Petróleo

Desteñido 13 de diciembre: 117 años entre el esfuerzo obrero que construyó la Nación y el actual abandono de YPF

Este nuevo Día Nacional del Petróleo no es uno más, ni tampoco trae nada para festejar, porque la salida de YPF marca un punto de inflexión. Como otros tantos momentos históricos de crisis se conjugan tristezas y frustraciones acumuladas, aunque en esta ocasión el panorama parece ser aún más complejo, profundo y difícil de revertir. El futuro ya llegó y no parece vislumbrarse nada mucho mejor; por el contrario, todo apunta a que podría ser peor. El 117 aniversario del descubrimiento del petróleo conlleva para Comodoro Rivadavia y Chubut el orgullo de haber contado con miles y miles de obreros que entregaron su sudor y su esfuerzo para construir el país hundiendo sus manos en las entrañas de la tierra para sacar el oro negro. El petróleo extraído desde hace más de un siglo fue vital para el engrandecimiento y consolidación de la Nación, aunque hoy nada de eso parece tener valor; la rentabilidad empresarial y la búsqueda de dólares se imponen por sobre una rica historia desvalorizada. Y queda para la ciudad y la región el enorme pasivo ambiental centenario del que nadie quiere hacerse cargo y podría tener un costo multimillonario en dólares. YPF abandona su rol productivo dejando un tendal de desastres ecológicos, laborales y sociales; todo bajo la atónita mirada de un Estado que se desentiende de la problemática y se muestra como incapaz de intervenir fuertemente para dar vuelta un futuro incierto. Mientras se asoma el fin del petróleo, a esos trabajadores desconocidos y olvidados los reconoce El Extremo Sur con imágenes.

El 13 de diciembre 2024 será recordado en la historia como el año en que YPF abandonó la cuna que la vio nacer. La petrolera con mayoría accionaria estatal está de salida en Chubut y marca a fuego una golpeada Comodoro Rivadavia que se queda con el pasivo ambiental, la incertidumbre del futuro petrolero y un enorme dilema laboral y social que se proyecta como impacto recesivo.

Desde hace varios años que el Día Nacional del Petróleo no viene acompañado de festejos y esperanzas; por el contrario, cada vuelta del calendario muestra un retroceso mayor y una perspectiva menos prometedora.

El último atisbo de ilusiones por un cambio profundo se dio en el 2012 cuando Chubut junto a otras provincias hicieron punta con la quita de concesiones a Repsol para luego ser expropiada YPF por el Estado nacional, pero esos sueños se estrellaron contra inacción e incapacidad de la política por romper la lógica empresarial dominante.

A poco más de una década solo quedan desesperanzas y frustraciones con una YPF libertaria como mascarón de proa hacia el extractivismo extremo, la profundización de la explotación laboral y el sueño de una lluvia de dólares que surja desde una Vaca Muerta que no solamente tiembla por el fracking.

Son los obreros petroleros son los que pagan los platos rotos de los juegos políticos históricos, a los que se presiona para que trabajen más por lo menos posible; pero también han sido los que han entregado su esfuerzo en condiciones notablemente adversas para sacar el crudo que sirvió para desarrollar y engrandecer el país.

Ellos, más allá de sus sueldos, son los que derramaron jirones de vida en medio del viento y la nieve de la estepa patagónica, para que Argentina encontrara un funcionamiento energético que posibilitó la industrialización nacional.

Siempre fueron el foco de conflicto, la productividad extrema se discutió en los yacimientos petroleros desde antes descubrimiento en 1907. Allá quedaron en el camino Emilio Simón, jefe de sondeo de las primeras perforaciones petroleras; el inspector de equipos Destloff y el mismísimo José Fuchs.

Ellos fueron suspendidos por hacer la primera huelga petrolera oponiéndose a trabajar más de 12 horas diarias en condiciones hostilmente inhumanas. Los dos primeros desaparecieron de la historia y Fuchs perduró gracias a "agachar la cabeza" para seguir trabajando bajo las órdenes de Humberto Beghin.

