Opinión

Geopolítica y tecnología de avanzada (I)

Por Eduardo Lucita

El pasaje probablemente irreversible del modelo anglosajón (EEUU/Gran Bretaña) al asiático-pacífico (China y el sudeste asiático) ha acelerado y reorientado el curso del comercio y las inversiones globales. Este es el contexto más general en que tiene lugar la disputa estratégica por el control de las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, internet de las cosas y robótica de nueva generación). La llamada 4ta. revolución industrial, en ella los semiconductores (chips), los minerales críticos y los elementos químicos (tierras raras) poco conocidos hasta ahora, son fundamentales y están en el centro de esta disputa.

En esta nota nos dedicaremos al conflicto de los semiconductores y dejaremos para otra entrega el tema de los minerales raros.

La guerra de los chips

Si algo sostiene la gobernabilidad global de esta época es la dialéctica competencia-cooperación sino-estadounidense. Sin embargo la ruptura de las cadenas globales de comercialización producto de la pandemia primero y de la guerra ruso-ucraniana después está interfiriendo en este proceso de integración mundial que es esencial a la cuarta revolución industrial.

Si algo caracterizó hasta este momento el avance de las nuevas tecnologías ha sido la interdependencia creciente de la producción global, la llamada cooperación competitiva pero ahora parece querer ser reemplazada por producciones nacionales con cierta independencia del proceso de integración.

Restricciones 4.0

Las dos grandes potencias han tomado medidas proteccionistas recurriendo a la Seguridad Nacional EEUU (riesgo inaceptable que los productos chinos se utilicen con fines militares) y a Intereses Nacionales China (necesidad de una producción autónoma e independiente). Ante la ruptura de las cadenas globales, buscan organizar cadenas de valor regionales y vuelcan para ello fuertes subsidios estatales que tienden a favorecer la fabricación local. Sin embargo estas políticas chocan con los intereses de las grandes corporaciones

EEUU bajo la administración Biden primero amplió los controles establecidos por el gobierno Trump y prohibió la venta de productos de alta tecnología a China y luego presionó a Japón para que se uniera a esa prohibición. Particularmente es importante señalar que en enero 2023 se sumaron los Países Bajos a la limitación de las exportaciones a la República Popular de equipos avanzados para la fabricación de chips. Se trata de las máquinas de litografía avanzada, fabricadas exclusivamente por la empresa holandesa ASML que graban los circuitos de los semiconductores. Estos circuitos se miden en nanómetros, cuanto más pequeños son más rápido circula la información. Al mismo tiempo enumeró las empresas chinas que tienen prohibido participar del mercado de chips estadounidense.

La respuesta China a las trabas norteamericanas no se hizo esperar. Restringió la exportación de dos minerales críticos -el germanio y el galio- imprescindibles para la producción de los chips de última generación. Prohibió también comprar productos a la empresa estadounidense Micrón.

Impacto contradictorio

Las principales empresas norteamericanas de alta tecnología advirtieron oportunamente que la política proteccionista de la administración Biden perjudicaría a su propia industria y terminaría favoreciendo la producción china. Tanto porque prohíbe a sus empresas participar del mercado chino -exportaban unos 400.000 mill. de dólares anuales en chips- como porque impulsarían la investigación sustitutiva en la República Popular.

Las restricciones complicaron el comercio internacional y la economía global, con efectos muy negativos en EEUU y muy estimulantes en la República Popular. No son pocos los analistas que consideran un verdadero fracaso, incluso de carácter estratégico, la política estadounidense. Política que terminó creando su propia competencia en materiales estratégicos. Es que en forma sorprendente y en muy poco tiempo, lo anunciaron en agosto 2023, empresas chinas tuvieron resultados muy positivos en desarrollar un tipo de chip de última generación, que puede competir e incluso superar a los de fabricación norteamericana.

Sin embargo y contradictoriamente recientes estudios muestran, una vez sancionada la Ley de Semiconductores, que aprobó subsidios por 39.000 millones de dólares para la fabricación de chips locales, cómo miles de empresas norteamericanas se han volcado a esta producción con cuantiosas inversiones.

Estamos en presencia de una fuerte contradicción entre los intereses geopolíticos de las potencias y los intereses de las grandes corporaciones tecnológicas. A tal punto que varias firmas importantes de EEUU y Europa abandonaron el mercado chino y se relocalizaron en países del sudeste asiático -Vietnam, Malasia, Indonesia- claro que lo hicieron arrastrando detrás de ellas a sus asociadas chinas. Una clara muestra que el proceso de integración está presente más allá de los proteccionismos.

La relación conflicto-cooperación entre un imperio declinante, que busca recuperar espacios y presencia internacional- y un proto imperio en ascenso que expande su influencia con relaciones comerciales y financieras, puede leerse también en clave tecnológica. Sin embargo también este plano está condicionado por las tensiones que cruzan el tablero mundial. Sea Europa, como el Asia Central o el Oriente Medio, sin olvidar la región de Taiwán y el Mar del Sur de la China. Como en Nuestra América el reciente asalto a la embajada de México en Ecuador y la situación creada en Venezuela por las últimas elecciones presidenciales.

Todos conflictos políticos que tensionan el escenario mundial que registra un fuerte ascenso de las derechas y ultraderechas, pero por ahora interfieren pero no frenan la dinámica disputa-cooperación- integración en el mundo de las nuevas tecnologías.

Fuente: Tramas