Quién podrá ponerle un tapón al Titanic de Chubut: el Peronismo Frankenstein vs. Cambiemos Pero No TantoEl cacique Orkeke le dijo a Musters: "los piojos no duermen nunca". Un dirigente que ocupó cargos relevantes me recordó en off que "las megaempresas no pierden nunca, ni cuando parece que pierden". La sombra de Vaca Muerta está pulverizando a la Cuenca del Golfo San Jorge y Chubut tiembla. Las empresas no van a perder nada, porque están allá y acá, y más allá, pero las víctimas van a ser muchas. Entre ellas, los trabajadores petroleros, los contratistas y todos aquellos que serán perjudicados por un éxodo que ya está en marcha; pero también los ingresos provinciales y municipales caerán brutalmente tras largos años de una política de arrase de los recursos. En ese escenario comienza la larga campaña electoral en Chubut, que se asemeja a un Titanic en cámara lenta, entre el Peronismo Frankenstein y Cambiemos Pero No Tanto.
Con la excepción del período histórico de Mosconi en YPF, las operadoras privadas se han movido a su gusto, con escaso control económico y ambiental. En paralelo, desde el descubrimiento del petróleo en 1907 -no buscaban agua, no lo repitan en las escuelas-. hasta 1957 los gobiernos nacionales se apropiaron totalmente de los recursos que llegaban al Estado por la explotación. Las dictaduras, ni hablar. Cuando los territorios nacionales se convirtieron en provincias en 1957 estas empezaron a hacer el papel del dueño timorato que posee la titularidad del recurso, pero otorga su explotación a cambio de muy poco.
La historia verdadera de la explotación del petróleo está por escribirse, pero resulta evidente que no dejó como resultado provincias ricas ni sociedades culturalmente sofisticadas.
No son todos iguales, no son todos ladrones
No existe una ley de lobby en la Argentina, y en las provincias la calidad institucional es la de un despacho de bebidas clandestino y ubicado en las afueras.
No se habla de eso, porque pocas empresas manejan la economía de cada provincia, No solo hablan al oído de quienes gobiernan, sino que alojan en su portaaviones a todos los candidatos del sistema y aportan oxígeno económico y contenidos al grueso de los medios obedientes.
Los políticos en ejercicio hacen mucho más daño con las decisiones que toman en el poder que por la contraprestación que reciben para aprobar concesiones, licitaciones, contrataciones y otras fiestas populares.
Un dirigente de primer nivel puede juntar millones de dólares que embolsa directamente en paraísos fiscales, pero una firma suya le hace perder al distrito que gobierna no millones, sino miles de millones; con el respaldo de legisladores y la "Justicia".
"Cuando Cristo dijo no, usted sabe bien lo que pasó", reza la canción de Zitarrosa, pero algunos pocos se atreven a decir "no".
Un excepcional gobernador de la Patagonia se negó a participar de la modalidad de contratación de la obra pública que implicaba desembolsos anticipados. Amonestado hasta la puteada por el Presidente, prefirió renunciar al cargo de gobernador de Santa Cruz, en un país donde nadie resigna su puesto al menos que sea ad honorem o lo sorprendan in fraganti en un delito.
Ese ex gobernador se llama Sergio Acevedo, antes jefe de la SIDE, y el jefe de Estado era en ese momento Néstor Kirchner. Ejerce como abogado y como profesor en Pico Truncado, su ciudad de origen. No lo hizo con ese objetivo, pero desmintió la frase popular que dice: "son todos iguales, son todos ladrones".
Un senador de Chubut, ya legendario, me contó un chiste breve pero efectivo. Un legislador de Estados Unidos invita a otro de Argentina. Le muestra una serie de obras gigantescas de infraestructura y le dice: "el 10% está acá", señalando su bolsillo. El argentino replica la invitación. Muestra a su colega varios baldíos y zonas arrasadas y con la mirada en su bolsillo afirma: "el 30% está acá". No hay remate.
Los ejemplos históricos
Los hechos, y no las palabras, revelan el verdadero pensamiento de los líderes políticos.