Los nombres de quienes los sucedieron en los pozos petroleros no son anónimos, más bien no fueron reconocidos, pero fueron esos obreros petroleros los que hasta la actualidad hicieron grande al país aportando la fuente de energía vital para su maltrecho desarrollo.

Descubrimiento y Estado paternalista

Después que brotara el oro negro en Comodoro hace 117 años irrumpió de la mano del general Enrique Mosconi el Estado paternalista que propició el principal impulso de las políticas que desembocaron en la fundación de YPF en 1922 y que fue uno de los pilares esenciales para el crecimiento de la ciudad y el país.

Antes de la nueva petrolera estatal se habían concretado enormes huelgas obreras y no se dudó desde el Estado nacional en usar los fusiles de la Marina de Guerra para imponer el orden y la productividad entre los obreros de los yacimientos comodorenses.

En la imagen se observa a tres personajes vestidos de blanco que controlan a los trabajos el pozo, son integrantes de la Marina que custodiaban el desempeño de los trabajadores. Muchas décadas después se anunciaría la instrumentación del Comando Antibloqueo para custodiar Vaca Muerta.

Eran tiempos de paralelismos con ideas revolucionarias que dominaban las mentes obreras, más aún después de la insurrección bolchevique en la Rusia zarista que desembocó en el primer Estado obrero de la historia; pero siempre el máximo rendimiento productivo estuvo presente en el ámbito laboral, inclusive al otro lado de Chubut entre los peones rurales que protagonizaron la Patagonia Rebelde en las estancias santacruceñas.

Cuando las bayonetas no fueron suficiente para "domesticar" los reclamos obreros, el general desarrollista optó por la inmigración interna con la finalidad de expulsar a los extranjeros "revoltosos" de los pozos petroleros e instalar a trabajadores más "dóciles" traídos del norte del país.

El Estado paternalista fue el encargado de desarrollar la YPF mosconiana y pieza clave para el impulso de Comodoro Rivadavia, aunque también fue real que la actividad petrolera creció en paralelo y de manera poco inclusiva con el pueblo que la albergaba.

La teoría del derrame, todavía inexistente por aquellos tiempos, se aplicó entre los comodorenses; pero el alcance del goteo fue limitado y los problemas de aquellas décadas aún persisten con una expansión desordenada y marcada por los límites establecidos por los pozos productivos, con el pasivo ambiental acumulado y sin resolver situaciones esenciales como la del abastecimiento de agua que sigue impactando un siglo después.

La vieja YPF contenía y cobijaba a los "suyos", enmarcados dentro de los ypefianos, pero no terminaba de abrazar y cuidar a los que no engrosaban el listado de "hijos productivos"; esos otros debían conformarse con las sobras que la petrolera derramaba cuando el vaso estaba lleno. Ahí estuvo, quizás, el mayor déficit del proyecto mosconiano de desarrollo; aunque es más que claro que comparada con la actual YPF libertaria, aquella se asemeja al paraíso.

Endeudamiento dictatorial y privatización menemista

Los ‘70 años de la YPF estatal estuvieron marcados por contundente crecimiento de la empresa y su expansión como modelo a copiar en el resto de Latinoamérica, tanto México como Bolivia replicaron el modelo mosconiano de una petrolera verticalmente integrada desde la extracción de crudo hasta la venta de combustibles.

Sin los díscolos obreros extranjeros con ideas anarquistas y socialistas devino la organización sindical donde el peronismo cumplió un papel importante, tanto como para desarrollar la estructura gremial como para encausar todos los reclamos dentro de los límites capitalistas que establece la puja económica con el capital.

El pleno desarrollo de YPF, acompañado por Comodoro unos pasos atrás, se extendió hasta los años '70 cuando la dictadura militar utilizó la mayor compañía estatal para endeudar al país en tiempos de extranjerización de la economía.

