Octubre de 1883 y la primera huelga obrera de telefónicosPor Leónidas Ceruti
El gremio telefónico cuenta en su haber con mucho más años de lucha de los que se supone. Los obreros y empleadas de las compañías telefónicas instaladas en el país, hicieron sus primeras armas y aparecen en la vida del movimiento obrero argentino, como primitiva organización sindical, con una solicitud de incremento salarial el 11 de octubre de 1883.
Hacía apenas un año que se habían instalado los primeros teléfonos en Buenos Aires. Fue el primer reclamo colectivo, y también el primer triunfo, pues se obtuvo el aumento solicitado, además se recibió el apoyo de parte de los usuarios, dándose una coincidencia muy distinta de lo que sucedería más de cien años después, con la privatización de Menem, donde los abonados apoyaron las medidas tomadas por el riojano.
El hecho se circunscribió a la reacción de los trabajadores frente a la negativa empresaria de dar curso favorable a un pedido de incremento salarial. Los protagonistas, fueron un reducido número de trabajadores, con poca experiencia y sin vinculación con los activistas socialistas o anarquistas, ya que presentaron sus renuncias durante el conflicto. Luego ese error fue neutralizado gracias a los usuarios y al periodismo. Obraron en forma espontánea y sin las experiencias que ya tenían algunos grupos de obreros.
La empresa Gower-Bell despidió a los trabajadores y los reemplazó por personal sin experiencia, hecho que resintió el servicio. Teléfono de Gower-Bell de 1881.
El conflicto tomó estado público cuando se conoció el abandono de las tareas por parte de algunos operadores y el posterior despido de todos ellos.
Los usuarios fueron los primeros en advertir la existencia del conflicto, pues se dejó de prestar el servicio con normalidad. El resto de la población fue notificada por los diarios a partir del 10 de octubre.
La Compañía de Teléfonos Gower-Bell desarrollaba sus actividades teniendo como competidora en el mercado a la Unión Telefónica del Río de La Plata y no precisamente de manera virtual. Además de exaltar las bondades de su sistema, ésta había lanzado una promoción de sus servicios bajo el lema a menos precio que cualquiera otra Compañía, en franca alusión a su única rival: la Gower-Bell.
Entretanto y durante el curso del año 1883 la Gower-Bell distribuía sus ingresos entre el mantenimiento del servicio, la ampliación de la red que ya excedía los límites de la ciudad es decir la colocación de postes y tendido de cables, más la apertura de algunas nuevas oficinas, y los resultados no le fueron desfavorables.
Al comenzar 1884 en la sección de informaciones de un diario de Capital Federal, se notificaba que:
"La compañía telefónica Gower-Bell ha publicado una nueva lista de sus abonados. Es asombroso el incremento que va tomando cada día y con razón, pues es la única compañía seria a más de tener los únicos aparatos perfectos".
Las noticias periodísticas pusieron de manifiesto la existencia de un enfrentamiento con los trabajadores, por los sueldos que abonaba la Compañía GowerBell. No se sabe si en principio los afectados reclamaron cada uno por su cuenta o en forma conjunta, es decir si el origen del conflicto fue individual o colectivo, de acuerdo con el proceder de los reclamantes, también se desconoce si las partes intentaron lograr un entendimiento. En esas épocas, cuando las diferencias excedían el mero pedido terminaban de una sola manera: los empleados descontentos iban a la calle y se los reemplazaba por otros sumisos o se tomaban nuevos.
En la primera semana de octubre de 1883 comenzaron las dificultades en la GowerBell con un sector de sus empleados. Cuando se comunicó el miércoles 10, en un diario de la mañana, lo que estaba ocurriendo ya la Compañía había tomado la determinación: despidieron a la totalidad de los disconformes y en su reemplazo incorporaron nuevo personal. Por eso es que el martes 9 solicitaron al diario La Prensa que informara a los lectores sobre "algunos pequeños lapsus en el servicio durante dos o tres días".
Sin aclarar las causas de la medida, pidieron hacer público que "con motivo de haber despedido en masa a los empleados de la casa Central", los nuevos tardarían unos días en estar "al corriente de los cambios", probablemente "dos o tres días".
