YPF vuelve a los '90: Se viene un 13 de diciembre complejo para la Cuenca San Jorge con indefiniciones, reducción de costos e incertidumbre laboralCon vistas al próximo 13 de diciembre, día del descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia hace 117 años, El Extremo Sur inicia una saga de artículos que analizan la actualidad y el complejo panorama a futuro que tiene la Cuenca del Golfo San Jorge. La salida de YPF de los yacimientos maduros donde operó desde hace más de un siglo en Chubut y 80 años en Santa Cruz está reformulando todo el tablero petrolero del país y la CGSJ. La compañía con mayoría accionaria estatal opera como una empresa privada más y busca como en los años '90 con la privatización concentrarse en las áreas que aportan mayor ganancia como las no convencionales. En paralelo, YPF ya se desprendió de la mayoría de los campos maduros en Chubut y en enero abandonaría, haya o no acuerdo con el gobernador Claudio Vidal, los del norte de Santa Cruz. CGC de Eurnekian, Clear de Cristóbal López y PECOM de Pérez Companc son las principales petroleras que se diputan las áreas santacruceñas que abandona la gestión libertaria. El panorama es incierto a ambos lados de la Cuenca, aunque en el norte santacruceño dominan las indefiniciones y las posibilidades de conflicto; mientras que las operadoras buscan maximizar la rentabilidad bajando en un 30% los costos operativos y se instala la inseguridad sobre la continuidad laboral en la región.
"Triste, solitario y final" fue el título elegido por el gran escritor Osvaldo Soriano para su primera novela y bien podría convertirse en la definición que englobe la perspectiva futura y la profunda problemática que atraviesa la Cuenca del Golfo San Jorge (CGSJ) a ambas orillas del límite provincial que divide a Chubut y Santa Cruz.
Este 13 de diciembre se cumplirán 117 años desde que se informó el surgimiento de petróleo en el pozo número 2 en Comodoro Rivadavia. Aquel telegrama enviado a Buenos Aires anunciando la existencia de crudo en el recóndito territorio nacional abría enormes expectativas para el desarrollo del país y luego llegaría la puesta en marcha, cinco años después, de la YPF que fundó el general Enrique Mosconi para impulsar la búsqueda y explotación del vital petróleo que posibilitaría el crecimiento del país.
Con una salida, por las buenas en los yacimientos chubutenses o por las malas como parece que terminará sucediendo a fin de año en los del norte santacruceño, la YPF comandada por el ex CEO de Tecpetrol Horacio Marín se encamina a terminar de concretar un revival de las políticas implementadas desde la compañía en tiempos del menemismo de los años '90.
La gestión libertaria que encabeza Javier Milei tiene su correlato contundente en la administración de una YPF con mayoría accionaria estatal, pero que se mueve como si fuera una empresa privada más del mundo petrolero.
No solamente Milei añora los años '90 y pondera -con bustos, cuadros y agrupaciones como "La Carlos Menem" que impulsa su hermana Karina- las políticas menemistas, a él se suma Marín desde la Gerencia de una YPF despreocupada por el autoabastecimiento energético del país y lo secunda un coro de empresarios que ven una oportunidad gigante para aumentar sus ganancias con el desarrollo de una Vaca Muerta subsidiada por el Estado nacional desde el 2012 que demandó cerca de 13.000 millones de dólares.
La lógica privatista para maximizar las ganancias vuelve a imponerse por sobre la necesidad de un Estado desarrollista que priorice la inclusión productiva para alcanzar el autoabastecimiento y la inserción social en un país donde más de la mitad de la población se encuentra hundida en la pobreza y el 40% de los hogares del país no accede al gas natural por redes mientras el empresariado sueña con las exportaciones a recónditos rincones del mundo.
Consenso por Vaca Muerta para volver a los 90
La Gerencia liderada por Marín puso proa de manera brutal hacia los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta y desde allí busca concentrar aún más sus esfuerzos en inversiones, perforaciones y ganancias. Tras su paso queda tierra arrasada por el libertarismo petrolero que desencadena un sinnúmero de problemas e incertidumbres para la CGSJ.
Los popes del mundo petrolero acompañan esta decisión y buscan encolumnarse detrás de la YPF libertaria en la búsqueda de aumentar la rentabilidad con mayor productividad desde Vaca Muerta, sin importar las consecuencias sobre la masa de obreros del sector, y en paralelo desarrollar la infraestructura faltante para poder exportar al mundo.