A poco de andar la democracia en 1983 desembarcó en el Estado nacional el menemismo y no titubeó en privatizar YPF en 1992, junto todas las demás empresas rentables de origen estatal. Ese fue el golpe que liquidó cualquier sueño desarrollista en el mundo petrolero, la convivencia con el capital privado se rompió y todo pasó a quedar en manos del empresariado voraz.

Miles de despidos y pueblos fantasmas quedaron plagados a lo largo y lo ancho de la Argentina, tanto por la privatización de YPF como con el cierre de los múltiples ramales del ferrocarril. Comodoro y la Cuenca del Golfo San Jorge recibieron su primer y más mortal golpe destructivo, sus consecuencias se extienden y perduran hasta la actualidad.

El Estado como propietario de los recursos naturales que antes los explotaba y proyectaba a través de YPF dejó paso al capital privado que sólo tenía en mente obtener la mayor rentabilidad en el menor tiempo posible. Eso fue lo que hizo la española Repsol cuando se quedó con las acciones de la empresa que ya era una Sociedad Anónima gracias al menemismo.

El corrimiento estatal de la toma de decisiones esenciales no fue gratuito y profundizó todos los problemas que ya se venían generando desde antes de la privatización, pero la entrega absoluta del petróleo a las empresas privadas puso entre las prioridades la obtención de la rentabilidad, el aumento de la productividad y ató el trabajo y los niveles productivos a las fluctuaciones del precio internacional del crudo.

A los miles de despidos que ejecutó la privatización de YPF, bajando la planta de personal de los 50.555 que se habían contabilizado en todo el país durante 1975 a los 10.103 que quedaron en 1994, se le sumó el brutal sacudón laboral que sufrió Comodoro, la CGSJ y el conjunto de los yacimientos nacionales en 1998 cuando el precio del petróleo cayó a 11 dólares por barril.

El petróleo estaba librado a las reglas del mercado y las empresas marcaron el pulso del empleo en los yacimientos en función del precio del crudo y la tan ansiada productividad. El Estado ausente, por acción y omisión, fue el generador de esa y muchas otras crisis que dominaron la escena en los 30 años posteriores.

Las renegociaciones anticipadas

Chubut no tenía grandes problemas de producción petrolera a mediados de los años 2000 e iba camino a alcanzar los máximos niveles históricos; pero el Gobierno provincial de Mario Das Neves decidió en 2006 renegociar de manera anticipada la concesión de Cerro Dragón con Pan American Energy que vencía en 2017 y la extendió por 40 años hasta el 2047. Luego llegaría el mismo proceso con todas las demás concesiones chubutenses.

Eran tiempos tumultuosos en el terreno de la protesta laboral y se discutía con dureza la rentabilidad en base a la productividad obrera. Después de largos años de letargo y entreguismo sindical que nada hizo contra la privatización, los trabajadores consiguieron incrementar la cantidad de empleados, evitar la multiplicidad de tareas y una serie de significativos aumentos salariales obligaron a las empresas a pagar un ítem denominado "paz social".

Ver el artículo: 13 de diciembre en disputa: El desafío de la CGSJ, entre el trabajo y el aumento de la productividad

Si se toma como base 100 el año 2007, el primero después de las renegociaciones anticipadas, se observa que no hubo ampliación de los ritmos productivos en la provincia. Hasta el 2010 se mantuvieron los niveles de producción rondando los 60 millones de barriles anuales, pero desde el 2011 comenzó una declinación que este año terminará dejándola casi 22 puntos por debajo de la producción existente 17 años atrás y con suerte se superarán los 47 millones de barriles.

Los mejores años en el terreno de las inversiones petroleras en Chubut se dieron entre el 2011 y el 2015, cuando se alcanzaron los 1.769 millones de dólares invertidos en la provincia; de ahí en adelante fue en constante decrecimiento para aferrarse a la barrera de los 1.000 millones anuales y sólo superó esos niveles en el 2023 con 1.419 millones.

