Lo peor está por venir en una Gaza bajo las bombas israelíesHace unos diez días, Israel reanudó su ofensiva contra la Franja y ha matado a casi 900 personas desde entonces. Además, lleva un mes sin permitir la entrada de ayuda humanitaria ni ningún producto básico al enclave palestino.
Desde el 18 de marzo, Gaza ha vuelto a estar bajo los bombardeos israelíes de forma casi ininterrumpida. Han muerto más de 890 personas en los pasados diez días y casi 2.000 han resultado heridas. Pero además de atacar Gaza por aire y por tierra, Israel bloquea la Franja por cuarta semana consecutiva y no permite la entrada de ayuda humanitaria ni suministros esenciales para el funcionamiento de los servicios básicos, como el combustible.
La situación es desesperada, ya que este es el mayor periodo de bloqueo impuesto sobre el enclave palestino desde el 7 de octubre de 2023, cuando Israel lanzó su guerra de castigo contra la población gazatí tras el ataque del grupo islamista Hamás contra el sur del país. A la violencia y el desplazamiento se suma la escasez de comida, agua, medicamentos y todo tipo de bienes de primera necesidad.
Desde Deir al Balah, en el centro de Gaza, Clémence Lagouardat, trabajadora del programa de respuesta en Gaza de la ONG Oxfam Internacional, dice a elDiario.es que la prioridad ahora mismo es la comida, sobre todo para la población más vulnerable, que no tiene ingresos para poder comprar alimentos y depende de la ayuda humanitaria. Además, "los suministros médicos se van a terminar", si siguen produciéndose decenas de heridos cada día; también el combustible, que es esencial para que funcionen los hospitales y prácticamente todo en Gaza, debido a que Israel también ha cortado el suministro eléctrico.
Más necesidades y menos ayuda
"Hay nuevas necesidades cada día porque hay más personas desplazadas" debido a las órdenes de evacuación emitidas por el Ejército israelí. Más de 142.000 personas se han visto obligadas a desplazarse de nuevo, entre el 18 y el 23 de marzo, según los últimos datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Los suministros que hay ahora mismo en Gaza podrían durar "semanas", "días en el caso de las panaderías", lamenta Lagouardat. Relata que Oxfam se está centrando en la distribución de agua, aunque no puede operar "al nivel que se necesita para [responder a] las crecientes necesidades".
La mayor parte de la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza ha sido destruida durante la guerra. Oxfam obtiene el agua de una planta de desalinización y la lleva en camiones a puntos de distribución. Pero su representante asegura que no se está produciendo suficiente agua potable: "La producción de agua es estable pero ha reducido el acceso a agua segura", por lo que están aumentando las enfermedades relacionadas con el consumo de agua no potable.
Ahora mismo, "no hay señales de que el bloqueo sea levantado" ni "hay señales para ser optimistas" respecto a la situación humanitaria en Gaza, admite la mujer. "No hay nada que podamos hacer [las organizaciones humanitarias] cuando hay 2 millones de personas bajo las bombas y sin suministros esenciales", dice con evidente frustración. "Nos preparamos para lo peor".
Las organizaciones humanitarias han sufrido varios ataques desde el 18 de marzo y denuncian que no pueden operar con seguridad en Gaza, a pesar de los mecanismos de coordinación con el Ejército israelí. Según OCHA, de 49 peticiones de las organizaciones para coordinar sus movimientos con las autoridades israelíes, 40 fueron denegadas en la semana entre el 18 y el 24 de marzo. La Oficina de Naciones Unidas destaca que entre esas solicitudes había tareas tan esenciales como recoger suministros básicos o abastecer las panaderías.
Incluso, la ONU ha decidido reducir sus actividades en la Franja, tal y como anunció desde Nueva York Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general del organismo, Antonio Guterres. "El secretario general ha tomado la difícil decisión de reducir la huella de la organización en Gaza, incluso cuando las necesidades humanitarias aumentan y nuestra preocupación por la protección de los civiles crece", dijo en un comunicado el pasado lunes. La decisión fue adoptada después de que un complejo de oficinas y residencia de Naciones Unidas en Deir al Balah fuera atacado el 19 de marzo, supuestamente por un tanque israelí, y muriera un trabajador humanitario de Bulgaria y otros seis resultaran gravemente heridos.
Una estrategia letal
Israel parece dispuesto a seguir adelante con su mortífera estrategia de "presión máxima" sobre Hamás para que libere a los rehenes que aún están cautivos en la Franja (59 en total, de los cuales se calcula que más de la mitad están muertos). Cuando anunció el corte del suministro eléctrico el pasado día 9, el ministro de Energía israelí, Eli Cohen, afirmó que utilizaría "todos los medios a su alcance para asegurar el regreso de todos los rehenes".
