Opinión

Del troll face al troll facistoide: Lizi Tagliani como blanco móvil

 Por Cristián Prieto

Estaba mirando la nueva temporada de Black Mirror y debo decir que el segundo capítulo me resultó muy perturbador. Sin querer espoliar, cuenta hasta dónde podría llevarnos la posibilidad de cambiar la realidad que vivimos y ya no construir falsas noticias, sino vivir y cambiar la percepción de la propia realidad. Podría decir que ya quedó añejo hablar de las fakes en el reciente escándalo que puso a Lizy Tagliani como pedófila en todas las plataformas de noticias, y no digo "como posible pedófila", porque más allá de que se haya retractado la denunciante, la sentencia ya se materializó.

Y me corrijo: la acusación es de pedófilo en masculino. La veo a Lizy en loop en su programa de radio teniendo que aclarar: no soy pedófila, no abusé de ningún menor a días de que se lleve adelante el juicio por adopción de su hijo. Ví todo eso en menos de cinco minutos y pensé que la serie que había visto se quedaba corta con lo que está sucediendo ante nuestros ojos.

¿Por qué estamos siendo testigos de este escarmiento público de figuras de la comunidad LGBTIQ+? Hace un par de años fue el supuesto caso de abuso de Jay Mamón que, ante los años transcurridos, fue desestimado por la Justicia, pero cancelado por los medios mainstream. Y ahora el escarmiento a Lizy Tagliani que, por medio de una resucitada Liliana Canosa, está siendo quemada en la hoguera de el prime time de chimentos. ¿Será que la herramienta del escarnio público es hoy la escalada violenta de la derecha fascistoide, que busca la eliminación de maricas y travas?

A esta altura de los acontecimientos no podemos dejar de pensar que estamos frente a una escalada de la violencia organizada hacia las personas cuir, y que estamos en una etapa que va a pasos agigantados: en febrero Milei en Davos dispara hablando de los pedófilos/homosexuales. Y ahora lo de Lizy, para convertir a toda la disidencia sexual, en el enemigo perfecto. Ya ni siquiera entramos dentro de la figura de la víctima buena: aquella agradable que pide derechos de manera pacífica y en los carriles del sistema con banderas del arco iris. Ya no importan nuestras vidas, somos directamente culpables por vivir, hay una especie de "culpabilidad irracional" en palabras de facu saxe, que sabe bastante sobre la injuria mediática, impartida por comunicadores fakefacistas.

Facundo Saxe es investigador del Conicet y una marica referente en las ciencias sociales de nuestro país. En el año 2016 fue el objeto de hostigamiento y difamación por parte del periodista Eduardo Feinmann. A partir de sacar de contexto un título de un trabajo utilizaba la palabra "ano" se comenzó una sistemática cruzada contra él, hacia su orientación sexual y hacia todo el sistema de becas de investigación nacional para justificar su creciente desfinanciamiento. Este experimento comenzó de esa manera: una mentira armada y narrada por un periodista que sintetiza el pensamiento liberal y de derecha. Luego un ejército de trolls aterrizó con toda su ferocidad en las redes y listo para llenarla de amenazas: puto sidoso, ñoquicet kirchnerista e intimidaciones de empalamiento firmadas por la triple A. No sé si les resulta conocido.

Le escribo a la Facu y le pregunto qué le pasa con estas acusaciones a una trava mediática. Y qué sucedió o cómo había terminado toda la situación con el periodista. En las dos instancias de denuncia, que en su momento estaban vigente, fallaron a favor de saxe. Esas dos instancias fueron la Defensoría del público y luego el ya inexistente INADI. Para cuando llegaron estas notificaciones ya estábamos en el año 2023.