Las inversiones en general acompañan la curva del precio del crudo Escalante, una tendencia que no se replicó en el pico del 2015 y en este 2024 disociándose de manera negativa para la provincia.

Si bien las inversiones y regalías petroleras cobradas por Chubut cerraron el ciclo con un promedio que superó los niveles del 2007, la baja productiva es lo suficientemente negativa como para torcer el signo positivo que le debería haber generado el proceso que le dio al sector empresario seguridad jurídica por 40 años.

Las regalías quedaron 29 puntos en promedio arriba de los niveles del 2007 y las inversiones un 31%, pero no se puede dejar de considerar que la variación del precio del crudo Escalante se ubicó en 36 puntos de promedio arriba del existente en el primer año de la renegociación.

Como la producción quedó 9 puntos de promedio por debajo de los niveles iniciales Chubut dilapidó la posibilidad de romper la tendencia declinante y se esfumaron enormes volúmenes de regalías que no entraron a las arcas de la provincia.

Si se mira el vaso medio lleno podría argumentarse que la renegociación posibilitó el aumento de regalías e inversiones, siempre y cuando no se cruce la variable del precio del crudo que indudablemente influyó en esas variaciones alcistas; pero cuando se observa el vaso medio vacío puede concluirse que se perdieron casi 20 años de producción para revertir el proceso de declinación natural que tienen los yacimientos maduros de la provincia.

Las mejoras en regalías e inversiones se relacionaron más con las variaciones alcistas del precio del petróleo que al desarrollo de la producción en casi 20 años y presagia un problema a futuro con una profundización de la caída productiva, la que podría transformarse en letal si retrocede abruptamente la cotización del barril.

Hasta el 2011 se mantuvieron con oscilaciones menores los niveles de producción petrolera en la provincia, pero desde la priorización de los no convencionales neuquinos se fueron experimentando retrocesos constantes con el último pico alcista en el 2015; pero de ahí en adelante la extracción de crudo Escalante se desplomó y este año terminará mostrando cerca de 13 millones de barriles menos que cuando se renegociaron las concesiones en el 2007.

La renegociación anticipada no cumplió el objetivo de aumentar la producción petrolera en Chubut y ahora esa tarea se presenta como quimérica ya que todos los focos y prioridades se concentran en los no convencionales de Vaca Muerta.

Argentinización, estatización y abandono

YPF viene a los tumbos hace por lo menos 32 años. Específicamente el caos comenzó con la privatización menemista, pero en el medio se hicieron intentos fallidos de revertir el rumbo privatista, aunque ninguno de ellos llegó a buen puerto y ahora Comodoro Rivadavia y la CGSJ cargan con la pesada salida de la petrolera con mayoría accionaria estatal.

A finales del 2007, casi en paralelo la renegociación en Chubut, el Estado nacional en tiempos del primer kirchnerismo intentó avanzar con una supuesta "argentinización" de YPF con la intervención del Grupo Petersen de la familia Eskenazi.

La apuesta fue un fiasco y no le quedó otra opción al Estado que expropiar a Repsol en el 2012 para revertir el avance de la petrolera con la Gerencia española. Es más, hoy los fondos buitres le reclaman al país por lo menos 3.000 millones de dólares de indemnización producto de sus vínculos dentro del caballo de Troya en que se convirtieron los Eskenazi.

La expropiación de Repsol abrió en el 2012 una última oportunidad histórica para revertir en sendero destructivo de YPF y volver a una petrolera estatal con una visión desarrollista y abarcativa para el conjunto del país.

Nada de eso sucedió y el tercer kirchnerismo sólo intentó mejoras menores en los ritmos productivos y se focalizó en desarrollar Vaca Muerta con enormes subsidios estatales, con acuerdos secretos con la petrolera estadounidense Chevron para implantar la técnica del fracking en uno de los mayores reservorios mundiales de hidrocarburos no convencionales.

