La feroz huelga petrolera de 2005: entraron a los golpes a TERMAP e hicieron recular a empresarios y políticos(Primera parte)
Hace 17 años se produjo la mayor huelga petrolera de los tiempos modernos en los yacimientos chubutenses, que desembocó en la primera toma de la playa de tanques de TERMAP en Caleta Córdova. La protesta obrera se extendió por 19 días y concluyó el 11 de octubre de 2005 con un triunfo de los trabajadores, que lograron torcerle el brazo a las operadoras y al poder político; desafiando a los gobiernos nacional y provincial que hicieron lo imposible por desarticular el reclamo. Mario Mansilla, líder del gremio en ese momento, reivindicó en 2016 la lucha, los métodos y las conquistas obtenidas. Jorge Ávila, actual secretario general del sindicato, recordó que "Cuando fuimos a TERMAP no éramos más de 20, porque otros se fueron a Ruta 3 y 26 o al cruce de Tecpetrol, porque ellos decían que ‘querían evitar que la policía nos siga'. Tuvimos que romper el alambrado, tuvimos que entrar a los golpes, pero entramos e hicimos esta gesta. Y ahí nació este sindicato".
La masividad y cohesión de la huelga se extendió con piquetes y asambleas por toda la región, pero además contó con un enorme apoyo social en medio de un altísimo nivel de conflictividad extendido a diferentes sectores laborales privados y estatales. Casi dos décadas después, no parece quedar nada de aquellas turbulentas jornadas de octubre de 2005. Los sindicatos están en otra sintonía, aunque las conquistas obtenidas no se desvanecieron. Es un hito para la memoria colectiva de los trabajadores del sector.
La parte final del mes de septiembre y las primeras dos semanas de octubre del 2005 serán recordados en la historia petrolera de Chubut como uno de los puntos más elevados de conflictividad laboral de los tiempos modernos.
El 7 de octubre los obreros petroleros irrumpieron en la playa de tanques de TERMAP (Terminales Marítimas Patagónicas) y mantuvieron la toma hasta el 11. Ese día se firmó el acta acuerdo que les permitió conseguir conquistas relevantes, que fueron mucho más allá del pliego de reivindicaciones que había desatado la extensa huelga y la ocupación de la terminal donde se concentra el petróleo producido en Chubut.
La huelga petrolera de 2005 fue un importante punto de inflexión en la lucha de clases entonces presente en la región. Generó procesos posteriores de ampliación como los que protagonizaron los petroleros de Las Heras durante 2006, la nueva toma de TERMAP protagonizada por el gremio de los Jerárquicos en 2010 y el proceso liderado por los Dragones en 2012.
Además, consolidó y expandió las bases en el sindicato petrolero, moldeó a una parte de la conducción sindical y marcó la cancha a las operadoras que -contra su costumbre- debieron resignarse a negociar en la misma Comodoro Rivadavia para terminar aceptando las demandas obreras.
El impacto en la memoria colectiva de los trabajadores del petróleo seguramente seguirá siendo histórico, más allá de la pasividad imperante en los tiempos que corren. El sector empresarial asumió en ese momento que no podría doblegar a los obreros movilizados sin una brutal represión que los cargaría con el peso de potenciales muertes.
También dejó enseñanzas al poder político, que quedó completamente desdibujado frente a un conflicto que combatió, intentó desbaratar y al final se ubicó entre los derrotados con la cabeza gacha.
Ver EES 65 (Septiembre/Octubre 2006): "La conflictividad social, de octubre a octubre"
https://issuu.com/eesimpresos/docs/ees_65
En Comodoro Rivadavia y buena parte de la Patagonia sur nadie olvidará aquellas jornadas insurreccionales en las que junto a los petroleros paraban los empleados de comercio, los estatales y hasta muchos policías dejaron sus armas para sumarse a las protestas por mejoras salariales.
Entre los sectores en conflicto surgió embrionariamente una Multisectorial por fuera de los canales "institucionales" tradicionales, pero su desarrollo se frustró y no llegó a liderar acciones de importancia.
La ciudad estuvo conmovida durante 19 días. Los piquetes se multiplicaban en las rutas hacia los yacimientos, se vivían situaciones de conflictos de poder en los que los obreros controlaban y las fuerzas de seguridad miraban.
La violencia estaba al orden del día entre ambas partes en disputa, y por casualidad o milagro no hubo muertes en un conflicto que rozó los bordes de la convivencia social.