Esta semana, Israel ha ido más allá pidiendo a los habitantes de Gaza que se rebelen contra Hamás y le exijan "la liberación inmediata de todos los rehenes israelíes". "Esta es la única forma de parar la guerra", les dijo el ministro de Defensa Israel Katz en un vídeo dirigido a los gazatíes.
Por primera vez, en los pasados días los gazatíes salieron a la calle en el norte de la Franja, en una zona que quedó completamente arrasada, para protestar en contra de la guerra y pedir la paz, y también pidieron la marcha de Hamás. A pesar de que el grupo islamista está muy debilitado después de los 17 meses de ofensiva israelí, sigue controlando Gaza y algunos residentes expresaron temores a sufrir represalias.
Desde la localidad de Rafah, en el sur del enclave palestino, Aseel Abdelsalam Salama dice a elDiario.es que apoya esas protestas porque "Hamás no es adecuado para gobernar Gaza" y agrega que los dirigentes islamistas saben que la gente los odia. "Estamos muy cansados, ¡basta ya!", afirma la joven de 25 años.
"Necesitamos una resistencia que sea valiente, no una cuyos líderes nos dejan solos y escapan con sus familias para vivir seguros, y comer y dormir bien, mientras nosotros estamos aquí sufriendo", explica Salama, en referencia a los dirigentes de Hamás que viven en el extranjero, principalmente en Turquía y en Qatar. Hamás es un acrónimo del nombre del grupo, Movimiento de Resistencia Islámica, y los palestinos se refieren a este y a otros grupos armados como de resistencia.
Desconsolada, la joven reconoce que, aunque Hamás deje de gobernar Gaza, Israel no va a poner fin a la guerra. "Es un conflicto sin fin", lamenta Salama, que el próximo mes de mayo cumplirá 25 años y no ha conocido nunca otra realidad, ya que Israel impuso el bloqueo por tierra, mar y aire sobre el enclave palestino después de la llegada al poder de Hamás en 2007. "No he viajado y no conozco ningún otro lugar excepto esta horrible Franja, ¡que es como una jaula!".
"La gente, desde fuera de Gaza, piensa que estamos hechos de hierro, que no tenemos sentimiento, que no nos ponemos tristes ni nos cansamos... Pero somos humanos y necesitamos vivir con seguridad, como todos", afirma la joven, que no ha podido terminar sus estudios universitarios de Literatura Inglesa debido al conflicto que estalló hace casi un año y medio. En este tiempo, se ha tenido que desplazar con su familia debido a la violencia, pero cuando entró en vigor el alto el fuego pactado por Israel y Hamás, el pasado 19 de enero, regresaron a su casa de Rafah, que milagrosamente sigue en pie.
Salama dice que en Rafah no pueden conseguir lo básico que necesitan todos los miembros de la familia, pero "es mejor que evacuar y vivir en una tienda" de campaña. "Vivir en una tienda hace que mueras cada día", asegura. Por ello, en esta ocasión, muchos gazatíes han optado por permanecer donde se encuentran e ignorar las órdenes de evacuación del Ejército israelí, que abarcan cerca del 15% del territorio de la Franja (aquellas emitidas desde la ruptura de la tregua la semana pasada). La gran mayoría de los más de dos millones de habitantes de Gaza se han visto desplazados más de una vez en el pasado año y medio, y una parte había regresado a sus hogares o a lo que queda de ellos durante el frágil alto el fuego, entre el 19 de enero y el 18 de marzo.
Según la ONU, durante esa tregua, entraron en Gaza de media unos 4.000 camiones de bienes cada semana, lo que permitió no sólo a las organizaciones humanitarias retomar su trabajo, sino que se reactivó la actividad comercial en la Franja, sobre todo de cara al mes sagrado de Ramadán, que comenzó el 1 de marzo. El domingo, concluirá el mes de ayuno de los musulmanes con la celebración del Eid al Fitr. Pero en la Franja no habrá muchos motivos para celebrar ni prácticamente ningún alimento con el que preparar las habituales comidas abundantes que dejan atrás un mes de ayuno diurno.
"Durante el alto el fuego, 500-600 camiones llegaban a diario [a la Franja]. Ahora nada", denunció en X el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini. "Los padres no encuentran comida para sus hijos. Los enfermos no tienen medicinas. Los precios están disparados. El hambre aumenta, mientras que el riesgo de enfermedades acecha".