A Chubut desde el 2013 sólo le tocó un poco de mejora en los niveles de extracción y en el 2015 se alcanzó el pico de producción e inversiones, aunque no fueron suficientes para revertir la tendencia negativa que venía de arrastre.

Con la llegada del macrismo y con todas las posibilidades de libre mercado habilitadas en la YPF semi estatal, los planes de recuperación en Chubut volaron por los aires. La inversión se desplomó en la provincia, la producción retrocedió y todo se apostó hacia los no convencionales de la Cuenca Neuquina.

Los dos años post pandemia (2022 y 2023) del albertismo pudo recuperar la extracción y parte de las inversiones, especialmente porque en la provincia redujo a en un 50% el cobro de regalías para la producción adicional; pero nunca se llegó a los niveles óptimos dejando el camino allanado para que la YPF libertaria irrumpiera para romper todo y abandonar los campos maduros chubutenses.

Aunque algunos números de las últimas dos etapas peronistas desde el 2012 podrían considerarse como las de mejores resultados en los últimos tiempos, no alcanzaron para potenciar de manera significativa a los yacimientos de la provincia y ahora la oportunidad parece dilapidada.

Como reflejan las diferentes variables, la retirada de YPF en Chubut es previa a la llegada de la gestión de Horario Marín (ex CEO de Tecpetrol del Grupo Techint) y de Javier Milei: la desinversión arrancó en el 2012 con la priorización de Vaca Muerta y se fue profundizando a lo largo de la última década.

Ahora la conducción libertaria de la petrolera estatal decidió abandonar Chubut y un total de 55 campos maduros para centralizarse en Vaca Muerta. El sueño de la lluvia de dólares con las exportaciones de GNL desde Río Negro invade todas las proyecciones a futuro y se abandona la búsqueda del autoabastecimiento en pos de obtener divisas que permitan pagar la fraudulenta deuda externa o dolarizar la economía nacional.

Ver el artículo: ¿Otra estafa para reprivatizar?: YPF se va de Chubut y Santa Cruz bajando las reservas petroleras a más de la mitad para vender las áreas maduras

Tal como sucedió con el menemismo en la década del '90 el Estado se corre como órgano directriz de las políticas energéticas inclusivas para el conjunto de la población argentina, desprecia a los 2,5 millones de hogares que contienen a 11 millones de personas que no acceden al gas natural por redes.

La "macro" para hacer caja vuelve a imponerse -en el menemismo fue vendiendo las joyas de la abuela- por sobre las necesidades básicas insatisfechas y la experiencia comodorense amenaza con replicarse en consecuencias aún mayores en el conjunto del país. Ni siquiera aquellos que viven sobre Vaca Muerta consiguen que el derrame les mejore la calidad de vida en servicios e infraestructuras, las prioridades son los resultados de una tabla de Excel que sólo contempla números sin rostros, problemas o historias.

Pasivo ambiental histórico, ¿irreversible e impagable?

Al igual que toda otra actividad extractivista e intensiva, la petrolera genera un gran pasivo ambiental sobre la región en la que se desarrolla. En el caso de Comodoro Rivadavia se trata de casi 120 años de histórica actividad petrolera que fue acumulando diferentes formas y mecanismos de pasivos ambientales que afectaron la ciudad y la región.

Jamás se dimensionó certeramente el valor de ese impacto ambiental, ni se efectivizó ningún pago que posibilite su remediación. Los números posibles se disparan en varias direcciones, pero llegar a superar sumas astronómicas que rondarían como mínimo los 3.000 millones de dólares; pero el monto final es incalculable y volátilmente multimillonario si no se efectúa un relevamiento y una valuación certera del costo acumulado en más de un siglo.

Sólo como ejemplo vale citar el indetectable informe elaborado por Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre la evaluación global de los impactos ambientales generados por Repsol YPF en la provincia de Neuquén solamente entre los años 1991 y 1997. Allí se cuantificó que el daño ambiental producido en sólo tres áreas hidrocarburíferas ascendía a los 545 millones de dólares.