En 1984, el gobernador chubutense Atilio Viglione -un prócer del radicalismo- aceptó resignar un porcentaje significativo (0,3746 puntos) de los ingresos por coparticipación federal de impuestos, que pasó del 1,9588% a 1,5842%. Buenos Aires fue la otra provincia que resignó recursos, pero luego la "indemnizaron" otorgándole el millonario "Fondo del Conurbano Bonaerense". Chubut sigue esperando como Penélope, y perdiendo miles de millones desde entonces.
Gobernadores de la Patagonia como Carlos Maestro y Néstor Kirchner, junto a toda su pléyade de legisladores, corrieron alborozados a aprobar la ruinosa privatización de YPF en 1991. A cambio de su entusiasmo, recibieron del gobierno de Menem una "reparación histórica". En Chubut esos fondos terminaron en una pretendida "revolución productiva" que solo dejó deudas y zorros cimarrones abandonados pero muy pocas obras de infraestructura destacables.
En Santa Cruz pavimentaron la carrera presidencial del entonces gobernador mientras el eje petrolero de esa provincia continúa sigue siendo hasta hoy la zona más pobre y socialmente perjudicada de la provincia.
La ministra de Economía de Martín Buzzi, Graciela Dufour, abrió la ancha compuerta del pago de deuda con regalías, al constituir el fideicomiso que les garantizaba a los acreedores en dólares el pago con regalías. "Fue una barbaridad", admitió ella misma, pero nadie se propuso enmendar ese error de inmensa gravedad estratégica.
Las gestiones de Buzzi, Das Neves y Arcioni se valieron de esa posibilidad para el Gran Festival de Endeudamiento. La bola de nieve es imparable: este año Chubut pagará 120 millones de dólares de deuda, y la situación se agravará en 2024 ya con otro gobernador al timón de un barco que se asemeja al Titanic, aunque se hunde con lentitud exasperante.
La nueva alianza
La alianza que parece consolidarse entre Luque y los hermanos Sastre reúne a los jefes territoriales de las dos ciudades más "ricas" de Chubut. Ambas son de ciencia ficción, en el sentido de que presentan una gran burbuja de riqueza en zonas cada vez más lujosas pero rodeadas de cordones de pobres que a veces ni conocen el centro.
El acuerdo estratégico en proceso tiene gran sentido político y es innovador, porque históricamente el concepto hegemónico del "Valle" unía tácticamente a Madryn, Trelew y la zona de imprenta galesa, incluyendo a Esquel, y dejaba a Comodoro Rivadavia como el enclave de los petroleros "ricos" que "no saben" hacer política.
La Armada Brancaleone que parecen destinados a comandar a su pesar Luque y los Sastre deberá encarar desafíos y paradojas. El peronismo de Chubut se ha mostrado en los últimos años como un grupo improvisado de personas muy mal dirigidas o muy mal preparadas para la misión que se proponen. Así lo evidenciaron en la derrota calamitosa de Linares ante el improvisado Arcioni y en la conducción de un partido que parece una sombra de lo que supo ser el peronismo.
El peronismo de Chubut es un auténtico Frankenstein. Un remiendo de sectores y dirigentes que carecen de objetivos claros y proyectos sustentables. Soportó el "provechismo" de Das Neves y la extraña gestión de Arcioni sin diferenciarse, y ahora pretende recuperar el poder sin mostrar cómo enfrentará las políticas del arrase que llevaron a Chubut a este escenario de endeudamiento, pesadumbre y ausencia del Estado.
El monstruo de Mary Shelley es un símbolo de que todos podemos llegar a ser malvados, y el joven Frankenstein un científico que no tiene conciencia de lo que está creando. Está dominado por la hybris, la ambición absoluta que llevó a Prometeo a desafiar a los dioses y entregar el fuego a los hombres; y que Nelson Castro atribuyó a Cristina Fernández de Kirchner. El crimen de Víctor Frankenstein es abandonar su creación.
Tal vez el peronismo pueda reunir sus piezas con un mínimo de coherencia, inspirándose en lo que supo ser como movimiento histórico, aquel que repartía entre los trabajadores el 50% del PBI. O al menos convertirse en el Frankenstein de Mel Brooks y Marty Feldman, para estar más cerca de la risa que de la tragedia que acecha al movimiento en tiempos de Alberto.
