La importancia de la "perspectiva de género"Por Agustina Chora
Las perpetuas a Diego Concha, Santiago Campos Matos y Oscar Ramos sentaron precedentes históricos al haber caratulado como crímenes de odio, violencia de género e institucional, los femicidios y transfemicidio de Luana Ludueña, Anahí Bulnes y Tehuel de la Torre.
La semana pasada fue histórica para la lucha de los feminismos en lo que respecta a sus permanentes demandas de "justicia" frente a los poderes judiciales, caracterizados por no contar -en la mayoría de los casos- con "perspectiva de género", ante hechos donde se juzgan delitos enmarcados en la violencia de género, tal como sucedió hace menos de un mes con la absolución de Jorge Ahumada, acusado de violar y usurpar la propiedad privada de una mujer indígena de la comunidad Pluma Blanca.
Los tres juicios que juzgaron hechos cometidos entre el 2021 y el 2022, concluyeron casi en simultaneidad y con resultados que sientan precedentes significativos para la historia de los feminismos y sus demandas, logrando institucionalizar a los crímenes juzgados como producto de la desigualdad estructural de la cultura machista.
Las vivencias que atravesaron las víctimas, Luana Ludueña (26 años, Pilar, Córdoba), Anahí Bulnes (36 años, Ciudad de Córdoba) y Tehuel de la Torre (21 años, San Vicente, Buenos Aires), se caracterizan por cómo el abuso de poder, la violencia estructural, de género, económica y laboral, las y lo expuso a situaciones constantes de vulneración.
"En el contexto de estos fallos, la justicia está intentando enviar un mensaje claro sobre la gravedad de estos crímenes, pero la pregunta sigue siendo: ¿el sistema está verdaderamente preparado para abordar las causas subyacentes de la violencia?'", expresa a Enfant la abogada y militante feminista Eugenia Scarpinello.
Sentar precedentes: de la calle a la justicia
Si los acusados fueron juzgados bajo el agravante de "homicidio por motivo de violencia de género y hacía la identidad de género" como lo fue con Tehuel, es -en parte- gracias a los feminismos y organizaciones LGBTIQ+ que hace años exigen y denuncian las vejaciones por parte de varones-cis, tanto en el ámbito público como privado.
No es que a partir del primer "Ni Una Menos" del 2015 las denuncias por acoso, abuso, violencia psicológica y física disminuyeron, de hecho se mantuvieron iguales e incluso aumentaron durante estos últimos cuatro años. Pero también allí se colocaron los cimientos al denunciar estás violencias, lo que posibilitó que otras y otros narraran sus vivencias. Más allá del "escrache", la tarea consistió en acompañar circunstancias concretas para evitar la repetición del abuso y de la violencia.
"La decisión de aplicar penas perpetuas puede ser vista como un esfuerzo por ajustar el marco legal a la gravedad de estos delitos y a las demandas sociales de justicia más contundente. Este tipo de sentencias puede ayudar a establecer un estándar que refleje una mayor sensibilidad hacia los crímenes de género", comenta Scarpinello.
En este sentido, es menester reconocer que estas sentencias se produjeron dentro de un periodo histórico de restricción de derechos en general y para mujeres y disidencias en particular, lo que se refleja, por ejemplo, en la reducción del personal de atención en emergencia como el 144 (víctimas de violencia de género) o el 137 (víctimas de violencia familiar y sexual).
"La violencia por motivos de género en Argentina existe: mueren mujeres y hay crímenes de odio permanentemente. Mientras haya menos presencia del Estado para el acompañamiento, habrá mayor cantidad de situaciones con riesgo de muerte", comentó Fernanda Fuentealba (empleada de la 144) a Enfant Terrible la semana pasada.
En ese intersticio entre la reducción de políticas públicas contra la violencia de género y el discurso oficialista (no excluyente al Partido de la Libertad Avanza) que desmiente los casos de violencia de género y crímenes de odio hacía personas de la población LGBT, las organizaciones sociales se hicieron presentes ante cada proceso judicial, teniendo roles claves de denuncia, visibilidad y acompañamiento.
En el caso de Luana, la colectiva de brigadistas comunitarias "las fuegas", formadas luego de su deceso en 2022, acompañaron a la familia de la víctima y remarcaron durante todo el juicio la responsabilidad institucional de Concha y los demás responsables políticos en el suicidio de su compañera.
Por su parte, las trabajadoras sexuales del sindicato de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), contribuyeron con la búsqueda de Anahí cuando se enteraron de su desaparición, aportando pruebas, experiencia y acompañamiento a la familia Bulnes.