El conjunto de la sociedad -históricamente reacia a las huelgas, piquetes y protestas de los petroleros a partir de prejuicios discriminación hacia quienes paradójicamente cobraban salarios superiores a los de clase media- en este caso sintió la victoria como propia, y la caravana de petroleros festejando con destino al centro fue acompañada a las orillas de la ruta con aplausos y puños en alto. Aunque sea por un rato, muchos vivieron el triunfo petrolero como propio, sintiéndose partícipes de la acción de aquellos que habían doblegado momentáneamente a los empresarios y la dirigencia política.
Ver EES 76 (Febrero/Marzo 2008): "Nuevas protestas sociales, de los cortes de ruta a las ocupaciones estratégicas"
https://issuu.com/eesimpresos/docs/ees_76
Impacto en el sindicalismo petrolero
Las conducciones sindicales del gremio petrolero en Chubut estuvieron fuertemente influenciadas por la huelga de 2005, tanto la de Mario "Chilote" Mansilla -que fue parte del proceso- como la de Jorge "Loma" Ávila, que lo sucedió al frente del sindicato.
No solamente el gremio se sentó con un enorme poder de fuego en las negociaciones con las empresas, sino que además se llenó de nuevos afiliados y activistas triplicando su cantidad de miembros. Pasó de 3.000 a más de 9.000 en los últimos 20 años.
Los métodos y la democracia de base desarrollada en la huelga marcaron el paso del gremio, los cuerpos de delegados y las asambleas por empresa, y se volvieron moneda corriente.
El activismo petrolero se extendió como reguero de pólvora y ya no resultaba sencillo para las operadoras y los dirigentes imponer pautas de conciliación que apuntaran a la tan meneada "paz social".
Eran años convulsionados, donde los obreros se sentían capaces de evitar que se dobleguen sus derechos y con poder suficiente para sostener conflictos prolongados.
Tanta es la influencia de aquellas jornadas que el hotel con que cuenta el gremio de base en Buenos Aires (en la calle Gallo 513) fue rebautizado bajo el nombre "11 de octubre" el mismo día en que concluyó el paro y la toma de TERMAP.
Años más tarde y bajo la conducción de Ávila el nombre fue nuevamente reformulado y se cambió por "7 de octubre", día en que se inició la toma de la playa de tanques en Caleta Córdova.
En su último intento por reconquistar la conducción del gremio, Mansilla impulsó la agrupación "11 de octubre" y en un video difundido por las redes sociales en plena campaña electoral de 2016 reivindicaba la lucha, los métodos y las conquistas 2005.
Sin embargo, Mansilla perdió y Ávila ganó con la agrupación "7 de octubre". En su discurso ante quienes lo acompañaron manifestó que "Es una fecha histórica para nosotros, pero también dolorosa porque ese día hubo incidentes y un trabajador de Seguridad fue golpeado. El petrolero nunca ejerce violencia, pero ese día, por una u otra razón, pasó. Vaya mi solidaridad, siempre lo hice".
Ávila recordó que "Cuando fuimos a TERMAP no éramos más de 20, porque otros se fueron a Ruta 3 y 26 o al cruce de Tecpetrol porque ellos decían que querían evitar que la policía nos siga. Tuvimos que romper el alambrado, tuvimos que entrar a los golpes, pero entramos e hicimos esta gesta. Y ahí nació este sindicato".
La dirigencia política en contra del paro
El poder político provincial se enfrentó al paro desde sus inicios y fue el ex gobernador Mario Das Neves quien intentó desarticularlo mandando a los petroleros "a trabajar". La política creyó en sus inicios que se trataba de una huelga más, de corta duración como tantas otras, y por eso se alineó rápidamente detrás de las presiones empresarias.
Esta vez los petroleros habían encarado la huelga con una decisión contundente, que la dirigencia no supo dimensionar ni controlar. Por eso sufrió un rechazo contundente y el propio Das Neves la pasó muy mal en su visita a Comodoro Rivadavia, cuando los petroleros le hicieron conocer el nivel de su bronca por haberlos enfrentado aliándose con las empresas.
La débil gestión del intendente Raúl Simoncini buscó ubicarse tras los designios del peronismo kirchnerista nacional y el dasnevismo, pero fue arrasado por la marea obrera en las movilizaciones que recorrieron las calles comodorenses.
Todo el arsenal jurídico del estado se puso a disposición de las exigencias empresariales para desbaratar la huelga, desde la subsecretaría de Trabajo -en manos de Jerónimo García- hasta el Ministerio nacional del área -a cargo del kirchnerista Carlos Tomada-. Ambos declararon ilegal al paro-. Ambos funcionarios siguieron los intereses de la Federación de Sindicatos Petroleros que conducía Alberto Roberti, quien amenazó con quitarle la personaría gremial al sindicato chubutense.