Ahora el problema no es Arcioni
Luque y Sastre quedaron sobre la cubierta del mismo Titanic que Arcioni fue agujereando desde la muerte de Das Neves, y corren el riesgo de pagar el costo electoral del Estado de una provincia en coma.
Tendrán que sacudirse a los muertos políticos del peronismo, que van desde el propio Alberto, el empecinado, hasta Arcioni, un hombre de suerte que nunca paga los destrozos.
El compañero de Facultad (privada) de Sergio Massa atravesó huelgas prolongadas, se enfrentó con los trabajadores de todo el Estado y sobrevivió a la pueblada que hizo retroceder la habilitación de la minería. No ha perdido ni su cargo -de alguna manera evitó el juicio político que el kirchnerismo anunciaba como inminente- ni su sonrisa gélida.
Decir livianamente que eso se debe solamente a la suerte es un insulto a la inteligencia. Los atributos intangibles de Arcioni sin duda pesaron en estos años, y es muy probable que su lógica de escribano y liceísta hayan conformado una mentalidad que hace del pragmatismo un objetivo único. Quizás en las largas noches de guardia en el Liceo Militar haya hojeado distraídamente a Maquiavelo o Sun Tzu, y con eso le alcanzó para dominar a una clase política mediocre que lo menospreció desde su aparición junto a Das Neves.
Supo que los hombres de la política se venden, algunos por un precio bajo, Otros son más ambiciosos, y por eso hizo de la caja un mandato. Se llevó puestos a "jóvenes brillantes" como Carpintero, que terminó igual que un corrupto integral como Correa; mientras Arcioni no movía ni un dedo al ver pasar hacia la cárcel a quienes lo habían atormentado cuando era vice.
Al ganarle la elección a un veterano de rosca política como Carlos Linares, quedó en claro que la sociedad chubutense no lo había colocado en el centro de la corrupción dasnevista.
Ahora el problema no es de Arcioni, sino de los otros. Ricardo Sastre es un modelo de adaptación que Darwin admiraría. Se fue desde el peronismo hacia el dasnevismo fulgurante y ahora avanza en un acuerdo programático con Luque junto a su hermano Gustavo mientras se despega de Arcioni, del que es vice gobernador.
Luque llevó a la gestión municipal de Comodoro Rivadavia a una fase superior. No es suspicaz decir que su modelo de desarrollo urbanístico, social y de espectacularización de la cultura se asemeja al de Rodríguez Larreta en CABA. La ciudad comenzó a romper esa idea instalada de que "Madryn está mucho mejor" y se muestra -en una parte importante de su geografía- como un enclave moderno. Falta, pero "parece otra".
Aparte de eso, los extremos de estratificación social van desde La Herradura -el barrio ultra privado que dejó a Rada Tilly en segundo plano y es el pequeño Nordelta de los verdaderos "ganadores" de Comodoro- hasta barrios donde el pleno empleo del INDEC no parece llegar y las infraestructuras dejan que desear.
Torres, la UCR y la mochila
En el otro rincón, diría un relator de box, está Ignacio Torres, que despegó con una velocidad de asteroide desde un humilde cargo administrativo del PAMI hasta el Congreso y se convirtió en el senador nacional más joven de la Argentina.
Su movimiento casi frenético por el territorio parece tomado de un manual peronista. Lo combina con un cultivo cuidadoso de la relación con Macri -quien lo invitó a comer con Vargas Llosa, por ejemplo- pero también con Rodríguez Larreta y Bullrich. Tan amplio como exclusivo es Cambiemos, aunque lo que parece viento de cola puede convertirse en mochila de piedra si el macrismo descarrila en su xenofobia y autoritarismo.