Fuente: elDiarioAR
Hace unos diez días, Israel reanudó su ofensiva contra la Franja y ha matado a casi 900 personas desde entonces. Además, lleva un mes sin permitir la entrada de ayuda humanitaria ni ningún producto básico al enclave palestino.
Desde el 18 de marzo, Gaza ha vuelto a estar bajo los bombardeos israelíes de forma casi ininterrumpida. Han muerto más de 890 personas en los pasados diez días y casi 2.000 han resultado heridas. Pero además de atacar Gaza por aire y por tierra, Israel bloquea la Franja por cuarta semana consecutiva y no permite la entrada de ayuda humanitaria ni suministros esenciales para el funcionamiento de los servicios básicos, como el combustible.
La situación es desesperada, ya que este es el mayor periodo de bloqueo impuesto sobre el enclave palestino desde el 7 de octubre de 2023, cuando Israel lanzó su guerra de castigo contra la población gazatí tras el ataque del grupo islamista Hamás contra el sur del país. A la violencia y el desplazamiento se suma la escasez de comida, agua, medicamentos y todo tipo de bienes de primera necesidad.
Desde Deir al Balah, en el centro de Gaza, Clémence Lagouardat, trabajadora del programa de respuesta en Gaza de la ONG Oxfam Internacional, dice a elDiario.es que la prioridad ahora mismo es la comida, sobre todo para la población más vulnerable, que no tiene ingresos para poder comprar alimentos y depende de la ayuda humanitaria. Además, "los suministros médicos se van a terminar", si siguen produciéndose decenas de heridos cada día; también el combustible, que es esencial para que funcionen los hospitales y prácticamente todo en Gaza, debido a que Israel también ha cortado el suministro eléctrico.
Más necesidades y menos ayuda
"Hay nuevas necesidades cada día porque hay más personas desplazadas" debido a las órdenes de evacuación emitidas por el Ejército israelí. Más de 142.000 personas se han visto obligadas a desplazarse de nuevo, entre el 18 y el 23 de marzo, según los últimos datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Los suministros que hay ahora mismo en Gaza podrían durar "semanas", "días en el caso de las panaderías", lamenta Lagouardat. Relata que Oxfam se está centrando en la distribución de agua, aunque no puede operar "al nivel que se necesita para [responder a] las crecientes necesidades".
La mayor parte de la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza ha sido destruida durante la guerra. Oxfam obtiene el agua de una planta de desalinización y la lleva en camiones a puntos de distribución. Pero su representante asegura que no se está produciendo suficiente agua potable: "La producción de agua es estable pero ha reducido el acceso a agua segura", por lo que están aumentando las enfermedades relacionadas con el consumo de agua no potable.
Ahora mismo, "no hay señales de que el bloqueo sea levantado" ni "hay señales para ser optimistas" respecto a la situación humanitaria en Gaza, admite la mujer. "No hay nada que podamos hacer [las organizaciones humanitarias] cuando hay 2 millones de personas bajo las bombas y sin suministros esenciales", dice con evidente frustración. "Nos preparamos para lo peor".
Las organizaciones humanitarias han sufrido varios ataques desde el 18 de marzo y denuncian que no pueden operar con seguridad en Gaza, a pesar de los mecanismos de coordinación con el Ejército israelí. Según OCHA, de 49 peticiones de las organizaciones para coordinar sus movimientos con las autoridades israelíes, 40 fueron denegadas en la semana entre el 18 y el 24 de marzo. La Oficina de Naciones Unidas destaca que entre esas solicitudes había tareas tan esenciales como recoger suministros básicos o abastecer las panaderías.
Incluso, la ONU ha decidido reducir sus actividades en la Franja, tal y como anunció desde Nueva York Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general del organismo, Antonio Guterres. "El secretario general ha tomado la difícil decisión de reducir la huella de la organización en Gaza, incluso cuando las necesidades humanitarias aumentan y nuestra preocupación por la protección de los civiles crece", dijo en un comunicado el pasado lunes. La decisión fue adoptada después de que un complejo de oficinas y residencia de Naciones Unidas en Deir al Balah fuera atacado el 19 de marzo, supuestamente por un tanque israelí, y muriera un trabajador humanitario de Bulgaria y otros seis resultaran gravemente heridos.
Una estrategia letal
Israel parece dispuesto a seguir adelante con su mortífera estrategia de "presión máxima" sobre Hamás para que libere a los rehenes que aún están cautivos en la Franja (59 en total, de los cuales se calcula que más de la mitad están muertos). Cuando anunció el corte del suministro eléctrico el pasado día 9, el ministro de Energía israelí, Eli Cohen, afirmó que utilizaría "todos los medios a su alcance para asegurar el regreso de todos los rehenes".