El objetivo es claro, quieren poder competir a nivel mundial con las exportaciones de crudo y especialmente con las de Gas Natural Licuado (GNL) para así aprovechar la ventana de tiempo que le queda al país para meterse en la gran discusión de los proveedores de hidrocarburos antes que se cierre la oportunidad por el avance de las energías renovables.
Más allá del propio declino productivo tras más de 100 años de explotación, la CGSJ no encaja en las prioridades de YPF porque los costos de producción son mucho más elevados que los 4 dólares que tiene Vaca Muerta y porque el máximo potencial de las entrañas del subsuelo ya fue extraído para hacer de la Argentina el país que es hoy.
"¿Quieren que YPF se dedique a los campos maduros y Vaca Muerta quede dormido? Es muy potente lo que estamos haciendo. Esto es lo que tiene que hacer YPF para la industria, para las pequeñas y medianas empresas y para la Argentina", dijo Marín, según publicó La Nación el viernes bajo el título "Punto de inflexión en el sector petrolero: un viejo paradigma de los 90 vuelve reforzado de la mano de Vaca Muerta".
Lo que Marín no ignora, pero tampoco menciona es que el país se transformó gracias a más de un siglo de desarrollo de YPF como principal eje orientador -en manos del Estado nacional- de las políticas energéticas que fueron creando futuro en la Argentina y que se replicaron a imagen y semejanza en naciones como Bolivia o México tras la puesta en marcha de la compañía mosconiana desarrollista.
Sin aquella YPF 100% estatal no habría Vaca Muerta, ni tampoco el país habría alcanzado un desarrollo energético, técnico e industrial como el que se mantuvo hasta los años '90 cuando Carlos Saúl Menem avanzó con la privatización de YPF y todas las demás empresas del Estado nacional.
Esa YPF originaria fue la que posibilitó el crecimiento de la Argentina y se desarrolló en los ahora despreciados campos maduros de Chubut desde 1907 y los del norte de Santa Cruz desde 1944; pero para el actual empresariado petrolero nada queda a la hora de valorar ese impulso centenario.
Detrás de Marín sumaron sus voces aquellos que añoran las políticas de los '90 y ahora pugnan por volver a los años de esplendor del privatismo, la liberalización de los mercados y el desguace de las empresas estatales.
En la nota de La Nación, Roberto Monti -ex presidente de la YPF privatizada entre 1997 y 1999-, agregó que "Vender activos de petróleo convencional es lo correcto, porque el desafío que hay con Vaca Muerta es tan grande, que YPF debe concentrar sus esfuerzos ahí. Hay gente capaz que puede inteligentemente explotar y extender la vida de los campos maduros, con organizaciones livianas y con bajos costos, mientras que las grandes compañías se dedican a la producción de los campos no convencionales. Es reeditar lo que sucedió en los 90.
Al coro empresarial se sumó el ex ministro de Energía macrista y ex presidente de Shell Juan José Aranguren quien manifestó que "YPF está limpiando su portafolio, porque tenía más concesiones de las que podía manejar. No tiene ni tiempo, ni capital, ni capacidad física para abarcar todo. Por lo tanto, se concentra en las áreas en la que tiene una buena rentabilidad y vende las maduras en la que hay que inyectar mucha agua con un costo de energía muy alto para sacar el petróleo".
YPF y las demás petroleras principales se concentrarán en los no convencionales neuquinos y dejarán de lado los añejos yacimientos convencionales de la CGSJ, los que comienzan lentamente a pasar su administración en manos de compañías más pequeñas que intentarán hacerlos funcionar con técnicas de extracción como la terciaria -que conjuga agua, calor y polímeros para sacar el crudo- e impulsarán la baja de los costos para hacerlos rentables.
Objetivo principal: Bajar un 30% los costos de producción
Achicar los costos de producción siempre fue una prioridad para el sector empresario petrolero, pero desde la irrupción de Vaca Muerta en el tablero se ha convertido en una obsesión. Esa reducción de costos sólo puede lograrse despidiendo trabajadores, exprimiendo a fondo la productividad por cada yacimiento con multiplicidad de tareas o reduciendo los impuestos que pagan las empresas. Opciones separadas o combinadas.
El fracking sólo es rentable de desarrollar a bajo costos de extracción y en un entramado productivo que posibilite conjugar velocidad y multiplicidad de perforación. Ese objetivo se estaría logrando en Vaca Muerta por la mayoría de las operadoras que posaron sus intenciones extractivas en los no convencionales de la Cuenca Neuquina.
Desde el ámbito empresario se asegura que el costo de producción de los yacimientos no convencionales como los de Vaca Muerta es diez veces menor a los convencionales de la CGSJ.