El problema de Torres en su camino a la gobernación es especialmente el fuego amigo. Biss, Pagliaroni, Menna y otros radicales se sumaron a la lógica de Morales -el jujeño que busca subir el precio de la UCR ante los halcones del PRO- y establecieron un auténtico plan de operaciones contra el nuevo joven brillante. Para eso armaron una alianza táctica con Arcioni -quien viene financiando a Rawson desde que gobierna Biss- y trabajan concienzudamente para esmerilar al precandidato. Nadie sabe si será una típica operación radical, que implica presionar, tirar de la cuerda y luego pedir una cuota relevante del pack de dinero, cargos y poder al que podría acceder Nacho, o si pretenden ir más allá. Si eso se consuma en una ruptura o interna desgastante y cara, la operación puede constituir el mayor aporte de Arcioni a la campaña peronista, porque su gobierno no puede mostrar ningún compilado de grandes éxitos.
El desierto de las ideas
Torres se mueve desde hace tiempo por los pueblos de Chubut. Deberá evitar una eyaculación precoz, como esas selecciones de fútbol que alcanzan su techo antes del Mundial, como le ocurrió a la de Bielsa.
El mundo de las redes es un campo especialmente fértil para Torres, con las granjas de trolls entrenadas y el expertise que le proporcionan los equipos de Larreta. Se ocupó también, con una lógica que hace mucho cultivaba el peronismo, de acercarse a dirigentes barriales, vecinales y gente de todo tipo que penan por la ausencia del Estado en casi todos los rincones de la provincia. Lo mismo hizo con buena parte de los periodistas, verticalizados hasta la violación de la dignidad por las patronales chubutenses y desconocidos por el gobierno de Alberto, que nunca supo si en Chubut existen medios de comunicación; como tampoco lo hicieron los dirigentes provinciales trasplantados a la fantástica CABA.
El peso de Macri aplasta las espaldas de Torres y de todos los que vienen del PRO. Las medidas contra la Patagonia y el endeudamiento feroz del Estado lideradas por el ingeniero no desaparecen de la memoria colectiva. Es cierto que el gobierno de Alberto convalidó esa deuda monstruosa al renunciar a investigarla o denunciarla.
¿Estamos ante un empate entre los desquicios de Macri y los de Alberto? El bien y el mal definen por penal.
Es difícil que aparezcan ideas originales en el discurso de los candidatos. Condicionados por la historia reciente -ninguno quiere recordar los desastres causados por sus compañeros de partido, sino hacerlos olvidar- las declaraciones están repletas de frases que significan poco.
Políticos necesarios o innecesarios
La relación de la clase política y la sociedad con las élites económicas y empresarias es una de las claves que definirá el futuro. Las prácticas de las élites se relacionan directamente con la producción de pobreza y desigualdad.
En algunos países los miembros de la élite asumieron que mantener a grandes grupos sociales en la extrema pobreza ni siquiera es bueno para sus negocios. En el Valle del Cauca (Colombia) un grupo de empresarios reaccionó a la inmensa crisis de 2021 creando un fondo destinado a solucionar problemas urgentes como el hambre, el desempleo, la educación y la falta de oportunidades. En dos meses aportaron 12 millones de dólares, aparte de los impuestos.
Oiremos frases desgarradoras de políticos y empresarios sobre la crisis inevitable que provocará el desplazamiento de las inversiones hacia Neuquén. Podrían dejar de lado por un tiempo la caridad mediante becas, cursos o forestaciones para aportar de un modo contante y sonante, o seguir el modelo de aquellos colombianos.
Warren Buffet dijo que "sí estamos viviendo una guerra de clases, y la estamos ganando nosotros, los ricos". Tal vez los CEOS de PAE, Aluar y algunas empresas más podrían desplazarse unos centímetros desde la lógica hegemónica de ultra rentabilidad hacia una mirada que incluya un dejo de humanidad traducida en hechos.
La clase política confía en que la sociedad siga el mandato de "voten y cállense" y en que la gente se interese por los asuntos públicos durante un breve tiempo de elecciones y luego delegue todo insensatamente en los representantes "del pueblo". Sin embargo, la desesperación está presionando contra los diques del liberalismo, y allí confluyen con su bronca la generación de cristal, los trabajadores y los jubilados.
La sumisión de los dirigentes a los dictados de las élites los convierte en meros delegados, y les deja un hilo muy delgado para hacer política. Podrían dejar de ser necesarios para empresas que está comprometidas con la democracia siempre y cuando el sistema no afecte sus negocios.