De esta información, incluida en la edición 4180, se deduce que la empresa asumió una actitud de negativa terminante, alentada porque el conflicto se había circunscripto al personal de la oficina central, todos ellos operadores, aunque existiera malestar entre el resto.
Pocas horas después, ese mismo día apareció en el vespertino de Manuel Láinez una rectificación de lo informado por el matutino La Prensa. Los obreros en conflicto llegaron hasta la calle San Martín 114, e hicieron entrega de una nota aclaratoria respecto del comportamiento de ellos. De esta manera se supo que habían decidido dar por terminada su relación laboral, al no ser satisfechos sus reclamos.
La redacción de El Diario, así se llamaba el medio periodístico de Láinez, intercaló en su edición del miércoles 10 de octubre la nota firmada por los empleados:
"Buenos Aires, Octubre 10 de 1883.
Señor Director de El Diario
Los abajo firmados exempleados del Teléfono GowerBell, rogamos á Vd. inserte en las columnas de su apreciable diario lo siguiente:
Hemos visto en varios diarios de la mañana que se nos había despedido de nuestros empleos, lo cual es al contrario.
No hemos sido despedidos sino que hemos renunciado a nuestros empleos por no querernos pagar el sueldo que pedíamos.
Con este motivo saludamos á Vd. con toda consideración.
Rafael Daleci David Aguirre Marcelino Agudin Isac Anguita Arturo Loveira Ricardo González Carlos Lovatto Guillermo MacGrath-Manuel Silva."
Al parecer otros diarios de la tarde también la difundieron, así lo manifestó La Prensa el sábado 13 y aprovechó para incluir un resumen del contenido de dicha nota.
Este es el documento más antiguo vinculado con un conflicto laboral de los empleados telefónicos, y es la constancia de la primera vez que nueve de ellos hicieron oír su voz al unísono para rectificar a la parte empleadora, y reclamar mejora salarial.
La nota de los empleados permite aclarar con exactitud lo ocurrido en esa oportunidad, se trató de un conflicto. La documentación no muestra ni permite inferir que los empleados hayan efectuado un paro de actividades; en cambio los diarios de entonces afirmaban que era una huelga. Lo cierto es que la GowerBell no lo denunció como tal y los empleados se limitaron a aclarar que no fueron despedidos sino que habían renunciado. Esto no implica negar la posibilidad de alguna protesta intermedia, entre el reclamo y las renuncias.
Con la renuncia los empleados en conflicto rompieron el vínculo laboral. La renuncia derogó el negocio constitutivo y, en consecuencia, dejó sin efecto el contrato entre ambas partes.
Aquí pudieron haber influido dos razones: o los obreros ignoraban, por carencia de formación y ausencia de orientación, que después de la etapa de protesta restaba la alternativa de la huelga, o no se debe descartar la posible injerencia de la Unión Telefónica del Río de La Plata, única empresa competidora. Para comprender esta segunda posibilidad es necesario advertir que ya en 1881 las empresas, Sociedad Nacional del Panteléfono, Compañía Continental Telefónica del Río de La Plata y Compañía de Teléfonos Gower-Bell, por rivalidades en la explotación llegaron a la mutua agresión de hecho.
La desvinculación laboral de los empleados renunciantes con la Compañía GowerBell fue temporalmente breve, esto lo determinaron tres factores no previstos por ambas partes: los nuevos empleados sustitutos con su falta de celeridad en asimilar las tareas laborales, los usuarios con protestas por el mal servicio y el periodismo con la solicitud de normalización de las actividades. Además, los renunciantes o no lograron obtener nuevos empleos, o bien habían tomado la determinación como recurso intimidatorio, porque en los días sucesivos se comprobó en ellos interés por retornar a su ocupación laboral.
Central telefónica de Santiago del Estero. 1903
Para pedir paciencia a los usuarios, hasta tanto los nuevos empleados se ponían prácticos, la Gower-Bell se vio obligada a decir algo más. Gracias a ello los empleados pudieron fijar públicamente su posición y aclarar lo que la empresa dejó a oscuras. El resultado fue que todos se enteraron de lo que estaba ocurriendo. Los usuarios comenzaron a inquietarse y luego alzaron voces de protesta: el servicio no se regularizaba, la deficiencia se había generalizado y permanecía.