Esta semana, Israel ha ido más allá pidiendo a los habitantes de Gaza que se rebelen contra Hamás y le exijan "la liberación inmediata de todos los rehenes israelíes". "Esta es la única forma de parar la guerra", les dijo el ministro de Defensa Israel Katz en un vídeo dirigido a los gazatíes.
Por primera vez, en los pasados días los gazatíes salieron a la calle en el norte de la Franja, en una zona que quedó completamente arrasada, para protestar en contra de la guerra y pedir la paz, y también pidieron la marcha de Hamás. A pesar de que el grupo islamista está muy debilitado después de los 17 meses de ofensiva israelí, sigue controlando Gaza y algunos residentes expresaron temores a sufrir represalias.
Desde la localidad de Rafah, en el sur del enclave palestino, Aseel Abdelsalam Salama dice a elDiario.es que apoya esas protestas porque "Hamás no es adecuado para gobernar Gaza" y agrega que los dirigentes islamistas saben que la gente los odia. "Estamos muy cansados, ¡basta ya!", afirma la joven de 25 años.
"Necesitamos una resistencia que sea valiente, no una cuyos líderes nos dejan solos y escapan con sus familias para vivir seguros, y comer y dormir bien, mientras nosotros estamos aquí sufriendo", explica Salama, en referencia a los dirigentes de Hamás que viven en el extranjero, principalmente en Turquía y en Qatar. Hamás es un acrónimo del nombre del grupo, Movimiento de Resistencia Islámica, y los palestinos se refieren a este y a otros grupos armados como de resistencia.
Desconsolada, la joven reconoce que, aunque Hamás deje de gobernar Gaza, Israel no va a poner fin a la guerra. "Es un conflicto sin fin", lamenta Salama, que el próximo mes de mayo cumplirá 25 años y no ha conocido nunca otra realidad, ya que Israel impuso el bloqueo por tierra, mar y aire sobre el enclave palestino después de la llegada al poder de Hamás en 2007. "No he viajado y no conozco ningún otro lugar excepto esta horrible Franja, ¡que es como una jaula!".
"La gente, desde fuera de Gaza, piensa que estamos hechos de hierro, que no tenemos sentimiento, que no nos ponemos tristes ni nos cansamos... Pero somos humanos y necesitamos vivir con seguridad, como todos", afirma la joven, que no ha podido terminar sus estudios universitarios de Literatura Inglesa debido al conflicto que estalló hace casi un año y medio. En este tiempo, se ha tenido que desplazar con su familia debido a la violencia, pero cuando entró en vigor el alto el fuego pactado por Israel y Hamás, el pasado 19 de enero, regresaron a su casa de Rafah, que milagrosamente sigue en pie.
Salama dice que en Rafah no pueden conseguir lo básico que necesitan todos los miembros de la familia, pero "es mejor que evacuar y vivir en una tienda" de campaña. "Vivir en una tienda hace que mueras cada día", asegura. Por ello, en esta ocasión, muchos gazatíes han optado por permanecer donde se encuentran e ignorar las órdenes de evacuación del Ejército israelí, que abarcan cerca del 15% del territorio de la Franja (aquellas emitidas desde la ruptura de la tregua la semana pasada). La gran mayoría de los más de dos millones de habitantes de Gaza se han visto desplazados más de una vez en el pasado año y medio, y una parte había regresado a sus hogares o a lo que queda de ellos durante el frágil alto el fuego, entre el 19 de enero y el 18 de marzo.
Según la ONU, durante esa tregua, entraron en Gaza de media unos 4.000 camiones de bienes cada semana, lo que permitió no sólo a las organizaciones humanitarias retomar su trabajo, sino que se reactivó la actividad comercial en la Franja, sobre todo de cara al mes sagrado de Ramadán, que comenzó el 1 de marzo. El domingo, concluirá el mes de ayuno de los musulmanes con la celebración del Eid al Fitr. Pero en la Franja no habrá muchos motivos para celebrar ni prácticamente ningún alimento con el que preparar las habituales comidas abundantes que dejan atrás un mes de ayuno diurno.
"Durante el alto el fuego, 500-600 camiones llegaban a diario [a la Franja]. Ahora nada", denunció en X el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini. "Los padres no encuentran comida para sus hijos. Los enfermos no tienen medicinas. Los precios están disparados. El hambre aumenta, mientras que el riesgo de enfermedades acecha".
Fuente: elDiarioAR