Cuando la huelga fue levantando temperatura se tensó aún más la cuerda con el poder político. La dirigencia no comprendió la profundidad de la crisis que estaba en pleno estallido y forzó los enfrentamientos en los yacimientos tomados. En los piquetes los cruces entre policías -montados en las camionetas de las empresas- y los obreros en huelga eran moneda corriente y se suscitaron muchos enfrentamientos.
Con una porción importante de los policías auto acuartelados en Comodoro y con la tensión en aumento, la clase política recién comprendió de qué se trataba la huelga cuando después de declarar el paro por tiempo indeterminado los petroleros irrumpieron en TERMAP.
Recién ahí asumieron hasta dónde estaban dispuestos a llegar los huelguistas. La comprobación los hizo encaminar las negociaciones para tratar de resolver el conflicto, que había alcanzado un nivel nunca visto en tiempos contemporáneos.
Como sucede siempre en estos conflictos, las empresas y los funcionarios de Trabajo invitaron a los dirigentes obreros a negociar en Buenos Aires. Los trabajadores se negaron y exigieron que los CEOs de las compañías "bajaran" a Comodoro y se sentaran en el territorio en el que se desarrollaba la huelga.
Mediación de Guinle y García
Con las mediaciones del senador Marcelo Guinle y el propio Jerónimo García, a regañadientes los representantes empresarios debieron ceder a todos y cada uno de los reclamos de los obreros, porque tenían un inmenso poder de fuego mientras mantenían tomados los tanques de petróleo en Caleta Córdova.
Incluso -además de las mejoras salariales- se anularon todos los despidos, se determinó que no se descontarían los 19 días de huelga y hasta se les dio a los trabajadores un día de descanso tras la toma de TERMAP.
Entre los temas pendientes quedaron la anulación del Impuesto a las Ganancias y lo que luego serían las causas judiciales contra algunos de los referentes que tomaron la playa de tanques.
Una de las páginas más tensas y gloriosas del movimiento obrero petrolero, en particular de Chubut, se había escrito para los libros de historia. El triunfo, aunque breve, aún resuena en las mateadas y las charlas de los "viejos" en los yacimientos. Por una vez, David había hecho retroceder a Goliat.
(Primera parte)
Hace 17 años se produjo la mayor huelga petrolera de los tiempos modernos en los yacimientos chubutenses, que desembocó en la primera toma de la playa de tanques de TERMAP en Caleta Córdova. La protesta obrera se extendió por 19 días y concluyó el 11 de octubre de 2005 con un triunfo de los trabajadores, que lograron torcerle el brazo a las operadoras y al poder político; desafiando a los gobiernos nacional y provincial que hicieron lo imposible por desarticular el reclamo. Mario Mansilla, líder del gremio en ese momento, reivindicó en 2016 la lucha, los métodos y las conquistas obtenidas. Jorge Ávila, actual secretario general del sindicato, recordó que "Cuando fuimos a TERMAP no éramos más de 20, porque otros se fueron a Ruta 3 y 26 o al cruce de Tecpetrol, porque ellos decían que ‘querían evitar que la policía nos siga'. Tuvimos que romper el alambrado, tuvimos que entrar a los golpes, pero entramos e hicimos esta gesta. Y ahí nació este sindicato".
La masividad y cohesión de la huelga se extendió con piquetes y asambleas por toda la región, pero además contó con un enorme apoyo social en medio de un altísimo nivel de conflictividad extendido a diferentes sectores laborales privados y estatales. Casi dos décadas después, no parece quedar nada de aquellas turbulentas jornadas de octubre de 2005. Los sindicatos están en otra sintonía, aunque las conquistas obtenidas no se desvanecieron. Es un hito para la memoria colectiva de los trabajadores del sector.
La parte final del mes de septiembre y las primeras dos semanas de octubre del 2005 serán recordados en la historia petrolera de Chubut como uno de los puntos más elevados de conflictividad laboral de los tiempos modernos.
El 7 de octubre los obreros petroleros irrumpieron en la playa de tanques de TERMAP (Terminales Marítimas Patagónicas) y mantuvieron la toma hasta el 11. Ese día se firmó el acta acuerdo que les permitió conseguir conquistas relevantes, que fueron mucho más allá del pliego de reivindicaciones que había desatado la extensa huelga y la ocupación de la terminal donde se concentra el petróleo producido en Chubut.