Multiplicar ese cálculo en los 117 años de Comodoro y los 80 de la Cuenca llevarían la cifra a la astronómica adición de ceros. Haber ocupado el lugar de "zona de sacrificio" desde principios del siglo pasado tiene una dimensión enorme y un costo que podría transformarse en inconmensurable, pero lo cierto es que el daño ambiental existe y seguirá existiendo más allá que nadie se haga cargo concretamente del mismo, tanto en desde el ámbito empresario como del político.

Exigirle a YPF que antes de abandonar Chubut se haga cargo de la remedición total de los daños ambientales causados no parece ser una prioridad para el Estado.

Comodoro está empetrolada desde que comenzó a surgir el oro negro, cuando era transportado o almacenado al cielo abierto; luego fue entubado y acumulado en taques, pero siempre se impactó sobre el ambiente en diferentes dimensiones y proporciones. Hoy seguramente es la ciudad argentina con mayor pasivo ambiental generado por el propio Estado y el capital privado.

Sólo en la ciudad petrolera existen en la actualidad, según datos oficiales dados a conocer por el municipio, alrededor de 6.000 perforaciones petroleras y entre ellas habría 3.700 completamente inactivas. En el año 2007 la Secretaría de Hidrocarburos de la Provincia había establecido que los pozos inactivos ascendían a 4.647; pero la información oficial no aparece centralizada y actualizada.

Los cálculos son estimativos porque aún se sigue relevando la localización de pozos y el estado de su cierre. Un claro ejemplo fue la construcción de la Escuela 169, con 400 alumnos, sobre tres pozos que emanaban gas en el barrio Stella Maris, o el de la Escuela 707 de Standart Norte donde la existencia de pozos impidió que se pudiera ampliar hacia los costados.

Un sábado de abril de 2001, dentro del salón de usos múltiples de la Escuela 731 del barrio Pietrobelli se hacía un curso de capacitación docente. Metros más allá, en el patio, chicos se divertían con un torneo de fútbol. Las escenas fueron desgarradoras tras la explosión de la caldera que dejó un saldo de 17 quemados y golpeados. Tiempo después, se supo que debajo de la cocina de la escuela había un viejo pozo gasífero que nunca había sido sellado.

Una estación de servicios del barrio Kilómetro 5, el edificio de la Universidad Nacional de la Patagonia, el estadio municipal en Km 3 y la alcaidía policial son algunos de los puntos estratégicos de la ciudad que aún guardan debajo de su estructura pozos que ya no están en producción.

Los planos municipales demuestran que cientos de edificios y viviendas se levantan sobre pozos abandonados que, a pesar de estar inactivos, representan un peligro latente.

La mayoría de esos pozos abandonados fueron cerrados con viejas técnicas que se utilizaban décadas atrás y en ocasiones suelen tener surgencias de petróleo o de gas y deberían iniciarse nuevos procesos de sellados con las actuales técnicas más amigables con el medio ambiente y menos peligrosas.

Se sabe que re abandonar un pozo mal sellado o sin sellar ronda entre los 65 mil y los 200 mil dólares por cada uno según las tareas que deban efectuarse, aunque se menciona que algunos podrían superar esos valores para ser cerrados en condiciones óptimas.

Hace poco más de una década atrás (en el año 2011) se el Gobierno provincial anunció la contratación de una consultora privada para evaluar el pasivo ambiental en Chubut, nada se supo de informe y sólo se informó que sobre un total de 2.444 pozos de abandono comprobado dentro del ejido urbano de Comodoro, 1.425 correspondían a YPF; la misma compañía que actualmente se retira de la provincia sin hacerse cargo de nada.

La imagen satelital de Comodoro Rivadavia y sus alrededores muestran una especie queso gruyere producto de la cantidad de locaciones petroleras que la circundan y se entremezclan con el ejido urbano, cuanto más se abre a imagen más se extiende la dimensión histórica; pero el Google Earth no muestra los pozos inactivos, los mal sellados y la contaminación ambiental acumulada en las entrañas de la ciudad, la Provincia y la Cuenca del Golfo San Jorge.