Además de no omitir detalle sobre la aclaración de los empleados, el matutino de José C. Paz efectuó un pedido público a la Compañía Gower-Bell, que insertó en la edición 4183 bajo el epígrafe Teléfonos Gower-Bell, con lo cual sin quererlo benefició a los empleados renunciantes.
"Pedimos a la Dirección de ese servicio que apresure cuanto le sea posible la instrucción de sus empleados nuevos, que llevan algunos días de aprendizaje y parece, según los resultados que adelantan poco en la enseñanza. Pasan los primeros días por ser nuevos, pero ya se van haciendo viejos y sin embargo, tardan largo rato en contestar".
Las protestas efectuadas por los abonados provocaron una rectificación de la compañía en su proceder. Los medios informativos coincidieron en señalar que la urgente solución benefició a los usuarios: para La Prensa "los abonados están de felicitaciones pues el servicio volverá a hacerse con la seguridad de costumbre".
Resta saber cómo se solucionó el conflicto entre ambas partes, el que había perjudicado a los abonados y cuya reacción superó el límite de lo previsto: los empleados disconformes y renunciantes, y por qué se rectificó una actitud tan terminante como la de considerar cesantes a los empleados, que, según éstos, habían renunciado: es que "no ha tenido (la Gower-Bell) otro recurso, dice La Prensa "en la imposibilidad de suplir la falta de aquellos". De lo cual se deduce que los hombres son reemplazables, pero no siempre sin ellos es fácil mantener la eficiencia. En este caso lo demostraron las protestas de los usuarios. De este relato podemos inferir que este conflicto de los telefónicos con sus patrones, se inscribe entre las primeras luchas gremiales en nuestro país.
Esta nota es parte del libro Sitratel Rosario: telefónicos en la historia. De su origen a la actualidad, de Leónidas Ceruti.
Fuente: Tramas
Por Leónidas Ceruti
El gremio telefónico cuenta en su haber con mucho más años de lucha de los que se supone. Los obreros y empleadas de las compañías telefónicas instaladas en el país, hicieron sus primeras armas y aparecen en la vida del movimiento obrero argentino, como primitiva organización sindical, con una solicitud de incremento salarial el 11 de octubre de 1883.
Hacía apenas un año que se habían instalado los primeros teléfonos en Buenos Aires. Fue el primer reclamo colectivo, y también el primer triunfo, pues se obtuvo el aumento solicitado, además se recibió el apoyo de parte de los usuarios, dándose una coincidencia muy distinta de lo que sucedería más de cien años después, con la privatización de Menem, donde los abonados apoyaron las medidas tomadas por el riojano.
El hecho se circunscribió a la reacción de los trabajadores frente a la negativa empresaria de dar curso favorable a un pedido de incremento salarial. Los protagonistas, fueron un reducido número de trabajadores, con poca experiencia y sin vinculación con los activistas socialistas o anarquistas, ya que presentaron sus renuncias durante el conflicto. Luego ese error fue neutralizado gracias a los usuarios y al periodismo. Obraron en forma espontánea y sin las experiencias que ya tenían algunos grupos de obreros.
La empresa Gower-Bell despidió a los trabajadores y los reemplazó por personal sin experiencia, hecho que resintió el servicio. Teléfono de Gower-Bell de 1881.
El conflicto tomó estado público cuando se conoció el abandono de las tareas por parte de algunos operadores y el posterior despido de todos ellos.
Los usuarios fueron los primeros en advertir la existencia del conflicto, pues se dejó de prestar el servicio con normalidad. El resto de la población fue notificada por los diarios a partir del 10 de octubre.
La Compañía de Teléfonos Gower-Bell desarrollaba sus actividades teniendo como competidora en el mercado a la Unión Telefónica del Río de La Plata y no precisamente de manera virtual. Además de exaltar las bondades de su sistema, ésta había lanzado una promoción de sus servicios bajo el lema a menos precio que cualquiera otra Compañía, en franca alusión a su única rival: la Gower-Bell.