El cacique Orkeke le dijo a Musters: "los piojos no duermen nunca". Un dirigente que ocupó cargos relevantes me recordó en off que "las megaempresas no pierden nunca, ni cuando parece que pierden". La sombra de Vaca Muerta está pulverizando a la Cuenca del Golfo San Jorge y Chubut tiembla. Las empresas no van a perder nada, porque están allá y acá, y más allá, pero las víctimas van a ser muchas. Entre ellas, los trabajadores petroleros, los contratistas y todos aquellos que serán perjudicados por un éxodo que ya está en marcha; pero también los ingresos provinciales y municipales caerán brutalmente tras largos años de una política de arrase de los recursos. En ese escenario comienza la larga campaña electoral en Chubut, que se asemeja a un Titanic en cámara lenta, entre el Peronismo Frankenstein y Cambiemos Pero No Tanto.
Con la excepción del período histórico de Mosconi en YPF, las operadoras privadas se han movido a su gusto, con escaso control económico y ambiental. En paralelo, desde el descubrimiento del petróleo en 1907 -no buscaban agua, no lo repitan en las escuelas-. hasta 1957 los gobiernos nacionales se apropiaron totalmente de los recursos que llegaban al Estado por la explotación. Las dictaduras, ni hablar. Cuando los territorios nacionales se convirtieron en provincias en 1957 estas empezaron a hacer el papel del dueño timorato que posee la titularidad del recurso, pero otorga su explotación a cambio de muy poco.
La historia verdadera de la explotación del petróleo está por escribirse, pero resulta evidente que no dejó como resultado provincias ricas ni sociedades culturalmente sofisticadas.
No son todos iguales, no son todos ladrones
No existe una ley de lobby en la Argentina, y en las provincias la calidad institucional es la de un despacho de bebidas clandestino y ubicado en las afueras.
No se habla de eso, porque pocas empresas manejan la economía de cada provincia, No solo hablan al oído de quienes gobiernan, sino que alojan en su portaaviones a todos los candidatos del sistema y aportan oxígeno económico y contenidos al grueso de los medios obedientes.
Los políticos en ejercicio hacen mucho más daño con las decisiones que toman en el poder que por la contraprestación que reciben para aprobar concesiones, licitaciones, contrataciones y otras fiestas populares.
Un dirigente de primer nivel puede juntar millones de dólares que embolsa directamente en paraísos fiscales, pero una firma suya le hace perder al distrito que gobierna no millones, sino miles de millones; con el respaldo de legisladores y la "Justicia".
"Cuando Cristo dijo no, usted sabe bien lo que pasó", reza la canción de Zitarrosa, pero algunos pocos se atreven a decir "no".
Un excepcional gobernador de la Patagonia se negó a participar de la modalidad de contratación de la obra pública que implicaba desembolsos anticipados. Amonestado hasta la puteada por el Presidente, prefirió renunciar al cargo de gobernador de Santa Cruz, en un país donde nadie resigna su puesto al menos que sea ad honorem o lo sorprendan in fraganti en un delito.
Ese ex gobernador se llama Sergio Acevedo, antes jefe de la SIDE, y el jefe de Estado era en ese momento Néstor Kirchner. Ejerce como abogado y como profesor en Pico Truncado, su ciudad de origen. No lo hizo con ese objetivo, pero desmintió la frase popular que dice: "son todos iguales, son todos ladrones".
Un senador de Chubut, ya legendario, me contó un chiste breve pero efectivo. Un legislador de Estados Unidos invita a otro de Argentina. Le muestra una serie de obras gigantescas de infraestructura y le dice: "el 10% está acá", señalando su bolsillo. El argentino replica la invitación. Muestra a su colega varios baldíos y zonas arrasadas y con la mirada en su bolsillo afirma: "el 30% está acá". No hay remate.
Los ejemplos históricos
Los hechos, y no las palabras, revelan el verdadero pensamiento de los líderes políticos.