La ilusión de salvarse con la offshore, la D-129, la terciaria y el gas

Frente a un panorama que se asoma mínimamente como complejo, tal como ocurrió en otras situaciones conflictivas en Chubut se crean grandes ilusiones para salvar la producción petrolera con la explotación en el mar, con la formación no convencional de la D-129 y ahora se asoma la técnica de recuperación terciaria que podría darle un impulso los declinantes yacimientos de la Provincia.

Como si se tratara de manotazos de ahogado, lo de la offshore marina y el fracking chubutenses parecen el espejismo de un oasis en medio de un desierto de inversiones que migran en grandes dimensiones y a toda velocidad hacia Vaca Muerta.

La exploración y explotación de los yacimientos dentro de las 200 millas marinas que le corresponden al país han sido una ambición permanente de hace varias décadas, pero nunca terminaron de arrancar por sus altos costos en infraestructura para la extracción.

La otra promesa inconclusa se relaciona a los convencionales existentes en la Cuenca del Golfo San Jorge y que se focalizan en la formación D-129. El fracking chubutense aparece como una propuesta para salvar a la Provincia cada vez que la crisis golpea, pero por ahora todos los resultados exploratorios conocidos no hablan de un potencial similar al de Vaca Muerta; tampoco surge la gran viabilidad en el yacimiento Palermo Aike del sur santacruceño. El globo se infla y se pincha de manera constante.

Lo más concreto para impulsar a Chubut hacia una posible salida parece ser la técnica de explotación terciaria que necesita de polímeros, agua y calor para extraer el crudo pesado que aún existe en el subsuelo provincial.

Allí se focalizará la nueva concesionaria PECOM para darle más vida al área de Escalante-El Trébol, por ahora la única que YPF transfirió en Chubut; ya que el traspaso del área Campamento Central-Cañadón Perdido y la de Restinga Alí se siguen demorado y la falta de anuncio mucho tendría que con los trámites finales por el histórico pasivo ambiental.

Ver el artículo: YPF vuelve a los '90: Se viene un 13 de diciembre complejo para la Cuenca San Jorge con indefiniciones, reducción de costos e incertidumbre laboral

Chubut le prende velas al desempeño de la petrolera del Grupo Perez Companc y para hacer realidad el sueño el Estado provincial extendió por decreto que rebaja las regalías a la mitad (6% de lo extra producido) para la producción incremental y una reducción de los cánones en la importación de polímeros acordada con Nación; pero no habría que ilusionarse con la obtención de rápidos resultados satisfactorios para el 2025.

El potencial del gas natural de Chubut es una incógnita a develar. Siempre se mencionó que Cerro Dragón contaba con altas chances de producción gasíferas y aunque alejado de los niveles neuquinos podría encontrar una veta de desarrollo a partir de las exportaciones que PAE aspira a concretar desde su planta de licuefacción a instalarse Punta Colorada.

El caño para exportar por Río Negro Gas Natural Licuado (GNL) proveniente de Vaca Muerta todavía es una promesa, pero PAE avanza con un grupo de empresas asociadas para vender GNL transportándolo en una primera etapa por el histórico gasoducto General San Martín que lleva gas de yacimientos convencionales de sur a norte.

La petrolera no especificó aún de dónde saldrá -en la primera etapa- el gas a exportar con Golar desde el Golfo San Matías, pero es de suponer que será producido por los diferentes yacimientos offshore y onshore de la Cuenca Austral y quizás se sume gas proveniente de Cerro Dragón. Una incógnita que debería develarse en no mucho tiempo.

Más primarización fósil y lejana transición energética

El plan de la YPF libertaria apunta centralmente a exportar gas de Vaca Muerta en barcos de licuefacción y el proceso de primarización fósil de la economía argentina se conjuga con la explotación del litio y los demás minerales existentes en el país.