Así mismo, la militante por los derechos de las travestis y trans, Florencia Guimaraes, quien estuvo presente durante el juicio hacia uno de los asesinos de Tehuel, Oscar Ramos, recordó cómo la falta de "perspectivo de género" hubiera facilitado la búsqueda de Tehuel, ya que en un principio el grupo de peritos lo buscó con su nombre e identidad anterior.
"Con este juicio estamos instalando una nueva figura que lamentablemente tiene que ver con la desaparición y el asesinato de Tehuel, ante una justicia que sigue criminalizando nuestras existencias", comentó Guimaraes durante el proceso judicial.
Las históricas sentencias en estos tres juicios no devuelven las vidas tomadas, ni especifican -por el momento- el paradero de los cuerpos de Anahí y Tehuel, pero sí intentan sentar un precedente para prevenir futuros crímenes y para juzgar de la misma manera a asesinatos similares, sentando jurisprudencia.
"El cambio en la carátula de los delitos y las penas puede ser un paso importante hacia una justicia más equitativa. Sin embargo, esto debe ir acompañado de reformas más profundas que aborden las desigualdades estructurales subyacentes", comenta Scarpinello.
¿La justicia tiene que ser feminista?
La discusión acerca de una reforma judicial feminista, no necesariamente solucionaría el problema de raíz. Las relaciones de poder han existido y continuarán existiendo, por lo que se hace necesario una formación conjunta para una transformación de la cultura machista que nos atraviesa a todos y a todas.
"Estás decisiones pueden ser vistas como un avance en términos de establecer precedentes y reconocer la gravedad de estos delitos, pero también subrayan la necesidad de una reforma más profunda del sistema judicial", advierte la abogada.
Que la justicia haya reconocido a la familia Ludueña como víctima de violencia institucional por parte del gobierno de la provincia de Córdoba o que la fiscalía haya solicitado una reparación comunitaria para la familia de Tehuel y haya solicitado la creación de un protocolo de búsqueda de personas LGBTI desaparecidas , es una reparación histórica de años de denuncia y reclamo. De está manera, una justicia con "perspectiva de género" es necesaria pero no suficiente si no hay una sociedad que acompañe la transformación simbólica que la cultura requiere.
"La influencia del feminismo en estos fallos es evidente, pero la justicia feminista' requiere un enfoque más estructural que no solo castigue, sino que también prevenga y aborde las raíces estructurales de la violencia de género", concluye Scarpinello.
Fuente: Enfant Terrible
Por Agustina Chora
Las perpetuas a Diego Concha, Santiago Campos Matos y Oscar Ramos sentaron precedentes históricos al haber caratulado como crímenes de odio, violencia de género e institucional, los femicidios y transfemicidio de Luana Ludueña, Anahí Bulnes y Tehuel de la Torre.
La semana pasada fue histórica para la lucha de los feminismos en lo que respecta a sus permanentes demandas de "justicia" frente a los poderes judiciales, caracterizados por no contar -en la mayoría de los casos- con "perspectiva de género", ante hechos donde se juzgan delitos enmarcados en la violencia de género, tal como sucedió hace menos de un mes con la absolución de Jorge Ahumada, acusado de violar y usurpar la propiedad privada de una mujer indígena de la comunidad Pluma Blanca.
Los tres juicios que juzgaron hechos cometidos entre el 2021 y el 2022, concluyeron casi en simultaneidad y con resultados que sientan precedentes significativos para la historia de los feminismos y sus demandas, logrando institucionalizar a los crímenes juzgados como producto de la desigualdad estructural de la cultura machista.
Las vivencias que atravesaron las víctimas, Luana Ludueña (26 años, Pilar, Córdoba), Anahí Bulnes (36 años, Ciudad de Córdoba) y Tehuel de la Torre (21 años, San Vicente, Buenos Aires), se caracterizan por cómo el abuso de poder, la violencia estructural, de género, económica y laboral, las y lo expuso a situaciones constantes de vulneración.
"En el contexto de estos fallos, la justicia está intentando enviar un mensaje claro sobre la gravedad de estos crímenes, pero la pregunta sigue siendo: ¿el sistema está verdaderamente preparado para abordar las causas subyacentes de la violencia?'", expresa a Enfant la abogada y militante feminista Eugenia Scarpinello.
Sentar precedentes: de la calle a la justicia
Si los acusados fueron juzgados bajo el agravante de "homicidio por motivo de violencia de género y hacía la identidad de género" como lo fue con Tehuel, es -en parte- gracias a los feminismos y organizaciones LGBTIQ+ que hace años exigen y denuncian las vejaciones por parte de varones-cis, tanto en el ámbito público como privado.
