Patagonia

Expectativas y realidades de una juventud desencantada: deudas pendientes con estudiantes que quedan afuera del sistema

Un informe reciente de Argentinos por la Educación muestra que 8 de cada 10 jóvenes argentinos quieren seguir estudiando tras la secundaria, pero solo la mitad lo hace, en un contexto signado por las "grandes disparidades de expectativas y de oportunidades educativas y laborales para los jóvenes de distintos niveles socioeconómicos". Entre los jóvenes de 19 a 25 años, el 26% no terminó la escuela. En Chubut, el tema de la deserción escolar y las oportunidades para los estudiantes parece una prioridad, aunque no siempre se haya reflejado así en las políticas públicas. La falta de presupuesto, la pandemia de por medio y las crisis estructurales hacen que cerca de 11 mil chicos en toda la provincia tengan trayectorias escolares interrumpidas.

Según datos recientes, se registra una expansión del sistema educativo en el período 2033-2021: aumentó la proporción de escolarizados en el Nivel Secundario, que tuvo como correlato un aumento en la terminalidad del nivel.

Sin embargo, el informe "Educación y Trabajo: expectativas y realidades de Jóvenes en Argentina" (2024) de Argentinos por la Educación, plantea que en este escenario no todos los jóvenes tienen las mismas oportunidades de continuar los estudios o plantear un proyecto de vida estable. En este sentido, se plantearon el objetivo de "caracterizar tanto las expectativas como la situación efectiva en el mercado laboral de los jóvenes en Argentina, tras finalizar sus estudios secundarios", mediante el análisis de los cuestionarios complementarios de las evaluaciones Aprender 2022 a los alumnos del último año de la secundaria, cruzados con la situación del mercado laboral y escolar de los jóvenes de 19 a 25 años en base a la Encuesta Permanente de Hogares del 2023.

En la franja etaria de 19 a 25 años, el 38% estudia y el 38% trabaja. A eso se suma el dato de que a esa edad, el 26% de los argentinos no terminó la escuela.

La mayoría de los alumnos del último año de secundaria planea estudiar y trabajar (52%), seguidos por quienes planean sólo estudiar (33%), sólo trabajar (12%), y quienes tienen otros proyectos (3%). En resumen, el 85% planea estudiar y el 64% trabajar. El porcentaje de quienes planean estudiar y trabajar a la vez sube en el decil de menores ingresos y baja unos 7 puntos en el decil más rico.

Mario Oporto, exministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires y académico asociado de Argentinos por la Educación, plantea que es necesario "tener muy en cuenta las condiciones materiales concretas necesarias para que los jóvenes puedan concretar esas expectativas de continuidad en sus estudios. El sistema educativo tiene que pensar profundamente en dispositivos y organizaciones institucionales que contemplen a quienes trabajan mientras cursan el nivel medio y superior. Una formación profesional de alta calidad postsecundaria, como alternativa a la educación universitaria o terciaria no universitaria, es un proyecto a seguir desarrollando".

Chubut cuenta con una amplia oferta de propuestas universitarias y terciarias, que colaboran, en parte, a fortalecer las expectativas académicas de jóvenes de la región así como para combatir el desarraigo. La Universidad del Chubut y la Universidad Nacional de la Patagonia (ambas con distintas sedes a lo largo del territorio provincial) junto a los distintos institutos terciarios de la región contienen una buena parte de los y las estudiantes que pueden acceder con mayor facilidad a la educación superior.

Desigualdades

Uno de los puntos clave de este tipo de informes es la diferencia que aparece entre los grupos de menores y mayores ingresos, ya sea en cuanto a las aspiraciones para seguir estudiando y en el porcentaje de cuántos logran hacerlo.

De acuerdo a otro trabajo del Observatorio Argentinos por la Educación ("Desigualdad educativa en el nivel superior"), en el grupo más pobre de estudiantes, el 72% aspira a seguir estudiando, sin embargo solo el 21% de los jóvenes de 19 a 25 años lo logra. En el decil más rico el 95% aspira a estudiar pero el 51% lo hace.

El informe subraya también que "apenas el 12,4% de los jóvenes del decil más bajo de ingresos cursa estudios universitarios en Argentina, mientras que en el decil más alto, el 46,0% de los jóvenes accede a la universidad. Las desigualdades se profundizan a medida que avanzan las carreras: en los últimos años hay mayor concentración de estudiantes de los sectores de mayores ingresos".

En esta línea, 1 de cada 10 jóvenes (12,4%) del decil de ingresos más bajo cursa estudios universitarios en la Argentina. En el otro extremo, en el decil más alto, casi la mitad de los jóvenes (46,0%) asisten a la universidad.

El dato es fundamental al pensar en los recursos materiales necesarios para sostener una trayectoria educativa, a la par del sostenimiento de políticas públicas que puedan favorecer a los grupos más pobres en esta dimensión.