"La rentabilidad es 10 a 1, lo que hace que las empresas que tengan espalda financiera suficientemente robusta focalicen sus recursos en Vaca Muerta. Y esto abre una puerta para que empresas más pequeñas, con modelos más integrados en el negocio, puedan poner en valor los activos convencionales de la Argentina", explicó a La Nación Leonardo Deccechis, gerente general de operaciones de Aconcagua Energía.
Deccechis detalló que "un pozo no convencional de Vaca Muerta cuesta en promedio U$S 12 millones, entre la perforación y ponerlo en marcha. Como a lo largo de su vida acumula una producción de 1,2 millones de barriles, el costo de perforación por barril es U$S 10; mientras que mantener ese pozo cuesta alrededor de otros U$S 3 por barril, por lo cual la unidad productiva asciende a U$S 13. El retorno de la inversión se da entre 18 a 24 meses y la vida útil del pozo debería ser 20 años".
En contrapartida, el gerente de Aconcagua Energía indicó que "en el convencional un pozo sale U$S 4 millones, pero acumula una producción de 120.000 barriles, el 10% de lo que acumula un pozo de Vaca Muerta. El mantenimiento posterior en la vida de ese pozo es más caro y se ubica en los U$S 35 por barril. En total es un costo por unidad de entre U$S 55 y 58, mientras que el de Vaca Muerta es de U$S 13. Los niveles de rentabilidad de un escenario y otro son diametralmente opuestos".
"Hay que bajar los costos en un 30%", comentaron fuentes de la industria con insistencia respecto de los campos maduros en la CGSJ. Allí está la clave por la cual las operadoras que seguirán extrayendo crudo convencional aspiran a achicar los costos para así reducirlos a una banda rondaría entre los 30 y los 40 dólares por barril.
Esas mismas fuentes aseguraron que en Chubut los costos ya estarían cercanos a esos valores, fluctuando entre los 28 dólares por barril para Pan American Energy (PAE) y en los 32 dólares en la estructura de costos de YPF en territorio chubutense; aunque no descartaron que se debería reducir aún más con incentivos del Estado provincial, aumento de la productividad o menor cantidad de personal en los yacimientos.
Según los datos de las propias compañías el OPEX (Costo operativo) -que publicó EconoJournal- en algunos de los yacimientos involucrados ronda entre los 39 y los 49 dólares por barril.
"El costo de desarrollo de los yacimientos de Santa Cruz está en varios casos por encima de los 45 dólares por barril cuando para ser rentable debería ubicarse por debajo de los 30 dólares. Por ejemplo, en Las Heras el OPEX (Operational expenditures) se ubicó el año pasado en 49,6 dólares y en Los Perales en 46,3 dólares. En Cañadón Seco y El Trébol el costo promedió 39,7 y 39,4 dólares, un poco menos, pero igual muy por encima de lo necesario para que el negocio sea rentable", se difundió.
El problema estaría planteado en el flanco norte santacruceño, donde las fuentes consultadas aseguran que el costo de producción se ubica entre los 45 y los 50 dólares. Allí se menciona un horizonte de reducción de costos de entre el 30 o el 50%, lo que parece poco probable por sus consecuencias en el sector laboral o de recaudación para el Estado provincial.
La traumática salida del norte santacruceño
Cuando arrancó el 2024 todo parecía encaminado para que las áreas maduras de YPF en el norte de Santa Cruz formaran parte del Plan Andes que puso en marcha la gestión de Marín y que incluyó un total de 55 campos maduros en todas las cuencas del país.
En enero se anunció desde la Casa de Gobierno en Río Gallegos la firma de un "acuerdo histórico" entre el gobernador Vidal y la Gerencia de YPF para la salida de la compañía de Santa Cruz Norte; y no se descartaba que las áreas pasaran a manos de Formicruz -empresa estatal santacruceña de petróleo y minería- o de algunas empresas privadas de menor tamaño que la conducida por Marín.
Tanto fue así que los representantes provinciales de Santa Cruz y Chubut votaron en el Directorio de YPF a favor del abandono de los campos maduros.
Ver el artículo: Más de 5.000 empleos en riesgo en la Cuenca del Golfo San Jorge, todos los nombres de los directores de YPF que avalaron el abandono de las áreas maduras
Los "acuerdos históricos" volaron por los aires con el paso de los meses y en la actualidad la situación de salida de YPF se transformó en una "guerra" entre la petrolera, el gobierno de Vidal y el sindicato petrolero santacruceño; mientras tanto Marín fue ejecutando el plan desinversión con el consiguiente impacto negativo en la producción y las regalías en Santa Cruz.
