Verduras más caras y productores más pobresPor Romina Padilla*
A pesar de las cifras de inflación que celebra el Gobierno, las verduras registran un aumento interanual muy por encima del nivel general. El MTE-Rural hace foco en la producción de la cebolla y el tomate para reflejar la situación de los trabajadores de la tierra: aumento de la brecha entre el precio del productor a la góndola y competencia con alimentos importados.
La devaluación que hizo el gobierno de Javier Milei y la consecuente inflación en Argentina fueron un golpe duro para la vida de los sectores populares. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, registró, en octubre, un incremento del 2,7 por ciento intermensual, un acumulado del 107 por ciento en el año y un 193 por ciento en la variación interanual. Este número se queda muy atrás del impacto que tuvo en alimentos como la cebolla, que incrementó su precio un 327,1 por ciento, en la comparación interanual; y el tomate redondo, que aumentó 270,9 por ciento en el mismo periodo, según el último análisis del Centro de Economía Política (CEPA) sobre los precios del Mercado Central de Buenos Aires.
Estamos hablando de los precios registrados en las hortalizas con mayor volumen de comercialización, siendo las verduras y las frutas, las que representan buena parte del consumo de la canasta básica argentina. Como sabemos quienes trabajamos la tierra, estos incrementos están lejos de mejorar la vida de las familias agricultoras debido a los intermediarios.
Según el reciente informe de Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las y los productores recibieron 1 peso por cada 3,50 que pagaron los consumidores en las góndolas durante octubre, siendo la cebolla el segundo producto con mayor brecha en este último mes. Desde julio, la participación de las familias agricultoras en el precio final cayó en más de 10 puntos porcentuales, alcanzando los niveles más bajos en un año.
"Los que exportan son los que se llevan la ganancia real y en el mercado interno es el intermediario quien se aprovecha de estas situaciones y sube mucho los precios. Siempre el que lo sufre es el productor" detalla Marcelino Bedoya, productor del sur cebollero de la provincia de Buenos Aires.
Las ventas fueron buenas a comparación con otros años, pero ante una "Argentina desorganizada", como relata nuestro compañero sobre la falta de regulación, son los productores y los consumidores quienes terminan perdiendo. "Sin políticas de Estado es muy difícil todo, nosotros tenemos que andar alquilando la tierra y no sólo subieron mucho los precios este año, sino que además nos tenemos que andar mudando todo el tiempo, a veces hasta 50 o 60 kilómetros", agregó Marcelino.
"Con el tomate nos pasó que mientras ganábamos 3 pesos, en la góndola o en la verdulería terminaba a 5, casi el doble", señala María Jilamita, productora de Luján. También nos comparte que a esto se le suma que el alquiler de la tierra aumenta cada 3 meses, y el desproporcionado aumento de las tarifas de luz les hizo pagar facturas de hasta 300 mil pesos. "En el verano será impagable", dijo nuestra compañera.
Y como si fuera poco, Argentina terminó importando cebolla y también tomate. Sí, importando. En los últimos meses, el adelanto de la demanda externa, especialmente desde Brasil, junto con una cosecha tardía y el aumento de los costos energéticos para el riego, generaron un desabastecimiento interno que forzó la importación para cubrir la demanda interna. Esta situación generó que se llenaran los galpones de cebolla extranjera (principalmente desde Paraguay) y ahora el precio vuelve a bajar, incitando una especie de tapón para la producción de las familias agricultoras que no pueden competir en este contexto.
Los factores climáticos, como las heladas y la sequía, también jugaron un papel crucial en la disminución de los rendimientos y la oferta, lo que impulsó aún más los precios. En términos interanuales, según el informe de CEPA, el segmento de verduras registró en octubre un aumento del 227 por ciento; mientras que la variación total nacional registrada por el INDEC fue del 193 por ciento. En cuanto al incremento de precios acumulado durante 2024, el CEPA registró un 166 por ciento para las verduras. El total nacional del INDEC se ubicó en 107 por ciento, como se indicó el inicio.
Una muestra clara de cómo el libre mercado puede afectar directamente la balanza comercial. La falta de planificación y control del Estado, nos lleva a algo tan insólito como gastar dólares para importar cebolla y tomate, siendo bienes que producimos en nuestro país. El mismo libre mercado que afecta por sobre todo a las familias que trabajan la tierra, a la mesa de nuestro pueblo y al mismo tiempo favorece a los especuladores de siempre.
*Productora y referenta de la Rama Rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)
Por Romina Padilla*
A pesar de las cifras de inflación que celebra el Gobierno, las verduras registran un aumento interanual muy por encima del nivel general. El MTE-Rural hace foco en la producción de la cebolla y el tomate para reflejar la situación de los trabajadores de la tierra: aumento de la brecha entre el precio del productor a la góndola y competencia con alimentos importados.
La devaluación que hizo el gobierno de Javier Milei y la consecuente inflación en Argentina fueron un golpe duro para la vida de los sectores populares. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC, registró, en octubre, un incremento del 2,7 por ciento intermensual, un acumulado del 107 por ciento en el año y un 193 por ciento en la variación interanual. Este número se queda muy atrás del impacto que tuvo en alimentos como la cebolla, que incrementó su precio un 327,1 por ciento, en la comparación interanual; y el tomate redondo, que aumentó 270,9 por ciento en el mismo periodo, según el último análisis del Centro de Economía Política (CEPA) sobre los precios del Mercado Central de Buenos Aires.
Estamos hablando de los precios registrados en las hortalizas con mayor volumen de comercialización, siendo las verduras y las frutas, las que representan buena parte del consumo de la canasta básica argentina. Como sabemos quienes trabajamos la tierra, estos incrementos están lejos de mejorar la vida de las familias agricultoras debido a los intermediarios.
Según el reciente informe de Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las y los productores recibieron 1 peso por cada 3,50 que pagaron los consumidores en las góndolas durante octubre, siendo la cebolla el segundo producto con mayor brecha en este último mes. Desde julio, la participación de las familias agricultoras en el precio final cayó en más de 10 puntos porcentuales, alcanzando los niveles más bajos en un año.
"Los que exportan son los que se llevan la ganancia real y en el mercado interno es el intermediario quien se aprovecha de estas situaciones y sube mucho los precios. Siempre el que lo sufre es el productor" detalla Marcelino Bedoya, productor del sur cebollero de la provincia de Buenos Aires.
Las ventas fueron buenas a comparación con otros años, pero ante una "Argentina desorganizada", como relata nuestro compañero sobre la falta de regulación, son los productores y los consumidores quienes terminan perdiendo. "Sin políticas de Estado es muy difícil todo, nosotros tenemos que andar alquilando la tierra y no sólo subieron mucho los precios este año, sino que además nos tenemos que andar mudando todo el tiempo, a veces hasta 50 o 60 kilómetros", agregó Marcelino.
"Con el tomate nos pasó que mientras ganábamos 3 pesos, en la góndola o en la verdulería terminaba a 5, casi el doble", señala María Jilamita, productora de Luján. También nos comparte que a esto se le suma que el alquiler de la tierra aumenta cada 3 meses, y el desproporcionado aumento de las tarifas de luz les hizo pagar facturas de hasta 300 mil pesos. "En el verano será impagable", dijo nuestra compañera.
Y como si fuera poco, Argentina terminó importando cebolla y también tomate. Sí, importando. En los últimos meses, el adelanto de la demanda externa, especialmente desde Brasil, junto con una cosecha tardía y el aumento de los costos energéticos para el riego, generaron un desabastecimiento interno que forzó la importación para cubrir la demanda interna. Esta situación generó que se llenaran los galpones de cebolla extranjera (principalmente desde Paraguay) y ahora el precio vuelve a bajar, incitando una especie de tapón para la producción de las familias agricultoras que no pueden competir en este contexto.
Los factores climáticos, como las heladas y la sequía, también jugaron un papel crucial en la disminución de los rendimientos y la oferta, lo que impulsó aún más los precios. En términos interanuales, según el informe de CEPA, el segmento de verduras registró en octubre un aumento del 227 por ciento; mientras que la variación total nacional registrada por el INDEC fue del 193 por ciento. En cuanto al incremento de precios acumulado durante 2024, el CEPA registró un 166 por ciento para las verduras. El total nacional del INDEC se ubicó en 107 por ciento, como se indicó el inicio.
Una muestra clara de cómo el libre mercado puede afectar directamente la balanza comercial. La falta de planificación y control del Estado, nos lleva a algo tan insólito como gastar dólares para importar cebolla y tomate, siendo bienes que producimos en nuestro país. El mismo libre mercado que afecta por sobre todo a las familias que trabajan la tierra, a la mesa de nuestro pueblo y al mismo tiempo favorece a los especuladores de siempre.
*Productora y referenta de la Rama Rural del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)