Opinión

El discurso del odio unifica todos los metaversos

Por Gonzalo Berra

Internet, ese ámbito de libertad que nos llenó de esperanza a fines de los 90 y principio de los 2000, se ha convertido en un protocolo de comunicaciones muy económico y eficaz de transferencia de información utilizado por las apps para encerrarnos en mundos claustrofóbicos. Metaversos estancos donde los sentimientos y la interacción humana se reduce a un me gusta. La angustia aumenta cuando el likeo escasea, cuando un tuit no circula como esperábamos, cuando un video en TikTok no se viraliza. La pobreza de las amistades digitales, el doble azul de Whatsapp, el ghosteo y el sexo de Tinder u Only fans, donde somos un producto en una góndola, son la muestra cabal de un mundo donde el éxito y el fracaso dejaron de ser impostores. Ahora son una verdad objetiva, cuantificada en la cantidad de horas que dura la batería del celular que nos ha secuestrado.

Existen tantos mundos paralelos (metaversos) como apps y en cada uno de ellos asumimos distintas personalidades. Pasamos del adorador de perritos en Instagram, al festejador de cumpleaños en Facebook, al políticamente incorrecto de twitter, al chistoso y ocurrente de TikTok, al asesino de Creed, al millonario que mina cripto, al animal sediento de porno. Todo eso, claro, si usáramos sólo un avatar. Pero podemos tener finsta (una cuenta falsa de Instagram) o tener tantos avatares como se nos ocurra en una misma red social. ¿Por qué no?

¿Quiénes somos? ¿Quién es cada uno de nosotros? ¿Es posible ser alguien sin referencia a un metaverso específico? ¿Qué es la realidad? ¿Existe algún terreno en común que nos una a todos en un lugar llamado sociedad? ¿Será la realidad la suma de todos los metaversos paralelos? Si es así, ¿quien detenta el poder? ¿Será una estrategia de poder estar en todos los metaversos simultáneamente,"en todas partes al mismo tiempo", como nos cuenta la película ganadora del Oscar 2023? ¿Dejar de estar en un metaverso es morir? Y volver, ¿es renacer?

La ultraderecha avanza en el mundo y destaca especialmente por el uso descollante de la comunicación digital. La comunicación basada en algoritmos fomenta, qué duda cabe ya, la posverdad, la información maliciosa o falsa. Pero el neofascismo es tan moderno como lo fueron Mussolini y Hitler en su momento y al mismo tiempo es un anacrónico metaverso que regresa del pasado para anudar la garganta y hacernos pensar que el fin de la democracia ha llegado; que tarde o temprano las mismas atrocidades del pasado se repetirán. Porque nada bueno ha sucedido nunca desde el odio y la violencia.

El discurso de odio, el miasma ultra que se refiere a cualquier forma de comunicación que denigre a una persona o grupo en base a atributos como raza, religión, origen étnico, género, orientación sexual, etc. Se manifiesta de forma verbal, escrita y a través de medios digitales.

No afecta solamente a las víctimas directas. Tiene implicaciones mucho más amplias para la cohesión social y la convivencia democrática. Perpetúa estereotipos negativos, fomenta la exclusión, incita a la violencia. Contribuye a la creación y mantenimiento de estructuras de poder y desigualdad, en las cuales ciertos grupos son sistemáticamente desfavorecidos.

El discurso del odio unifica todos los metaversos en donde están los ultras, construye una misma realidad donde la crueldad es el método de resolución de conflictos.

El metaverso mileista incluye un relato épico basado en las humildes clases de economía de la Universidad el Belgrano en los 90. Es un video juego donde los perros muertos hablan, se clonan. Un mundo paralelo donde las hermanas son primeras damas, donde los Rolling Stone aprendieron de Javo y el Dibu se inspiró en el chico que atajaba en Chacarita. En este mundo, el león barre con los militantes radicales que son su mayor enemigo junto con los socialistas. En la realidad virtual, la libertad es la de los vaqueros del medio oeste americano, la de un pensador marginal desconocido como Rothbard. Un mundo donde todavía vivimos en la guerra fría pero, ojo, en este mundo paralelo los comunistas dominan el mundo.

A pesar de que, como sucedía con el general Perón, sus mejores amigos europeos son los franquistas, LLA postula ideas extremas que ni siquiera la ultraderecha europea defiende. LLA rechaza cualquier tipo de salud o educación públicas, el mercado debe decidir. La justicia social es una aberración. Evita visitaba a Franco, Karina y Milei a Vox.

Desde luego que un día cualquiera de estos, el metaverso libertario resultará imposible de sostener y quedarán a la vista de todos las heridas sociales profundas de este proyecto político cruel y delirante que hemos votado los argentinos. Miraremos para atrás y no podremos creer lo que nos ha tocado vivir, algo parecido a lo que nos sucede cuando pensamos en Lopez Rega.

Mientras tanto trataremos de sobrevivir, que no es poco.

Fuente: elDiarioAr