"Santa Cruz se nos está haciendo complicado", aseveró Marín en medio del conflicto con la provincia y no dudó en afirmar que "la decisión está tomada"; para luego echarle más leña al fuego y lanzar que "no tenemos por qué hacer un Plan Trabajar a una provincia, no estamos para eso".
"La salida de YPF se ha convertido en un proceso envenenado de desprecios y decisiones arteras, marcadas por el abandono de obligaciones y la falta de respeto a la provincia", manifestó el sindicato petrolero que conduce Rafael Güenchenen -que continuó la gestión de Vidal en gremio- en una carta enviada Milei y luego agregó que "de ninguna manera vamos a permitir las amenazas del señor Marín al pueblo de Santa Cruz, ni tampoco el menosprecio a los trabajadores petroleros. Los únicos que cobran planes' son los cargos políticos y el presidente de YPF es uno más de esos que fue puesto a dedo por el Estado, para ganar millones de pesos gracias al esfuerzo y trabajo de los argentinos".
Güenchenen lanzó que "Marín llegó, dijo que se iba de Santa Cruz y buscó empresarios para regalarles los yacimientos. No vamos a permitir que negocien con 2.800 puestos de trabajo en juego".
Más allá de los cruces discursivos, el presidente de YPF anticipó en las últimas semanas que para "enero del 2025" la compañía abandonará con acuerdo o sin él los campos maduros en el flanco norte santacruceño.
CGC y PECOM se anotan, pero Clear quiere meterse
Mientras que Vidal busca alternativas al ultimátum de Marín, dos empresas aparecen como las que tienen mayores chances para hacerse cargo de los yacimientos que abandonará YPF. Tanto CGC de Eduardo Eurnekian como PECOM del Grupo Pérez Companc asoman como las dos principales herederas de los campos maduros.
Compañía General de Combustibles (CGC) ya administra desde el 2021 los yacimientos que dejó la china Sinopec y la adquisición incluyó también una participación en Termap, tanto en las terminales portuarias de Caleta Olivia (Santa Cruz) y Caleta Córdova (Chubut); ahora buscaría hacerse de otras áreas que terminar de conformar un bloque de mucha mayor importancia.
En el mercado mencionan a PECOM -que ya obtuvo un bloque ypefiano en Chubut y se quedaría en breve con el segundo que viene un poco demorada la entrega- como la posible heredera de YPF con intenciones de quedarse con el apetecible yacimiento de Los Perales, aunque oficialmente no existe ningún tipo de información al respecto.
Pero por Los Perales parece también quiere anotarse Cristóbal López que con Clear Petroleum -luego de la desaparición de Oil Combustibles- y Pilgrim Energy (de su socio Fabián De Sousa) intentaría meterse nuevamente de lleno en el negocio petrolero de la mano de las áreas que dejará YPF, aunque parece que Vidal le cerraría las puertas.
En el flanco norte santacruceño todas estas áreas que abandona YPF conforman un mismo esquema de producción y transporte hasta los tanques de Termap, es por eso que subdividir en compañías diferentes resulta complejo de amalgamar o para lograrlo es necesario un acuerdo entre compañías que facilite el uso de los ductos por donde recorrer el crudo y el gas extraído a cientos de kilómetros de Caleta Olivia.
Pero además está pendiente el tema de la reducción de los costos y los 2.800 puestos de trabajo que Marín habría advertido que se deberían recortar como "condición imprescindible" para hacer rentable los campos maduros del norte santacruceño mientras el gremio petrolero sigue en pie de guerra apoyando a Vidal en el reclamo por el pasivo ambiental y el freno para aplicar un ajuste sobre el sector laboral.
Un 13 de diciembre triste e inestable
Más allá de las ideas y vueltas, de las ambiciones empresarias por bajar los costos de producción y las incertidumbres por quiénes se quedarán con las áreas de YPF en Santa Cruz, el panorama global de la CGSJ es complejo y repleto de desafíos para mantener la producción, los puestos de trabajo y aumentar los ingresos por regalías de las dos provincias involucradas.
Se asoma otro 13 de diciembre en el horizonte cercano de la Cuenca con una YPF de salida que no se hace cargo de un siglo de producción, del pasivo ambiental y del hueco enorme que dejó desde los años '90 como empresa directriz del ámbito productivo de la región.
Desde hace por lo menos una década el Día del Petróleo se enmarca en un territorio donde hay muy poco o casi nada para festejar, como hace tres décadas se imponen las reglas voraces del mercado y la maximización de la rentabilidad.
Las prioridades de YPF y la mayoría de las operadoras mudaron sus prioridades hacia Vaca Muerta, mientras que la CGSJ sangra más de un siglo de explotación hidrocarburífera y pasivo ambiental.