La huelga petrolera de 2005 fue un importante punto de inflexión en la lucha de clases entonces presente en la región. Generó procesos posteriores de ampliación como los que protagonizaron los petroleros de Las Heras durante 2006, la nueva toma de TERMAP protagonizada por el gremio de los Jerárquicos en 2010 y el proceso liderado por los Dragones en 2012.
Además, consolidó y expandió las bases en el sindicato petrolero, moldeó a una parte de la conducción sindical y marcó la cancha a las operadoras que -contra su costumbre- debieron resignarse a negociar en la misma Comodoro Rivadavia para terminar aceptando las demandas obreras.
El impacto en la memoria colectiva de los trabajadores del petróleo seguramente seguirá siendo histórico, más allá de la pasividad imperante en los tiempos que corren. El sector empresarial asumió en ese momento que no podría doblegar a los obreros movilizados sin una brutal represión que los cargaría con el peso de potenciales muertes.
También dejó enseñanzas al poder político, que quedó completamente desdibujado frente a un conflicto que combatió, intentó desbaratar y al final se ubicó entre los derrotados con la cabeza gacha.
Ver EES 65 (Septiembre/Octubre 2006): "La conflictividad social, de octubre a octubre"
https://issuu.com/eesimpresos/docs/ees_65
En Comodoro Rivadavia y buena parte de la Patagonia sur nadie olvidará aquellas jornadas insurreccionales en las que junto a los petroleros paraban los empleados de comercio, los estatales y hasta muchos policías dejaron sus armas para sumarse a las protestas por mejoras salariales.
Entre los sectores en conflicto surgió embrionariamente una Multisectorial por fuera de los canales "institucionales" tradicionales, pero su desarrollo se frustró y no llegó a liderar acciones de importancia.
La ciudad estuvo conmovida durante 19 días. Los piquetes se multiplicaban en las rutas hacia los yacimientos, se vivían situaciones de conflictos de poder en los que los obreros controlaban y las fuerzas de seguridad miraban.
La violencia estaba al orden del día entre ambas partes en disputa, y por casualidad o milagro no hubo muertes en un conflicto que rozó los bordes de la convivencia social.
El conjunto de la sociedad -históricamente reacia a las huelgas, piquetes y protestas de los petroleros a partir de prejuicios discriminación hacia quienes paradójicamente cobraban salarios superiores a los de clase media- en este caso sintió la victoria como propia, y la caravana de petroleros festejando con destino al centro fue acompañada a las orillas de la ruta con aplausos y puños en alto. Aunque sea por un rato, muchos vivieron el triunfo petrolero como propio, sintiéndose partícipes de la acción de aquellos que habían doblegado momentáneamente a los empresarios y la dirigencia política.
Ver EES 76 (Febrero/Marzo 2008): "Nuevas protestas sociales, de los cortes de ruta a las ocupaciones estratégicas"
https://issuu.com/eesimpresos/docs/ees_76
Impacto en el sindicalismo petrolero
Las conducciones sindicales del gremio petrolero en Chubut estuvieron fuertemente influenciadas por la huelga de 2005, tanto la de Mario "Chilote" Mansilla -que fue parte del proceso- como la de Jorge "Loma" Ávila, que lo sucedió al frente del sindicato.
No solamente el gremio se sentó con un enorme poder de fuego en las negociaciones con las empresas, sino que además se llenó de nuevos afiliados y activistas triplicando su cantidad de miembros. Pasó de 3.000 a más de 9.000 en los últimos 20 años.
Los métodos y la democracia de base desarrollada en la huelga marcaron el paso del gremio, los cuerpos de delegados y las asambleas por empresa, y se volvieron moneda corriente.
El activismo petrolero se extendió como reguero de pólvora y ya no resultaba sencillo para las operadoras y los dirigentes imponer pautas de conciliación que apuntaran a la tan meneada "paz social".
Eran años convulsionados, donde los obreros se sentían capaces de evitar que se dobleguen sus derechos y con poder suficiente para sostener conflictos prolongados.
Tanta es la influencia de aquellas jornadas que el hotel con que cuenta el gremio de base en Buenos Aires (en la calle Gallo 513) fue rebautizado bajo el nombre "11 de octubre" el mismo día en que concluyó el paro y la toma de TERMAP.
Años más tarde y bajo la conducción de Ávila el nombre fue nuevamente reformulado y se cambió por "7 de octubre", día en que se inició la toma de la playa de tanques en Caleta Córdova.
En su último intento por reconquistar la conducción del gremio, Mansilla impulsó la agrupación "11 de octubre" y en un video difundido por las redes sociales en plena campaña electoral de 2016 reivindicaba la lucha, los métodos y las conquistas 2005.