Entretanto y durante el curso del año 1883 la Gower-Bell distribuía sus ingresos entre el mantenimiento del servicio, la ampliación de la red que ya excedía los límites de la ciudad es decir la colocación de postes y tendido de cables, más la apertura de algunas nuevas oficinas, y los resultados no le fueron desfavorables.
Al comenzar 1884 en la sección de informaciones de un diario de Capital Federal, se notificaba que:
"La compañía telefónica Gower-Bell ha publicado una nueva lista de sus abonados. Es asombroso el incremento que va tomando cada día y con razón, pues es la única compañía seria a más de tener los únicos aparatos perfectos".
Las noticias periodísticas pusieron de manifiesto la existencia de un enfrentamiento con los trabajadores, por los sueldos que abonaba la Compañía GowerBell. No se sabe si en principio los afectados reclamaron cada uno por su cuenta o en forma conjunta, es decir si el origen del conflicto fue individual o colectivo, de acuerdo con el proceder de los reclamantes, también se desconoce si las partes intentaron lograr un entendimiento. En esas épocas, cuando las diferencias excedían el mero pedido terminaban de una sola manera: los empleados descontentos iban a la calle y se los reemplazaba por otros sumisos o se tomaban nuevos.
En la primera semana de octubre de 1883 comenzaron las dificultades en la GowerBell con un sector de sus empleados. Cuando se comunicó el miércoles 10, en un diario de la mañana, lo que estaba ocurriendo ya la Compañía había tomado la determinación: despidieron a la totalidad de los disconformes y en su reemplazo incorporaron nuevo personal. Por eso es que el martes 9 solicitaron al diario La Prensa que informara a los lectores sobre "algunos pequeños lapsus en el servicio durante dos o tres días".
Sin aclarar las causas de la medida, pidieron hacer público que "con motivo de haber despedido en masa a los empleados de la casa Central", los nuevos tardarían unos días en estar "al corriente de los cambios", probablemente "dos o tres días".
De esta información, incluida en la edición 4180, se deduce que la empresa asumió una actitud de negativa terminante, alentada porque el conflicto se había circunscripto al personal de la oficina central, todos ellos operadores, aunque existiera malestar entre el resto.
Pocas horas después, ese mismo día apareció en el vespertino de Manuel Láinez una rectificación de lo informado por el matutino La Prensa. Los obreros en conflicto llegaron hasta la calle San Martín 114, e hicieron entrega de una nota aclaratoria respecto del comportamiento de ellos. De esta manera se supo que habían decidido dar por terminada su relación laboral, al no ser satisfechos sus reclamos.
La redacción de El Diario, así se llamaba el medio periodístico de Láinez, intercaló en su edición del miércoles 10 de octubre la nota firmada por los empleados:
"Buenos Aires, Octubre 10 de 1883.
Señor Director de El Diario
Los abajo firmados exempleados del Teléfono GowerBell, rogamos á Vd. inserte en las columnas de su apreciable diario lo siguiente:
Hemos visto en varios diarios de la mañana que se nos había despedido de nuestros empleos, lo cual es al contrario.
No hemos sido despedidos sino que hemos renunciado a nuestros empleos por no querernos pagar el sueldo que pedíamos.
Con este motivo saludamos á Vd. con toda consideración.
Rafael Daleci David Aguirre Marcelino Agudin Isac Anguita Arturo Loveira Ricardo González Carlos Lovatto Guillermo MacGrath-Manuel Silva."
Al parecer otros diarios de la tarde también la difundieron, así lo manifestó La Prensa el sábado 13 y aprovechó para incluir un resumen del contenido de dicha nota.
Este es el documento más antiguo vinculado con un conflicto laboral de los empleados telefónicos, y es la constancia de la primera vez que nueve de ellos hicieron oír su voz al unísono para rectificar a la parte empleadora, y reclamar mejora salarial.