En la investigación "Jóvenes y pandemia: experiencias estudiantiles en Chubut" (2021), llevada a cabo por Luciana Lago, Julia Sanabria, Piero Julián Ronconi y Paula Zuluaga, los autores subrayan que una buena parte de las y los entrevistados (estudiantes de nivel secundario, terciario y universitario) "dieron cuenta de la necesidad de contar con programas sociales o con becas, en un momento en el cual la profundización de las problemáticas laborales aumenta la necesidad de acompañamiento en sus trayectorias estudiantiles".

Y enmarcan esta necesidad en un contexto nacional, con sus particularidades provinciales: "Debido al desfinanciamiento que el sistema educativo sufre desde 2018, asistimos a una etapa de crisis y de retracción del alcance y la cobertura de políticas públicas que contemplan a los/as estudiantes. Esto se refleja en el cierre de los Centros de Actividades Juveniles, en la incertidumbre frente al otorgamiento de becas (como el Progresar o las becas de Bienestar Universitario), en las demoras y en las interrupciones en el servicio del TEG y en el desmantelamiento del programa Conectar Igualdad, entre otras políticas que tienen a los/as estudiantes como principales destinatarios/as y que resultan insuficientes, se encuentran en estado crítico o han desaparecido".

El dato central a nivel nacional, más allá del ingreso a la universidad, es que los estudiantes que permanecen son aquellos que pertenecen a los grupos de mayores ingresos, mientras que los de menores ingresos suelen representar porcentajes más bajos de la población universitaria.

La situación de Chubut: surfeando la postpandemia

Poco se puede discutir sobre las posibilidades de proyectos de vida profesionales o académicos si los jóvenes están fuera del sistema educativo. Para la provincia, ese viene siendo el debate de los últimos años.

La foto completa muestra que, a nivel nacional, el abandono escolar bajó algunos puntos en los últimos años. No obstante, la problemática de la deserción se profundizó notablemente a partir de la pandemia, por la falta de recursos para la conexión virtual o la necesidad de salir a trabajar, condiciones que tienen como consecuencia trayectorias académicas intermitentes.

"La pandemia sobredimensiona las problemáticas sociales que ya existían, y las situaciones que eran difíciles se volvieron extremas. Hay núcleos familiares muy complicados que tienen que generar respuesta a demandas que antes se podían sostener. Hay una caída de los estratos sociales medios hacia los bajos y están sosteniéndose en base a ayudas del gobierno y ‘changas'", expresaba en 2021 Pablo Sappa, director de la Escuela de Pesca de Puerto Madryn.

En agosto de 2022, la en ese entonces ministra de Educación de Chubut, Florencia Perata, concurrió a la Legislatura ante un pedido de informe sobre la situación del sistema educativo provincial. Allí expuso que se registraba una salida del sistema de más de 18 mil chicos, además de 3 mil chicos de escuelas de nivel secundario que estaban fuera del sistema y casi 11 mil con trayectorias bajas o interrumpidas.

La diputada radical Andrea Aguilera, quien convocó a Perata, dijo que "la realidad es que en la Provincia los números son alarmantes", y agregó que abundaban las explicaciones "sobre cómo se ha reorganizado el Ministerio, de cómo se establecieron diferentes protocolos a efectos de poder hacer frente a estos años de pandemia, pero no hubo ninguna referencia a los resultados que en materia pedagógica han dejado estos dos años".

"Esta es la alarma, venimos diciéndolo hace dos años, es necesario reformular el sistema de manera tal de poder atender esta situación de urgencia que excede a la pandemia. Esto no se termina con la presencialidad, los chicos no tienen condiciones para seguir avanzando en sus años escolares, se los hace pasar, llegan al final, se les entrega un certificado y ese chico fracasó en la escuela y va a fracasar en la vida", expresó en esa oportunidad.

Y argumentaba que eso ocurría "por esta situación concreta que presenta hoy la escuela en sus tres niveles y que el Gobierno del Chubut de Mariano Arcioni parece no advertir, justifica, desvía el foco de atención, hace referencia a cuántas escuelas se han reparado, ha cómo se ha regularizado en materia salarial, pero el hecho puntual es que los chicos salen del sistema educativo, los que están se sostienen solo con presencialidad, no con contenidos que le permitan llegar al último año en condiciones".

En este sentido, pese a que la pandemia apareció como uno de los principales factores de este escenario, especialistas e investigadores sostienen que el aislamiento preventivo, social y obligatorio no hizo más que profundizar desigualdades ya existentes.

"La pandemia llegó cuando en la mayoría de las escuelas públicas de Chubut aún no había iniciado el ciclo lectivo. Esta situación se debía a la falta de pago de los salarios docentes, a la falta de inversión edilicia y de presupuesto para comedores escolares, y a las paritarias docentes por debajo de la inflación, lo que dio continuidad a un ciclo de luchas docentes y estudiantiles iniciado en 2018", explican los autores de "Jóvenes y pandemia: Experiencias estudiantiles en Chubut".

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A ello se suman los problemas edilicios, un condicionante estructural que afecta a una gran parte de los establecimientos de toda la provincia casi de manera constante desde hace décadas.

En este contexto, trabajadores docentes, familias y funcionarios tienen la tarea de asegurar la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo, garantizar la reinserción de quienes están afuera y afianzar la movilidad, para fortalecer, en última instancia, un derecho básico para las y los jóvenes.