Sin embargo, Mansilla perdió y Ávila ganó con la agrupación "7 de octubre". En su discurso ante quienes lo acompañaron manifestó que "Es una fecha histórica para nosotros, pero también dolorosa porque ese día hubo incidentes y un trabajador de Seguridad fue golpeado. El petrolero nunca ejerce violencia, pero ese día, por una u otra razón, pasó. Vaya mi solidaridad, siempre lo hice".
Ávila recordó que "Cuando fuimos a TERMAP no éramos más de 20, porque otros se fueron a Ruta 3 y 26 o al cruce de Tecpetrol porque ellos decían que querían evitar que la policía nos siga. Tuvimos que romper el alambrado, tuvimos que entrar a los golpes, pero entramos e hicimos esta gesta. Y ahí nació este sindicato".
La dirigencia política en contra del paro
El poder político provincial se enfrentó al paro desde sus inicios y fue el ex gobernador Mario Das Neves quien intentó desarticularlo mandando a los petroleros "a trabajar". La política creyó en sus inicios que se trataba de una huelga más, de corta duración como tantas otras, y por eso se alineó rápidamente detrás de las presiones empresarias.
Esta vez los petroleros habían encarado la huelga con una decisión contundente, que la dirigencia no supo dimensionar ni controlar. Por eso sufrió un rechazo contundente y el propio Das Neves la pasó muy mal en su visita a Comodoro Rivadavia, cuando los petroleros le hicieron conocer el nivel de su bronca por haberlos enfrentado aliándose con las empresas.
La débil gestión del intendente Raúl Simoncini buscó ubicarse tras los designios del peronismo kirchnerista nacional y el dasnevismo, pero fue arrasado por la marea obrera en las movilizaciones que recorrieron las calles comodorenses.
Todo el arsenal jurídico del estado se puso a disposición de las exigencias empresariales para desbaratar la huelga, desde la subsecretaría de Trabajo -en manos de Jerónimo García- hasta el Ministerio nacional del área -a cargo del kirchnerista Carlos Tomada-. Ambos declararon ilegal al paro-. Ambos funcionarios siguieron los intereses de la Federación de Sindicatos Petroleros que conducía Alberto Roberti, quien amenazó con quitarle la personaría gremial al sindicato chubutense.
Cuando la huelga fue levantando temperatura se tensó aún más la cuerda con el poder político. La dirigencia no comprendió la profundidad de la crisis que estaba en pleno estallido y forzó los enfrentamientos en los yacimientos tomados. En los piquetes los cruces entre policías -montados en las camionetas de las empresas- y los obreros en huelga eran moneda corriente y se suscitaron muchos enfrentamientos.
Con una porción importante de los policías auto acuartelados en Comodoro y con la tensión en aumento, la clase política recién comprendió de qué se trataba la huelga cuando después de declarar el paro por tiempo indeterminado los petroleros irrumpieron en TERMAP.
Recién ahí asumieron hasta dónde estaban dispuestos a llegar los huelguistas. La comprobación los hizo encaminar las negociaciones para tratar de resolver el conflicto, que había alcanzado un nivel nunca visto en tiempos contemporáneos.
Como sucede siempre en estos conflictos, las empresas y los funcionarios de Trabajo invitaron a los dirigentes obreros a negociar en Buenos Aires. Los trabajadores se negaron y exigieron que los CEOs de las compañías "bajaran" a Comodoro y se sentaran en el territorio en el que se desarrollaba la huelga.
Mediación de Guinle y García
Con las mediaciones del senador Marcelo Guinle y el propio Jerónimo García, a regañadientes los representantes empresarios debieron ceder a todos y cada uno de los reclamos de los obreros, porque tenían un inmenso poder de fuego mientras mantenían tomados los tanques de petróleo en Caleta Córdova.
Incluso -además de las mejoras salariales- se anularon todos los despidos, se determinó que no se descontarían los 19 días de huelga y hasta se les dio a los trabajadores un día de descanso tras la toma de TERMAP.
Entre los temas pendientes quedaron la anulación del Impuesto a las Ganancias y lo que luego serían las causas judiciales contra algunos de los referentes que tomaron la playa de tanques.
Una de las páginas más tensas y gloriosas del movimiento obrero petrolero, en particular de Chubut, se había escrito para los libros de historia. El triunfo, aunque breve, aún resuena en las mateadas y las charlas de los "viejos" en los yacimientos. Por una vez, David había hecho retroceder a Goliat.