Cuando ya era noticia el resultado electoral, el periodista ya no estaba en el canal por donde había direccionado el odio hacia Facu. Y acá debería haber realizado el pedido de disculpas. Para ese momento facu comenzó con problemas de salud: parálisis facial, pérdida de piezas dentales, hipertensión y apnea. Todas cuestiones relacionadas al estrés de la persecución mediática. Cuando gana el ballotage el candidato de LLA, recibe más amenazas y esta vez pegatinas y pintadas en su barrio. "Uno de los puntos más terribles de la incitación al odio, es, por un lado, la legitimación e instigación a la violencia. Pensemos en todos los ataques recientes a lesbianas en la vía pública, los travesticidios, el triple lesbicidio de Barracas. El escarnio busca el punto final de lo que quieren para nosotrxs: la incitación al suicidio."

Hace más de un año, el 5 de marzo del 2024, una militante trans de HIJOS fue golpeada y abusada por un grupo de hombres que se fueron y le dejaron pintada en la pared la arenga: "Viva la libertad Carajo (VLLC) ñoqui". Sabrina Bölke, llegó a su casa y escuchó: "Nosotros no vinimos a robarte, vinimos a matarte". Sabrina fue trabajadora de la Ex ESMA, investigaba la persecución a la comunidad LGBTIQ en el período de la dictadura. Y además osó ser trans y pretender vivir como cualquier otra persona. Ya antes de obtener su DNI había sido detenida en su auto, cuando aún no tenía registrado su nombre femenino. La hicieron bajar del auto y uno de los policías mientras la tenía debajo de su bota le dijo que no se quejara, que seguro a ella no la iba a reclamar nadie.

Mientras pensaba e iba atando cabos no podía dejar de pensar en los legajos policiales de la bonaerense. Esa manía de catalogar a las personas bajo el estigma de la sospecha es una acción conocida de la inteligencia (acción psicológica) para crear un sentido y no tener que responder por esa acción. Y pensando en hechos que incitan al odio, recordé el asesinato en Uganda, en el año 2011 el activista David Kato. Es asesinado a golpes en la calle luego de una campaña de persecución mediática a un grupo de homosexuales, desde donde se incentivó el linchamiento social.

"El contexto amplifica esas voces. Estas bestialidades las vienen diciendo hace años, pero ahora hay una caja de resonancia que las toma como voces válidas. Lo triste es que hay todo un sector de la sociedad, medios y redes que no registran el propio transodio, creen que hablan con objetividad y ponen en juego, disfrazado de comunicación, lo más espantoso de la maquinaria de odio contra las personas trans travestis", dice Saxe y no puedo dejar de pensar en sus trabajos cuando narra las libertades sexuales que se vivían en Alemania previa al nazismo. Una Alemania poco relatada por los historiadores, donde podemos encontrar una Berlín que era conocida por sus espectáculos de transformismo, una ciudad con un centro de sexualidad adelantadísimo para su época y donde para esa fecha, había un activismo que bregaba por la derogación del famoso Párrafo 175, que persiguió a los homosexuales durante más de 100 años.

Es necesario y urgente unir los lazos de todas estas etapas de la escalada de violencia hacia nuestras vidas. No es sólo una fake, es un plan que va minando de sospechas de delitos a las personas públicas de nuestra comunidad. A los activistas se los amedrenta con abusos y violaciones, como el caso de Sabrina. Y a otrxs se los instala como ñoquis que utilizan dinero estatal, se les destroza la reputación y los deja a la deriva para que su cuerpo pague la culpa de estar vivo. Y a lx sin nombre se los asesina como los casos de travesticidios y lesbicidios.

Recuerdo allá por el año 2010, cuando ya estaba el matrimonio igualitario como derecho, que iba caminando con mi novio de aquellos años y un vendedor de flores le dijo: "no quiere flores para su novio". Yo ese día en la calle me sentí libre. Hoy el miedo al odio organizado no me paraliza, pero sí me despabila para estar alerta. Tenemos que pensar en nuestras redes afectivas la autodefensa, porque hemos quedado a la deriva de un odio que no es nuevo, que ya es un monstruo y que convive cotidianamente con nosotrxs.

Fuente: Página 12