Con vistas al próximo 13 de diciembre, día del descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia hace 117 años, El Extremo Sur inicia una saga de artículos que analizan la actualidad y el complejo panorama a futuro que tiene la Cuenca del Golfo San Jorge. La salida de YPF de los yacimientos maduros donde operó desde hace más de un siglo en Chubut y 80 años en Santa Cruz está reformulando todo el tablero petrolero del país y la CGSJ. La compañía con mayoría accionaria estatal opera como una empresa privada más y busca como en los años '90 con la privatización concentrarse en las áreas que aportan mayor ganancia como las no convencionales. En paralelo, YPF ya se desprendió de la mayoría de los campos maduros en Chubut y en enero abandonaría, haya o no acuerdo con el gobernador Claudio Vidal, los del norte de Santa Cruz. CGC de Eurnekian, Clear de Cristóbal López y PECOM de Pérez Companc son las principales petroleras que se diputan las áreas santacruceñas que abandona la gestión libertaria. El panorama es incierto a ambos lados de la Cuenca, aunque en el norte santacruceño dominan las indefiniciones y las posibilidades de conflicto; mientras que las operadoras buscan maximizar la rentabilidad bajando en un 30% los costos operativos y se instala la inseguridad sobre la continuidad laboral en la región.
"Triste, solitario y final" fue el título elegido por el gran escritor Osvaldo Soriano para su primera novela y bien podría convertirse en la definición que englobe la perspectiva futura y la profunda problemática que atraviesa la Cuenca del Golfo San Jorge (CGSJ) a ambas orillas del límite provincial que divide a Chubut y Santa Cruz.
Este 13 de diciembre se cumplirán 117 años desde que se informó el surgimiento de petróleo en el pozo número 2 en Comodoro Rivadavia. Aquel telegrama enviado a Buenos Aires anunciando la existencia de crudo en el recóndito territorio nacional abría enormes expectativas para el desarrollo del país y luego llegaría la puesta en marcha, cinco años después, de la YPF que fundó el general Enrique Mosconi para impulsar la búsqueda y explotación del vital petróleo que posibilitaría el crecimiento del país.
Con una salida, por las buenas en los yacimientos chubutenses o por las malas como parece que terminará sucediendo a fin de año en los del norte santacruceño, la YPF comandada por el ex CEO de Tecpetrol Horacio Marín se encamina a terminar de concretar un revival de las políticas implementadas desde la compañía en tiempos del menemismo de los años '90.
La gestión libertaria que encabeza Javier Milei tiene su correlato contundente en la administración de una YPF con mayoría accionaria estatal, pero que se mueve como si fuera una empresa privada más del mundo petrolero.
No solamente Milei añora los años '90 y pondera -con bustos, cuadros y agrupaciones como "La Carlos Menem" que impulsa su hermana Karina- las políticas menemistas, a él se suma Marín desde la Gerencia de una YPF despreocupada por el autoabastecimiento energético del país y lo secunda un coro de empresarios que ven una oportunidad gigante para aumentar sus ganancias con el desarrollo de una Vaca Muerta subsidiada por el Estado nacional desde el 2012 que demandó cerca de 13.000 millones de dólares.
La lógica privatista para maximizar las ganancias vuelve a imponerse por sobre la necesidad de un Estado desarrollista que priorice la inclusión productiva para alcanzar el autoabastecimiento y la inserción social en un país donde más de la mitad de la población se encuentra hundida en la pobreza y el 40% de los hogares del país no accede al gas natural por redes mientras el empresariado sueña con las exportaciones a recónditos rincones del mundo.
Consenso por Vaca Muerta para volver a los 90
La Gerencia liderada por Marín puso proa de manera brutal hacia los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta y desde allí busca concentrar aún más sus esfuerzos en inversiones, perforaciones y ganancias. Tras su paso queda tierra arrasada por el libertarismo petrolero que desencadena un sinnúmero de problemas e incertidumbres para la CGSJ.
Los popes del mundo petrolero acompañan esta decisión y buscan encolumnarse detrás de la YPF libertaria en la búsqueda de aumentar la rentabilidad con mayor productividad desde Vaca Muerta, sin importar las consecuencias sobre la masa de obreros del sector, y en paralelo desarrollar la infraestructura faltante para poder exportar al mundo.
El objetivo es claro, quieren poder competir a nivel mundial con las exportaciones de crudo y especialmente con las de Gas Natural Licuado (GNL) para así aprovechar la ventana de tiempo que le queda al país para meterse en la gran discusión de los proveedores de hidrocarburos antes que se cierre la oportunidad por el avance de las energías renovables.
