos que luego debían pasar inevitablemente por Tipeo y Corrección antes de ir a Armado y bajar al taller para su composición e impresión.

El tiempo se medía distinto y se lo pedía "vencer" con calidad, con investigaciones que dejaron secuelas y denuncias que provocaron renuncias.

En Chubut gobernaba Carlos Maestro y en Santa Cruz, Néstor Kirchner. Cristian viajó en más de una oportunidad a Río Gallegos porque siempre tuvo en mente que era posible hacer un diario que se publicara simultáneamente -con sus propios contenidos- en Comodoro y en la capital de la provincia vecina. De hecho, por esos años se había fortalecido la estructura de las corresponsalías y en Santa Cruz tenían preeminencia las de Caleta Olivia, Puerto Deseado y Río Gallegos.

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El nuevo siglo encontró a Cristian con otros proyectos periodísticos. Volvió a la radio algún tiempo como conductor en El Banquito, en FM Klara, y últimamente como analista político en las radios Del Mar y Visión. Ya le había dado forma a su última creación: El Extremo Sur.

Junto con Sara, se establecieron en Lago Puelo, pero él nunca dejó de ir y venir por toda la Patagonia. En este tiempo profundizó sus estudios y conocimientos sobre la idiosincrasia de los pueblos originarios, lo que años más tarde lo llevó a idear y presentar la rigurosa investigación periodística que denominó La Guerra por la Tierra en la Patagonia del Siglo XXI.

El propio Cristian contó alguna vez que "me impresionó mucho el relato y la visión del mundo de alguien que había conocido en directo a generales que para mí eran nombres en los libros de historia. Era un cacique tehuelche de 103 años, Manuel Quilchamal, que se acercó al diario El Patagónico para pedir que lo ayudáramos a sacar de la cárcel a su hijo de setenta años porque debía legarle el cacicazgo. En Lago Blanco, una comunidad perdida en el interior de Chubut, su hijo había matado a un viajante de comercio que se presentó a vender cosas. En la primera ocasión, le advirtió que no volviera más. Cuando se presentó de nuevo, lo mató con un cuchillo. No voy a posar de antropólogo, pero a mi juicio eso se vincula con el valor que otorgan a la palabra en estas culturas. Conocer esas historias me cambió el intento del lenguaje y comencé a trabajar no como un especialista, sino como un poeta que trabaja sobre otro poeta".

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El 16 de abril de 2024, apenas pasado el mediodía, Cristian Aliaga, el fundador de este sitio, inició un nuevo viaje. Como los que hizo habitualmente a lo largo de su vida, pero diferente. A un año de su partida, El Extremo Sur presenta hoy una edición especial: en los textos publicados se desarrollan distintos aspectos de su vida, en especial su trabajo poético y periodístico. Artículos de Paulina Aliaga, Ariel Williams, Horacio Escobar, Sergio De Matteo, Gerardo Burton, Eduardo Milán, Jorge Boccanera, Carlos Gamerro, Osvaldo Aguirre y Adrián Moyano. La selección de escritos se completa con una breve antología poética y frases textuales de Cristian.
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