En 1984, el gobernador chubutense Atilio Viglione -un prócer del radicalismo- aceptó resignar un porcentaje significativo (0,3746 puntos) de los ingresos por coparticipación federal de impuestos, que pasó del 1,9588% a 1,5842%. Buenos Aires fue la otra provincia que resignó recursos, pero luego la "indemnizaron" otorgándole el millonario "Fondo del Conurbano Bonaerense". Chubut sigue esperando como Penélope, y perdiendo miles de millones desde entonces.
Gobernadores de la Patagonia como Carlos Maestro y Néstor Kirchner, junto a toda su pléyade de legisladores, corrieron alborozados a aprobar la ruinosa privatización de YPF en 1991. A cambio de su entusiasmo, recibieron del gobierno de Menem una "reparación histórica". En Chubut esos fondos terminaron en una pretendida "revolución productiva" que solo dejó deudas y zorros cimarrones abandonados pero muy pocas obras de infraestructura destacables.
En Santa Cruz pavimentaron la carrera presidencial del entonces gobernador mientras el eje petrolero de esa provincia continúa sigue siendo hasta hoy la zona más pobre y socialmente perjudicada de la provincia.
La ministra de Economía de Martín Buzzi, Graciela Dufour, abrió la ancha compuerta del pago de deuda con regalías, al constituir el fideicomiso que les garantizaba a los acreedores en dólares el pago con regalías. "Fue una barbaridad", admitió ella misma, pero nadie se propuso enmendar ese error de inmensa gravedad estratégica.
Las gestiones de Buzzi, Das Neves y Arcioni se valieron de esa posibilidad para el Gran Festival de Endeudamiento. La bola de nieve es imparable: este año Chubut pagará 120 millones de dólares de deuda, y la situación se agravará en 2024 ya con otro gobernador al timón de un barco que se asemeja al Titanic, aunque se hunde con lentitud exasperante.
La nueva alianza
La alianza que parece consolidarse entre Luque y los hermanos Sastre reúne a los jefes territoriales de las dos ciudades más "ricas" de Chubut. Ambas son de ciencia ficción, en el sentido de que presentan una gran burbuja de riqueza en zonas cada vez más lujosas pero rodeadas de cordones de pobres que a veces ni conocen el centro.
El acuerdo estratégico en proceso tiene gran sentido político y es innovador, porque históricamente el concepto hegemónico del "Valle" unía tácticamente a Madryn, Trelew y la zona de imprenta galesa, incluyendo a Esquel, y dejaba a Comodoro Rivadavia como el enclave de los petroleros "ricos" que "no saben" hacer política.
La Armada Brancaleone que parecen destinados a comandar a su pesar Luque y los Sastre deberá encarar desafíos y paradojas. El peronismo de Chubut se ha mostrado en los últimos años como un grupo improvisado de personas muy mal dirigidas o muy mal preparadas para la misión que se proponen. Así lo evidenciaron en la derrota calamitosa de Linares ante el improvisado Arcioni y en la conducción de un partido que parece una sombra de lo que supo ser el peronismo.
El peronismo de Chubut es un auténtico Frankenstein. Un remiendo de sectores y dirigentes que carecen de objetivos claros y proyectos sustentables. Soportó el "provechismo" de Das Neves y la extraña gestión de Arcioni sin diferenciarse, y ahora pretende recuperar el poder sin mostrar cómo enfrentará las políticas del arrase que llevaron a Chubut a este escenario de endeudamiento, pesadumbre y ausencia del Estado.
El monstruo de Mary Shelley es un símbolo de que todos podemos llegar a ser malvados, y el joven Frankenstein un científico que no tiene conciencia de lo que está creando. Está dominado por la hybris, la ambición absoluta que llevó a Prometeo a desafiar a los dioses y entregar el fuego a los hombres; y que Nelson Castro atribuyó a Cristina Fernández de Kirchner. El crimen de Víctor Frankenstein es abandonar su creación.
Tal vez el peronismo pueda reunir sus piezas con un mínimo de coherencia, inspirándose en lo que supo ser como movimiento histórico, aquel que repartía entre los trabajadores el 50% del PBI. O al menos convertirse en el Frankenstein de Mel Brooks y Marty Feldman, para estar más cerca de la risa que de la tragedia que acecha al movimiento en tiempos de Alberto.