Más allá del propio declino productivo tras más de 100 años de explotación, la CGSJ no encaja en las prioridades de YPF porque los costos de producción son mucho más elevados que los 4 dólares que tiene Vaca Muerta y porque el máximo potencial de las entrañas del subsuelo ya fue extraído para hacer de la Argentina el país que es hoy.
"¿Quieren que YPF se dedique a los campos maduros y Vaca Muerta quede dormido? Es muy potente lo que estamos haciendo. Esto es lo que tiene que hacer YPF para la industria, para las pequeñas y medianas empresas y para la Argentina", dijo Marín, según publicó La Nación el viernes bajo el título "Punto de inflexión en el sector petrolero: un viejo paradigma de los 90 vuelve reforzado de la mano de Vaca Muerta".
Lo que Marín no ignora, pero tampoco menciona es que el país se transformó gracias a más de un siglo de desarrollo de YPF como principal eje orientador -en manos del Estado nacional- de las políticas energéticas que fueron creando futuro en la Argentina y que se replicaron a imagen y semejanza en naciones como Bolivia o México tras la puesta en marcha de la compañía mosconiana desarrollista.
Sin aquella YPF 100% estatal no habría Vaca Muerta, ni tampoco el país habría alcanzado un desarrollo energético, técnico e industrial como el que se mantuvo hasta los años '90 cuando Carlos Saúl Menem avanzó con la privatización de YPF y todas las demás empresas del Estado nacional.
Esa YPF originaria fue la que posibilitó el crecimiento de la Argentina y se desarrolló en los ahora despreciados campos maduros de Chubut desde 1907 y los del norte de Santa Cruz desde 1944; pero para el actual empresariado petrolero nada queda a la hora de valorar ese impulso centenario.
Detrás de Marín sumaron sus voces aquellos que añoran las políticas de los '90 y ahora pugnan por volver a los años de esplendor del privatismo, la liberalización de los mercados y el desguace de las empresas estatales.
En la nota de La Nación, Roberto Monti -ex presidente de la YPF privatizada entre 1997 y 1999-, agregó que "Vender activos de petróleo convencional es lo correcto, porque el desafío que hay con Vaca Muerta es tan grande, que YPF debe concentrar sus esfuerzos ahí. Hay gente capaz que puede inteligentemente explotar y extender la vida de los campos maduros, con organizaciones livianas y con bajos costos, mientras que las grandes compañías se dedican a la producción de los campos no convencionales. Es reeditar lo que sucedió en los 90.
Al coro empresarial se sumó el ex ministro de Energía macrista y ex presidente de Shell Juan José Aranguren quien manifestó que "YPF está limpiando su portafolio, porque tenía más concesiones de las que podía manejar. No tiene ni tiempo, ni capital, ni capacidad física para abarcar todo. Por lo tanto, se concentra en las áreas en la que tiene una buena rentabilidad y vende las maduras en la que hay que inyectar mucha agua con un costo de energía muy alto para sacar el petróleo".
YPF y las demás petroleras principales se concentrarán en los no convencionales neuquinos y dejarán de lado los añejos yacimientos convencionales de la CGSJ, los que comienzan lentamente a pasar su administración en manos de compañías más pequeñas que intentarán hacerlos funcionar con técnicas de extracción como la terciaria -que conjuga agua, calor y polímeros para sacar el crudo- e impulsarán la baja de los costos para hacerlos rentables.
Objetivo principal: Bajar un 30% los costos de producción
Achicar los costos de producción siempre fue una prioridad para el sector empresario petrolero, pero desde la irrupción de Vaca Muerta en el tablero se ha convertido en una obsesión. Esa reducción de costos sólo puede lograrse despidiendo trabajadores, exprimiendo a fondo la productividad por cada yacimiento con multiplicidad de tareas o reduciendo los impuestos que pagan las empresas. Opciones separadas o combinadas.
El fracking sólo es rentable de desarrollar a bajo costos de extracción y en un entramado productivo que posibilite conjugar velocidad y multiplicidad de perforación. Ese objetivo se estaría logrando en Vaca Muerta por la mayoría de las operadoras que posaron sus intenciones extractivas en los no convencionales de la Cuenca Neuquina.
Desde el ámbito empresario se asegura que el costo de producción de los yacimientos no convencionales como los de Vaca Muerta es diez veces menor a los convencionales de la CGSJ.