La nota de los empleados permite aclarar con exactitud lo ocurrido en esa oportunidad, se trató de un conflicto. La documentación no muestra ni permite inferir que los empleados hayan efectuado un paro de actividades; en cambio los diarios de entonces afirmaban que era una huelga. Lo cierto es que la GowerBell no lo denunció como tal y los empleados se limitaron a aclarar que no fueron despedidos sino que habían renunciado. Esto no implica negar la posibilidad de alguna protesta intermedia, entre el reclamo y las renuncias.
Con la renuncia los empleados en conflicto rompieron el vínculo laboral. La renuncia derogó el negocio constitutivo y, en consecuencia, dejó sin efecto el contrato entre ambas partes.
Aquí pudieron haber influido dos razones: o los obreros ignoraban, por carencia de formación y ausencia de orientación, que después de la etapa de protesta restaba la alternativa de la huelga, o no se debe descartar la posible injerencia de la Unión Telefónica del Río de La Plata, única empresa competidora. Para comprender esta segunda posibilidad es necesario advertir que ya en 1881 las empresas, Sociedad Nacional del Panteléfono, Compañía Continental Telefónica del Río de La Plata y Compañía de Teléfonos Gower-Bell, por rivalidades en la explotación llegaron a la mutua agresión de hecho.
La desvinculación laboral de los empleados renunciantes con la Compañía GowerBell fue temporalmente breve, esto lo determinaron tres factores no previstos por ambas partes: los nuevos empleados sustitutos con su falta de celeridad en asimilar las tareas laborales, los usuarios con protestas por el mal servicio y el periodismo con la solicitud de normalización de las actividades. Además, los renunciantes o no lograron obtener nuevos empleos, o bien habían tomado la determinación como recurso intimidatorio, porque en los días sucesivos se comprobó en ellos interés por retornar a su ocupación laboral.
Central telefónica de Santiago del Estero. 1903
Para pedir paciencia a los usuarios, hasta tanto los nuevos empleados se ponían prácticos, la Gower-Bell se vio obligada a decir algo más. Gracias a ello los empleados pudieron fijar públicamente su posición y aclarar lo que la empresa dejó a oscuras. El resultado fue que todos se enteraron de lo que estaba ocurriendo. Los usuarios comenzaron a inquietarse y luego alzaron voces de protesta: el servicio no se regularizaba, la deficiencia se había generalizado y permanecía.
Además de no omitir detalle sobre la aclaración de los empleados, el matutino de José C. Paz efectuó un pedido público a la Compañía Gower-Bell, que insertó en la edición 4183 bajo el epígrafe Teléfonos Gower-Bell, con lo cual sin quererlo benefició a los empleados renunciantes.
"Pedimos a la Dirección de ese servicio que apresure cuanto le sea posible la instrucción de sus empleados nuevos, que llevan algunos días de aprendizaje y parece, según los resultados que adelantan poco en la enseñanza. Pasan los primeros días por ser nuevos, pero ya se van haciendo viejos y sin embargo, tardan largo rato en contestar".
Las protestas efectuadas por los abonados provocaron una rectificación de la compañía en su proceder. Los medios informativos coincidieron en señalar que la urgente solución benefició a los usuarios: para La Prensa "los abonados están de felicitaciones pues el servicio volverá a hacerse con la seguridad de costumbre".
Resta saber cómo se solucionó el conflicto entre ambas partes, el que había perjudicado a los abonados y cuya reacción superó el límite de lo previsto: los empleados disconformes y renunciantes, y por qué se rectificó una actitud tan terminante como la de considerar cesantes a los empleados, que, según éstos, habían renunciado: es que "no ha tenido (la Gower-Bell) otro recurso, dice La Prensa "en la imposibilidad de suplir la falta de aquellos". De lo cual se deduce que los hombres son reemplazables, pero no siempre sin ellos es fácil mantener la eficiencia. En este caso lo demostraron las protestas de los usuarios. De este relato podemos inferir que este conflicto de los telefónicos con sus patrones, se inscribe entre las primeras luchas gremiales en nuestro país.
Esta nota es parte del libro Sitratel Rosario: telefónicos en la historia. De su origen a la actualidad, de Leónidas Ceruti.
Fuente: Tramas