El país

Parrillas vacías y asado para pocos, el menor consumo de carne en 20 años

Por Juan Lehmann (SPUTNIK)

Al calor de la caída de los ingresos y de la merma en la producción, la venta de carne de vacuno tocó mínimos históricos en el país austral. "Si bien la inflación está bajando, el precio sigue todavía en niveles muy elevados: es una privación muy fuerte en nuestra tradición cultural", dijo a Sputnik un empresario del sector.

El consumo de carne sigue en caída libre en Argentina. Durante 2024, las ventas se desplomaron un 11,1% respecto al año anterior, registrando su nivel más bajo desde el 2002, año en el país austral se hallaba sumido en una de las peores crisis socioeconómicas de su historia.

Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), la ingesta de carne vacuna por habitante fue de 47,4 kilogramos entre enero y noviembre de 2024: cada argentino consumió, en promedio, casi 6 kilos menos que en el mismo período de 2023 y muy por debajo del promedio histórico (72,9 kg.), redundando en la peor marca en más de dos décadas.

El fenómeno responde principalmente a factores económicos. "Con el precio de un kilo de carne vacuna se pueden comprar tres de pollo. Obviamente, en una situación tan frágil como la que atraviesan miles de familias, el decisor final es el bolsillo", explicó a Sputnik Miguel Schiariti, presidente de CICCRA y responsable del informe.

"Estamos consumiendo la misma cantidad de pollo que de carne vacuna, algo impensado hace 30 años. Gran parte de la población del país -los jóvenes menores de 30 provenientes sectores vulnerables- ya se ha acostumbrado al consumo de alternativas como la porcina o la aviar, tras muchos años de declive en la ingesta de carne roja", remarcó el empresario.

Según precisó el estudio, no solo cayó la demanda: la propia oferta se vio afectada por factores climáticos. "La faena disminuyó un 8% contra el año anterior, producto de la sequía que atravesó el país, y esto también condiciona al mercado interno".

Sin embargo, las ventas puertas adentro contrastan con el fuerte salto en la exportación: durante el período se enviaron al exterior más de 784.000 toneladas, redundando en un fuerte aumento del 12% interanual.

La carne que no consumen los argentinos está en mesas extranjeras; sobre todo, de las familias de China (que absorbe el 65% de la demanda foránea), Israel y Estados Unidos.

El desplome de ventas, en primera persona

"Cada vez estamos vendiendo menos carne, pero esto no es nuevo. Lo que sí es nuevo es que, por ejemplo, notamos que a fin de año muchas familias optaron por no hacer un asado a fin de año, una privación muy fuerte por la tradición cultural argentina", dijo a Sputnik Fernando Savore, titular de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires (centro).

Según un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la privación a la cual alude el empresario halla una explicación insoslayable: la pérdida de ingresos, que lleva al consumo de productos sustitutos como la carne aviar y la porcina. "En 2024, por primera vez en toda la historia, el consumo de carne aviar casi iguala al de carne bovina, alcanzando los 44,5 kg per cápita anual", indicó el informe.

Para Savore, "el asado es un lujo que cada vez menos familias se dan. Si bien la inflación viene bajando, el precio de la carne sigue todavía en niveles muy elevados: está claro que en la medida en que esto no repunte, va a ser muy complicado mantener niveles de venta a los que estábamos acostumbrados hasta hace pocos años".

Si bien ciertas tendencias de consumo que alteran la dieta típica de la cultura nacional -tales como el veganismo o el vegetarianismo-, la espiral descendente en el consumo de carne en la cual ha incurrido Argentina está signada por una explicación estructural: la caída de los ingresos por séptimo año consecutivo impacta de lleno en el poder adquisitivo de los hogares.

Así como en los últimos tres años de mandato de Alberto Fernández (2019-2023), el salario mínimo pasó a equivaler de 56 a 48 kilos de carne (una caída del 14%), bajo la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), este indicador había sufrido un declive de 60 a 55 kilos (8%), tras la recesión que culminó con una caída del poder adquisitivo de los salarios superior al 17%.

Según Schiariti, el consumo de carne "va a seguir cayendo hasta estabilizarse en niveles algo más bajos por un tema de precios, a menos que se revierta drásticamente la situación económica y veamos un fuerte repunte de los ingresos, algo que aún no ocurrió".

¿Una tradición en peligro de extinción?

Indudablemente, el asado constituye un emblema de inconmensurable carga simbólica en la cultura argentina. No obstante, la persistente caída en la ingesta de carne vacuna plantea un signo de interrogación en torno a la sostenibilidad de la emblemática tradición gastronómica.

"Argentina es el principal consumidor de carne vacuna por habitante, muy lejos del resto del mundo. Además, somos el segundo consumidor de proteína animal a nivel global, solamente superados por Estados Unidos", precisó Schiariti.

"Lo que venimos viendo en los últimos años", apuntó el empresario, "es un paulatino descenso que probablemente nos lleve a estabilizarnos en sintonía con otros países, incluso cerca de aquellos que no tienen al asado como insignia".

"No creo que esté en riesgo el asado como tradición cultural, sino que quizás vaya mutando hacia otro tipo de proteína animal, o incluso puede ocurrir que se mantenga, pero cada vez con menor frecuencia, como sucede en otras sociedades", remarcó el titular de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados.