Sociedad

El encargado: capitalismo ficcional para sobregirados

Por Diego Moneta

A fines de octubre de 2022, El encargado irrumpió en el ecosistema del mundo del entretenimiento. Hoy, casi dos años más tarde, ya con tres temporadas y al menos con una más en camino, la serie de Disney+ sigue siendo uno de los centros del debate a raíz de diversas polémicas generadas- propias y ajenas- en una esfera pública cada vez más polarizada y sobregirada. ¿Primera ficción del mileismo o capitalismo individualista al palo?

La producción, creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat, sigue la vida de Eliseo Basurto (Guillermo Francella), encargado de un edificio en Barrancas de Belgrano desde hace treinta años. Su provechosa posición se ve amenazada cuando el consorcio, liderado por el abogado Matías Zambrano (Gabriel Goity) y la arquitecta Florencia (Malena Sánchez), busca construir un área recreativa con pileta en la terraza, donde Eliseo tiene su casa. La decisión está sujeta a votación, por lo que el protagonista deberá persuadir al resto para que no lo dejen sin trabajo. Durante la segunda entrega aparece Lucila Morris (María Abadi) como antagonista, pero la lógica por su supervivencia laboral y territorial se mantiene.

Estamos, ante todo, en el universo ficcional y audiovisual que parecen buscar construir Cohn- que a principios de abril estrenó un documental sobre su hermano- y Duprat: un mundo donde todo consiste en quién es más vivo para cagar al otro. Eliseo, tal como planteamos, es un garca, de esos que te sonríen pero te desprecian. Incomoda a la gente en la calle por gusto, espía y manipula a quienes están en el edificio y, entre otras tantas, se queda con comisiones ilegales de quienes trabajan en el mismo. Sin embargo, para lograr su cometido, se introducen, con cierto humor, diversos estereotipos y dinámicas sociales del grotesco porteño y que, incluso, la terminan convirtiendo en una radiografía de la actualidad.

De esa manera, conocemos a un abanico de personajes característicos, por no decir clichés, que van del nuevo rico ventajero- Zambrano, colocado como villano- a la simpática jubilada con confianza ciega, "Beba" Montes de Oca (Esther Ducasse), pasando por parejas recién casadas, matrimonios separados, infidelidades, rentistas y un largo etcétera. Cada uno impecable en su rol y, a mayor exposición, mejor aún. Muchos mentirosos, tramposos, explotadores y corruptos, con el objetivo de contraponerse al protagonista. Eliseo se nos presenta como el clásico trabajador detallista y voluntarioso, su vida pasa- y es- el trabajo que le quieren quitar.

En ese sentido, desde el inicio queremos que triunfe, más allá de ser tan fascinante como cuestionable, dadas sus tácticas criminales y vengativas. No es una cuestión moral sino de puesta en escena. Es el verdadero villano de esta historia entre jefes y subalternos, pero es nuestro y, para colmo, es Francella. De Casados con hijos, pasando por El secreto de sus ojos, a El clan, todas esas facetas interpretativas parecen condensarse en Eliseo y la serie, al menos por ahora, no lo condena como tal. La narración, a medida que se abren diversas aristas dentro de la trama principal, avanza entre dosis equilibradas de humor y drama.

Bajo la apuesta de un ritmo ágil- la primera entrega tiene once capítulos, las que le siguen sólo siete, y todos de media hora- algunas veces El encargado adolece de su carácter episódico, aunque se sostiene en su figura central. La dirección y la fotografía son precisas, al igual que el uso de diálogos, miradas y silencios. El relato hace pie en la comedia pero se apoya en otros géneros, con buen manejo de la intriga y casi sin excesos. Cohn y Duprat, ya con un estilo consolidado- que puede verse tanto en El hombre de al lado como en El Ciudadano ilustre y la más reciente Bellas Artes- acumularon los méritos necesarios, según la visión de cada espectador o crítico, para el lugar de centralidad alcanzado.

Las polémicas y la deriva de la tercera temporada

En primer lugar, antes de su estreno en 2022, corrió el rumor de que algunas figuras del Frente de Todos se oponían e intentaron frenarlo por la oposición política de sus creadores y la idea guionada. Algunos incluso plantearon que Víctor Santa María, titular del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (SUTERH), estaba detrás de una movida para no darle visibilidad ni que la premiaran en el país, lo que era- y se demuestra- falso, más allá de un supuesto efecto contraproducente. El único en salir fue Diego Trejo, de la Agrupación de Encargados, formación anexa e independiente, que, tras criticar la serie por medio de una carta, contó que sufrió agresiones. No hay mártires ni rebeldes acá.

De todas formas, el hecho de que la historia se trate de todos los encargados y, a la vez, de ninguno, no sólo le da el "beneficio de la duda" sino que todo termina en una confusión entre la ficción y una pretendida generalización. Más allá de lo planteado en la trama, el proceso en el que los consorcios deciden prescindir de sus trabajadores es anterior a la producción y, puede presumirse, se vio ahondado por la situación económica actual. El respaldo de Francella al gobierno de Javier Milei profundizó las especulaciones y el morbo presentes en un escenario de polarización social y emocional creciente. Otra vez, la única queja fue de una familia de apellido homónimo, radicada en el exterior, y de un español tocayo.

El 19 de julio se estrenó la tercera temporada, cuyo eje sigue siendo Eliseo y su relación con propietarios, inquilinos y otros encargados de la zona, ya sea como aliados o enemigos. En esta ocasión, Eliseo decide crear su propia empresa: Soluciones Integrales Basurto (SIB). Con sus ya conocidas artimañas, intentará sumar al resto de los encargados del barrio a su proyecto personal de tercerización laboral, dado que son contratados como cuentapropistas y fuera de convenios colectivos. Para ello, deberá sobreponerse a diversas resistencias locales, tanto en su propio edificio como en la zona, sindicales y estatales. Algunos dirán que es la entrega más honesta, pero no queda tan claro que los creadores le hayan soltado la mano al protagonista desatado. Otros, que es la primera ficción representativa del gobierno de Milei, aunque se arrancó a filmar antes de su candidatura.

Ambas lecturas, como los siete capítulos en sí mismos, parecen sobregiradas. El encargado tuvo su deriva pro capitalismo y desregulación actual, en un escenario individualista ya asentado dentro y fuera de la ficción. Decirlo por escrito también suena sobregirado. Quizás sigue alcanzando con disfrutar de lo que uno ve y ya. Lo cierto es que, mientras haya otras traiciones que contar, la serie podrá seguir extendiéndose para defender su posición como alternativa cómica, con su propio estilo narrativo a través de la perspectiva de su protagonista- y de sus creadores-. Total, estereotipos sociales, y más sobre el porteño, sobran.

Fuente: APU