"La rentabilidad es 10 a 1, lo que hace que las empresas que tengan espalda financiera suficientemente robusta focalicen sus recursos en Vaca Muerta. Y esto abre una puerta para que empresas más pequeñas, con modelos más integrados en el negocio, puedan poner en valor los activos convencionales de la Argentina", explicó a La Nación Leonardo Deccechis, gerente general de operaciones de Aconcagua Energía.
Deccechis detalló que "un pozo no convencional de Vaca Muerta cuesta en promedio U$S 12 millones, entre la perforación y ponerlo en marcha. Como a lo largo de su vida acumula una producción de 1,2 millones de barriles, el costo de perforación por barril es U$S 10; mientras que mantener ese pozo cuesta alrededor de otros U$S 3 por barril, por lo cual la unidad productiva asciende a U$S 13. El retorno de la inversión se da entre 18 a 24 meses y la vida útil del pozo debería ser 20 años".
En contrapartida, el gerente de Aconcagua Energía indicó que "en el convencional un pozo sale U$S 4 millones, pero acumula una producción de 120.000 barriles, el 10% de lo que acumula un pozo de Vaca Muerta. El mantenimiento posterior en la vida de ese pozo es más caro y se ubica en los U$S 35 por barril. En total es un costo por unidad de entre U$S 55 y 58, mientras que el de Vaca Muerta es de U$S 13. Los niveles de rentabilidad de un escenario y otro son diametralmente opuestos".
"Hay que bajar los costos en un 30%", comentaron fuentes de la industria con insistencia respecto de los campos maduros en la CGSJ. Allí está la clave por la cual las operadoras que seguirán extrayendo crudo convencional aspiran a achicar los costos para así reducirlos a una banda rondaría entre los 30 y los 40 dólares por barril.
Esas mismas fuentes aseguraron que en Chubut los costos ya estarían cercanos a esos valores, fluctuando entre los 28 dólares por barril para Pan American Energy (PAE) y en los 32 dólares en la estructura de costos de YPF en territorio chubutense; aunque no descartaron que se debería reducir aún más con incentivos del Estado provincial, aumento de la productividad o menor cantidad de personal en los yacimientos.
Según los datos de las propias compañías el OPEX (Costo operativo) -que publicó EconoJournal- en algunos de los yacimientos involucrados ronda entre los 39 y los 49 dólares por barril.
"El costo de desarrollo de los yacimientos de Santa Cruz está en varios casos por encima de los 45 dólares por barril cuando para ser rentable debería ubicarse por debajo de los 30 dólares. Por ejemplo, en Las Heras el OPEX (Operational expenditures) se ubicó el año pasado en 49,6 dólares y en Los Perales en 46,3 dólares. En Cañadón Seco y El Trébol el costo promedió 39,7 y 39,4 dólares, un poco menos, pero igual muy por encima de lo necesario para que el negocio sea rentable", se difundió.
El problema estaría planteado en el flanco norte santacruceño, donde las fuentes consultadas aseguran que el costo de producción se ubica entre los 45 y los 50 dólares. Allí se menciona un horizonte de reducción de costos de entre el 30 o el 50%, lo que parece poco probable por sus consecuencias en el sector laboral o de recaudación para el Estado provincial.
La traumática salida del norte santacruceño
Cuando arrancó el 2024 todo parecía encaminado para que las áreas maduras de YPF en el norte de Santa Cruz formaran parte del Plan Andes que puso en marcha la gestión de Marín y que incluyó un total de 55 campos maduros en todas las cuencas del país.
En enero se anunció desde la Casa de Gobierno en Río Gallegos la firma de un "acuerdo histórico" entre el gobernador Vidal y la Gerencia de YPF para la salida de la compañía de Santa Cruz Norte; y no se descartaba que las áreas pasaran a manos de Formicruz -empresa estatal santacruceña de petróleo y minería- o de algunas empresas privadas de menor tamaño que la conducida por Marín.
Tanto fue así que los representantes provinciales de Santa Cruz y Chubut votaron en el Directorio de YPF a favor del abandono de los campos maduros.
Ver el artículo: Más de 5.000 empleos en riesgo en la Cuenca del Golfo San Jorge, todos los nombres de los directores de YPF que avalaron el abandono de las áreas maduras
Los "acuerdos históricos" volaron por los aires con el paso de los meses y en la actualidad la situación de salida de YPF se transformó en una "guerra" entre la petrolera, el gobierno de Vidal y el sindicato petrolero santacruceño; mientras tanto Marín fue ejecutando el plan desinversión con el consiguiente impacto negativo en la producción y las regalías en Santa Cruz.