No es que a partir del primer "Ni Una Menos" del 2015 las denuncias por acoso, abuso, violencia psicológica y física disminuyeron, de hecho se mantuvieron iguales e incluso aumentaron durante estos últimos cuatro años. Pero también allí se colocaron los cimientos al denunciar estás violencias, lo que posibilitó que otras y otros narraran sus vivencias. Más allá del "escrache", la tarea consistió en acompañar circunstancias concretas para evitar la repetición del abuso y de la violencia.
"La decisión de aplicar penas perpetuas puede ser vista como un esfuerzo por ajustar el marco legal a la gravedad de estos delitos y a las demandas sociales de justicia más contundente. Este tipo de sentencias puede ayudar a establecer un estándar que refleje una mayor sensibilidad hacia los crímenes de género", comenta Scarpinello.
En este sentido, es menester reconocer que estas sentencias se produjeron dentro de un periodo histórico de restricción de derechos en general y para mujeres y disidencias en particular, lo que se refleja, por ejemplo, en la reducción del personal de atención en emergencia como el 144 (víctimas de violencia de género) o el 137 (víctimas de violencia familiar y sexual).
"La violencia por motivos de género en Argentina existe: mueren mujeres y hay crímenes de odio permanentemente. Mientras haya menos presencia del Estado para el acompañamiento, habrá mayor cantidad de situaciones con riesgo de muerte", comentó Fernanda Fuentealba (empleada de la 144) a Enfant Terrible la semana pasada.
En ese intersticio entre la reducción de políticas públicas contra la violencia de género y el discurso oficialista (no excluyente al Partido de la Libertad Avanza) que desmiente los casos de violencia de género y crímenes de odio hacía personas de la población LGBT, las organizaciones sociales se hicieron presentes ante cada proceso judicial, teniendo roles claves de denuncia, visibilidad y acompañamiento.
En el caso de Luana, la colectiva de brigadistas comunitarias "las fuegas", formadas luego de su deceso en 2022, acompañaron a la familia de la víctima y remarcaron durante todo el juicio la responsabilidad institucional de Concha y los demás responsables políticos en el suicidio de su compañera.
Por su parte, las trabajadoras sexuales del sindicato de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), contribuyeron con la búsqueda de Anahí cuando se enteraron de su desaparición, aportando pruebas, experiencia y acompañamiento a la familia Bulnes.
Así mismo, la militante por los derechos de las travestis y trans, Florencia Guimaraes, quien estuvo presente durante el juicio hacia uno de los asesinos de Tehuel, Oscar Ramos, recordó cómo la falta de "perspectivo de género" hubiera facilitado la búsqueda de Tehuel, ya que en un principio el grupo de peritos lo buscó con su nombre e identidad anterior.
"Con este juicio estamos instalando una nueva figura que lamentablemente tiene que ver con la desaparición y el asesinato de Tehuel, ante una justicia que sigue criminalizando nuestras existencias", comentó Guimaraes durante el proceso judicial.
Las históricas sentencias en estos tres juicios no devuelven las vidas tomadas, ni especifican -por el momento- el paradero de los cuerpos de Anahí y Tehuel, pero sí intentan sentar un precedente para prevenir futuros crímenes y para juzgar de la misma manera a asesinatos similares, sentando jurisprudencia.
"El cambio en la carátula de los delitos y las penas puede ser un paso importante hacia una justicia más equitativa. Sin embargo, esto debe ir acompañado de reformas más profundas que aborden las desigualdades estructurales subyacentes", comenta Scarpinello.
¿La justicia tiene que ser feminista?
La discusión acerca de una reforma judicial feminista, no necesariamente solucionaría el problema de raíz. Las relaciones de poder han existido y continuarán existiendo, por lo que se hace necesario una formación conjunta para una transformación de la cultura machista que nos atraviesa a todos y a todas.
"Estás decisiones pueden ser vistas como un avance en términos de establecer precedentes y reconocer la gravedad de estos delitos, pero también subrayan la necesidad de una reforma más profunda del sistema judicial", advierte la abogada.
Que la justicia haya reconocido a la familia Ludueña como víctima de violencia institucional por parte del gobierno de la provincia de Córdoba o que la fiscalía haya solicitado una reparación comunitaria para la familia de Tehuel y haya solicitado la creación de un protocolo de búsqueda de personas LGBTI desaparecidas , es una reparación histórica de años de denuncia y reclamo. De está manera, una justicia con "perspectiva de género" es necesaria pero no suficiente si no hay una sociedad que acompañe la transformación simbólica que la cultura requiere.
"La influencia del feminismo en estos fallos es evidente, pero la justicia feminista' requiere un enfoque más estructural que no solo castigue, sino que también prevenga y aborde las raíces estructurales de la violencia de género", concluye Scarpinello.
Fuente: Enfant Terrible