Ahora el problema no es Arcioni
Luque y Sastre quedaron sobre la cubierta del mismo Titanic que Arcioni fue agujereando desde la muerte de Das Neves, y corren el riesgo de pagar el costo electoral del Estado de una provincia en coma.
Tendrán que sacudirse a los muertos políticos del peronismo, que van desde el propio Alberto, el empecinado, hasta Arcioni, un hombre de suerte que nunca paga los destrozos.
El compañero de Facultad (privada) de Sergio Massa atravesó huelgas prolongadas, se enfrentó con los trabajadores de todo el Estado y sobrevivió a la pueblada que hizo retroceder la habilitación de la minería. No ha perdido ni su cargo -de alguna manera evitó el juicio político que el kirchnerismo anunciaba como inminente- ni su sonrisa gélida.
Decir livianamente que eso se debe solamente a la suerte es un insulto a la inteligencia. Los atributos intangibles de Arcioni sin duda pesaron en estos años, y es muy probable que su lógica de escribano y liceísta hayan conformado una mentalidad que hace del pragmatismo un objetivo único. Quizás en las largas noches de guardia en el Liceo Militar haya hojeado distraídamente a Maquiavelo o Sun Tzu, y con eso le alcanzó para dominar a una clase política mediocre que lo menospreció desde su aparición junto a Das Neves.
Supo que los hombres de la política se venden, algunos por un precio bajo, Otros son más ambiciosos, y por eso hizo de la caja un mandato. Se llevó puestos a "jóvenes brillantes" como Carpintero, que terminó igual que un corrupto integral como Correa; mientras Arcioni no movía ni un dedo al ver pasar hacia la cárcel a quienes lo habían atormentado cuando era vice.
Al ganarle la elección a un veterano de rosca política como Carlos Linares, quedó en claro que la sociedad chubutense no lo había colocado en el centro de la corrupción dasnevista.
Ahora el problema no es de Arcioni, sino de los otros. Ricardo Sastre es un modelo de adaptación que Darwin admiraría. Se fue desde el peronismo hacia el dasnevismo fulgurante y ahora avanza en un acuerdo programático con Luque junto a su hermano Gustavo mientras se despega de Arcioni, del que es vice gobernador.
Luque llevó a la gestión municipal de Comodoro Rivadavia a una fase superior. No es suspicaz decir que su modelo de desarrollo urbanístico, social y de espectacularización de la cultura se asemeja al de Rodríguez Larreta en CABA. La ciudad comenzó a romper esa idea instalada de que "Madryn está mucho mejor" y se muestra -en una parte importante de su geografía- como un enclave moderno. Falta, pero "parece otra".
Aparte de eso, los extremos de estratificación social van desde La Herradura -el barrio ultra privado que dejó a Rada Tilly en segundo plano y es el pequeño Nordelta de los verdaderos "ganadores" de Comodoro- hasta barrios donde el pleno empleo del INDEC no parece llegar y las infraestructuras dejan que desear.
Torres, la UCR y la mochila
En el otro rincón, diría un relator de box, está Ignacio Torres, que despegó con una velocidad de asteroide desde un humilde cargo administrativo del PAMI hasta el Congreso y se convirtió en el senador nacional más joven de la Argentina.
Su movimiento casi frenético por el territorio parece tomado de un manual peronista. Lo combina con un cultivo cuidadoso de la relación con Macri -quien lo invitó a comer con Vargas Llosa, por ejemplo- pero también con Rodríguez Larreta y Bullrich. Tan amplio como exclusivo es Cambiemos, aunque lo que parece viento de cola puede convertirse en mochila de piedra si el macrismo descarrila en su xenofobia y autoritarismo.
