Instantánea del espíritu colectivo y la resistencia Por Aníbal Aguaisol*
Hace unos días, tres años después del "Chubutazo", emprendí la tarea de organizar el trabajo fotográfico que produje durante la semana que duró esa histórica rebelión popular que logró torcerle el brazo a los intentos del extractivismo en nuestra provincia. Poner en palabras lo que viví no es sencillo para mí, porque desde hace mucho tiempo es la fotografía el soporte principal de mi discurso. Es la forma que encontré para expresar lo que pienso y apoyar determinadas causas, contribuyendo a la construcción de sentidos alternativos a los que suelen proponer los medios de comunicación tradicionales.
La magnitud del material que encontré en mi archivo me sorprendió: cerca de cinco mil fotografías tomadas con mi cámara y mi dron. Documenté desde los primeros momentos, cuando un puñado de personas seguíamos atentos el inicio de la sesión en la Legislatura, hasta las multitudinarias marchas, la brutal represión policial, el fuego, las lágrimas de alegría y los abrazos de las vecinas y vecinos victoriosos.
Estas fotografías no son el producto de una mirada objetiva ni distante. Reflejan lo que entiendo como la intersección entre fotografía y militancia. Participé del "Chubutazo" como militante, junto a otros fotógrafos y fotógrafas, hermanado con mis vecinas y vecinos en la defensa del agua y el territorio. Este involucramiento permite un acercamiento distinto al que tienen quienes trabajan para medios hegemónicos. Me atrevo a decir que son fotografías puestas en función de la militancia; la cámara como herramienta de una causa, aportando a la construcción histórica de estos procesos sociales, mostrando imágenes que desnudan lo que el relato oficial busca invisibilizar y celebrando lo que intentaron sofocar: el espíritu colectivo y la resistencia.
La sumatoria y yuxtaposición de imágenes, de la mano de un colectivo heterogéneo de fotógrafas y fotógrafos militantes, del que claramente me siento parte, permite hoy representar el espanto que significó el despliegue desmedido de fuerzas represivas, las camionetas con cajas atestadas de policías disparando mientras circulaban por Rawson, el reguero con miles de cartuchos verdes, los cuerpos de vecinas y vecinos marcados por los perdigones; son imágenes que intentan reflejar la bronca ante la injusticia, la corrupción y la violencia estructural que ejercen, como en esa ocasión, los gobernantes de turno; imágenes que reivindican el encuentro en las calles, la lucha con alegría y esperanza.
Este archivo fotográfico no solo documenta un pasado, sino que es un llamado al presente: recordar que las imágenes son testigos de lo que fue, pero también una advertencia sobre lo que no puede volver a repetirse. Así, el "Chubutazo" no es sólo memoria, sino una invitación a mantener viva la defensa del agua, del territorio y del derecho a soñar con un futuro distinto.
*Fotoperiodista.
Por Aníbal Aguaisol*
Hace unos días, tres años después del "Chubutazo", emprendí la tarea de organizar el trabajo fotográfico que produje durante la semana que duró esa histórica rebelión popular que logró torcerle el brazo a los intentos del extractivismo en nuestra provincia. Poner en palabras lo que viví no es sencillo para mí, porque desde hace mucho tiempo es la fotografía el soporte principal de mi discurso. Es la forma que encontré para expresar lo que pienso y apoyar determinadas causas, contribuyendo a la construcción de sentidos alternativos a los que suelen proponer los medios de comunicación tradicionales.
La magnitud del material que encontré en mi archivo me sorprendió: cerca de cinco mil fotografías tomadas con mi cámara y mi dron. Documenté desde los primeros momentos, cuando un puñado de personas seguíamos atentos el inicio de la sesión en la Legislatura, hasta las multitudinarias marchas, la brutal represión policial, el fuego, las lágrimas de alegría y los abrazos de las vecinas y vecinos victoriosos.
Estas fotografías no son el producto de una mirada objetiva ni distante. Reflejan lo que entiendo como la intersección entre fotografía y militancia. Participé del "Chubutazo" como militante, junto a otros fotógrafos y fotógrafas, hermanado con mis vecinas y vecinos en la defensa del agua y el territorio. Este involucramiento permite un acercamiento distinto al que tienen quienes trabajan para medios hegemónicos. Me atrevo a decir que son fotografías puestas en función de la militancia; la cámara como herramienta de una causa, aportando a la construcción histórica de estos procesos sociales, mostrando imágenes que desnudan lo que el relato oficial busca invisibilizar y celebrando lo que intentaron sofocar: el espíritu colectivo y la resistencia.
La sumatoria y yuxtaposición de imágenes, de la mano de un colectivo heterogéneo de fotógrafas y fotógrafos militantes, del que claramente me siento parte, permite hoy representar el espanto que significó el despliegue desmedido de fuerzas represivas, las camionetas con cajas atestadas de policías disparando mientras circulaban por Rawson, el reguero con miles de cartuchos verdes, los cuerpos de vecinas y vecinos marcados por los perdigones; son imágenes que intentan reflejar la bronca ante la injusticia, la corrupción y la violencia estructural que ejercen, como en esa ocasión, los gobernantes de turno; imágenes que reivindican el encuentro en las calles, la lucha con alegría y esperanza.
Este archivo fotográfico no solo documenta un pasado, sino que es un llamado al presente: recordar que las imágenes son testigos de lo que fue, pero también una advertencia sobre lo que no puede volver a repetirse. Así, el "Chubutazo" no es sólo memoria, sino una invitación a mantener viva la defensa del agua, del territorio y del derecho a soñar con un futuro distinto.
*Fotoperiodista.