"Santa Cruz se nos está haciendo complicado", aseveró Marín en medio del conflicto con la provincia y no dudó en afirmar que "la decisión está tomada"; para luego echarle más leña al fuego y lanzar que "no tenemos por qué hacer un Plan Trabajar a una provincia, no estamos para eso".
"La salida de YPF se ha convertido en un proceso envenenado de desprecios y decisiones arteras, marcadas por el abandono de obligaciones y la falta de respeto a la provincia", manifestó el sindicato petrolero que conduce Rafael Güenchenen -que continuó la gestión de Vidal en gremio- en una carta enviada Milei y luego agregó que "de ninguna manera vamos a permitir las amenazas del señor Marín al pueblo de Santa Cruz, ni tampoco el menosprecio a los trabajadores petroleros. Los únicos que cobran planes' son los cargos políticos y el presidente de YPF es uno más de esos que fue puesto a dedo por el Estado, para ganar millones de pesos gracias al esfuerzo y trabajo de los argentinos".
Güenchenen lanzó que "Marín llegó, dijo que se iba de Santa Cruz y buscó empresarios para regalarles los yacimientos. No vamos a permitir que negocien con 2.800 puestos de trabajo en juego".
Más allá de los cruces discursivos, el presidente de YPF anticipó en las últimas semanas que para "enero del 2025" la compañía abandonará con acuerdo o sin él los campos maduros en el flanco norte santacruceño.
CGC y PECOM se anotan, pero Clear quiere meterse
Mientras que Vidal busca alternativas al ultimátum de Marín, dos empresas aparecen como las que tienen mayores chances para hacerse cargo de los yacimientos que abandonará YPF. Tanto CGC de Eduardo Eurnekian como PECOM del Grupo Pérez Companc asoman como las dos principales herederas de los campos maduros.
Compañía General de Combustibles (CGC) ya administra desde el 2021 los yacimientos que dejó la china Sinopec y la adquisición incluyó también una participación en Termap, tanto en las terminales portuarias de Caleta Olivia (Santa Cruz) y Caleta Córdova (Chubut); ahora buscaría hacerse de otras áreas que terminar de conformar un bloque de mucha mayor importancia.
En el mercado mencionan a PECOM -que ya obtuvo un bloque ypefiano en Chubut y se quedaría en breve con el segundo que viene un poco demorada la entrega- como la posible heredera de YPF con intenciones de quedarse con el apetecible yacimiento de Los Perales, aunque oficialmente no existe ningún tipo de información al respecto.
Pero por Los Perales parece también quiere anotarse Cristóbal López que con Clear Petroleum -luego de la desaparición de Oil Combustibles- y Pilgrim Energy (de su socio Fabián De Sousa) intentaría meterse nuevamente de lleno en el negocio petrolero de la mano de las áreas que dejará YPF, aunque parece que Vidal le cerraría las puertas.
En el flanco norte santacruceño todas estas áreas que abandona YPF conforman un mismo esquema de producción y transporte hasta los tanques de Termap, es por eso que subdividir en compañías diferentes resulta complejo de amalgamar o para lograrlo es necesario un acuerdo entre compañías que facilite el uso de los ductos por donde recorrer el crudo y el gas extraído a cientos de kilómetros de Caleta Olivia.
Pero además está pendiente el tema de la reducción de los costos y los 2.800 puestos de trabajo que Marín habría advertido que se deberían recortar como "condición imprescindible" para hacer rentable los campos maduros del norte santacruceño mientras el gremio petrolero sigue en pie de guerra apoyando a Vidal en el reclamo por el pasivo ambiental y el freno para aplicar un ajuste sobre el sector laboral.
Un 13 de diciembre triste e inestable
Más allá de las ideas y vueltas, de las ambiciones empresarias por bajar los costos de producción y las incertidumbres por quiénes se quedarán con las áreas de YPF en Santa Cruz, el panorama global de la CGSJ es complejo y repleto de desafíos para mantener la producción, los puestos de trabajo y aumentar los ingresos por regalías de las dos provincias involucradas.
Se asoma otro 13 de diciembre en el horizonte cercano de la Cuenca con una YPF de salida que no se hace cargo de un siglo de producción, del pasivo ambiental y del hueco enorme que dejó desde los años '90 como empresa directriz del ámbito productivo de la región.
Desde hace por lo menos una década el Día del Petróleo se enmarca en un territorio donde hay muy poco o casi nada para festejar, como hace tres décadas se imponen las reglas voraces del mercado y la maximización de la rentabilidad.
Las prioridades de YPF y la mayoría de las operadoras mudaron sus prioridades hacia Vaca Muerta, mientras que la CGSJ sangra más de un siglo de explotación hidrocarburífera y pasivo ambiental.