El problema de Torres en su camino a la gobernación es especialmente el fuego amigo. Biss, Pagliaroni, Menna y otros radicales se sumaron a la lógica de Morales -el jujeño que busca subir el precio de la UCR ante los halcones del PRO- y establecieron un auténtico plan de operaciones contra el nuevo joven brillante. Para eso armaron una alianza táctica con Arcioni -quien viene financiando a Rawson desde que gobierna Biss- y trabajan concienzudamente para esmerilar al precandidato. Nadie sabe si será una típica operación radical, que implica presionar, tirar de la cuerda y luego pedir una cuota relevante del pack de dinero, cargos y poder al que podría acceder Nacho, o si pretenden ir más allá. Si eso se consuma en una ruptura o interna desgastante y cara, la operación puede constituir el mayor aporte de Arcioni a la campaña peronista, porque su gobierno no puede mostrar ningún compilado de grandes éxitos.
El desierto de las ideas
Torres se mueve desde hace tiempo por los pueblos de Chubut. Deberá evitar una eyaculación precoz, como esas selecciones de fútbol que alcanzan su techo antes del Mundial, como le ocurrió a la de Bielsa.
El mundo de las redes es un campo especialmente fértil para Torres, con las granjas de trolls entrenadas y el expertise que le proporcionan los equipos de Larreta. Se ocupó también, con una lógica que hace mucho cultivaba el peronismo, de acercarse a dirigentes barriales, vecinales y gente de todo tipo que penan por la ausencia del Estado en casi todos los rincones de la provincia. Lo mismo hizo con buena parte de los periodistas, verticalizados hasta la violación de la dignidad por las patronales chubutenses y desconocidos por el gobierno de Alberto, que nunca supo si en Chubut existen medios de comunicación; como tampoco lo hicieron los dirigentes provinciales trasplantados a la fantástica CABA.
El peso de Macri aplasta las espaldas de Torres y de todos los que vienen del PRO. Las medidas contra la Patagonia y el endeudamiento feroz del Estado lideradas por el ingeniero no desaparecen de la memoria colectiva. Es cierto que el gobierno de Alberto convalidó esa deuda monstruosa al renunciar a investigarla o denunciarla.
¿Estamos ante un empate entre los desquicios de Macri y los de Alberto? El bien y el mal definen por penal.
Es difícil que aparezcan ideas originales en el discurso de los candidatos. Condicionados por la historia reciente -ninguno quiere recordar los desastres causados por sus compañeros de partido, sino hacerlos olvidar- las declaraciones están repletas de frases que significan poco.
Políticos necesarios o innecesarios
La relación de la clase política y la sociedad con las élites económicas y empresarias es una de las claves que definirá el futuro. Las prácticas de las élites se relacionan directamente con la producción de pobreza y desigualdad.
En algunos países los miembros de la élite asumieron que mantener a grandes grupos sociales en la extrema pobreza ni siquiera es bueno para sus negocios. En el Valle del Cauca (Colombia) un grupo de empresarios reaccionó a la inmensa crisis de 2021 creando un fondo destinado a solucionar problemas urgentes como el hambre, el desempleo, la educación y la falta de oportunidades. En dos meses aportaron 12 millones de dólares, aparte de los impuestos.
Oiremos frases desgarradoras de políticos y empresarios sobre la crisis inevitable que provocará el desplazamiento de las inversiones hacia Neuquén. Podrían dejar de lado por un tiempo la caridad mediante becas, cursos o forestaciones para aportar de un modo contante y sonante, o seguir el modelo de aquellos colombianos.
Warren Buffet dijo que "sí estamos viviendo una guerra de clases, y la estamos ganando nosotros, los ricos". Tal vez los CEOS de PAE, Aluar y algunas empresas más podrían desplazarse unos centímetros desde la lógica hegemónica de ultra rentabilidad hacia una mirada que incluya un dejo de humanidad traducida en hechos.
La clase política confía en que la sociedad siga el mandato de "voten y cállense" y en que la gente se interese por los asuntos públicos durante un breve tiempo de elecciones y luego delegue todo insensatamente en los representantes "del pueblo". Sin embargo, la desesperación está presionando contra los diques del liberalismo, y allí confluyen con su bronca la generación de cristal, los trabajadores y los jubilados.
La sumisión de los dirigentes a los dictados de las élites los convierte en meros delegados, y les deja un hilo muy delgado para hacer política. Podrían dejar de ser necesarios para empresas que está comprometidas con la democracia siempre y cuando el sistema no afecte sus negocios.