Mientras el mundo piensa y hace intentos de encaminarse a una lejana transición energética que sea más amigable con el medio ambiente, previendo el fin del petróleo que inexorablemente llegará, la clase política dirigente y el círculo rojo empresarial se enfoca en un esquema extractivista primarizado y que encuentra paralelismos con el modelo exportador de materias primeras laneras o de carne vacuna con que se comenzó a desarrollar el país hace más de un siglo.

Ver el artículo: Pánico de YPF y Milei: Petronas cancelaría la inversión para el GNL y Vaca Muerta entra en crisis exportadora

En contrapartida se construye socialmente un espejismo que acerca la transición energética, a través de las renovables, como opción de reemplazo a las fuentes fósiles de generación energética.

Si bien es cierto que existe un camino ya iniciado hacia las energías renovables, la fortaleza y los plazos de la transición son un debate abierto e incompleto. Nada parece muy cercano en el tiempo y las perspectivas avizoran largos años de vida a las energías fósiles; no obstante, no es desacertado buscar poner en marcha el desarrollo de las renovables con las chances existentes en Comodoro, Chubut y la CGSJ.

En ese marco resulta interesantísimo prestarle atención al diálogo desarrollado por el protagonista de la nueva serie Landman, dirigida por Taylor Sheridan -el mismo de Yellowstone o la película Wind River- estrenada el 17 de noviembre, sobre el choque de energías y las perspectivas a futuro.

Promediando el tercer capítulo de la serie de MTV (que se puede ver por la plataforma de Paramount+) sobre el mundo petrolero en Texas y el rol de los obreros en medio del desierto donde se conjugan cigüeñas petroleras y molinos eólicos se desarrolla un diálogo esclarecedor y premonitorio.

Parados debajo de las enormes aspas, el protagonista la explica a una joven abogada que los molinos generan la energía para balancear las cigüeñas que sacan el crudo. "¿Tienes idea de cuánto petróleo se necesita para generar el concreto donde están paradas las torres o el acero necesario para traer esta mierda aquí que necesita una grúa de 137 metros para posicionarla? ¿Quieres adivinar cuánto aceite hace falta para lubricar esa cosa? En 20 años de vida útil no compensará la huella de carbono de su fabricación. Y no hablemos de los paneles solares o el litio en sus baterías de Tesla. Y no importa si mañana todo el mundo decidiera volverse eléctrico no tenemos las líneas para llevar la electricidad a las ciudades, tomaría 30 años si comenzáramos mañana y lamentablemente para tus nietos tenemos una infraestructura basada en 120 años de petróleo, nuestras vidas dependen de eso. Todo lo que usamos y conocemos esta echo de petróleo, lo peor es que se nos acabará antes que encontremos su reemplazo y créeme que si Exxon creyera que esa cosa (el molino eólico) es la solución la estaría poniendo por todas partes".

Si bien es una serie de ficción su realismo es lapidario y debería llevar a la dirigencia política a pensar en dos definiciones esenciales. Por un lado, aparece la opción de cómo aprovechar de la mejor manera el tiempo que queda de petróleo, sin por eso olvidar el pasivo ambiental y quemar las naves a cualquier precio. En paralelo, no se puede dejar de pensar y proyectar cómo sumarse a la transición energética que brinda algunas oportunidades -todavía incipientes y menores- para pueblos petroleros como Comodoro y el conjunto de la CGSJ.

El 13 de diciembre desteñido se instala con demasiadas cargas del pasado y enormes incertidumbres hacia los futuros posibles, pero nada podrá quitarle a Comodoro y al obrero petrolero el orgullo y el dolor de haber sido protagonista en 117 años del descubrimiento y la explotación que hizo grande al país, más allá de las múltiples opciones desperdiciadas desde 1907. Comodoro no tiene que mendigarle nada a nadie, sólo debe luchar por lo que corresponde y se le ha quitado.