Política

Un pacto para convivir con la casta


Por Marcelo Falak

Achicada, pero dadora de poderes suficientes para desguazar el Estado, la ley ómnibus simboliza la sinuosa relación entre Javier Milei y la casta que, merecedora de denuesto, le permitió hacer carrera. El zigzag sigue confuso, serpenteando los esteros cenagosos de la política correntina y el caso Loan -todo un cuento de terror-, y en la firma del Pacto de Mayo. ¿ La ultraderecha se infusiona con su objeto de odio, se normaliza y pierde novedad?

Corrientes y Tucumán serán los dos puntos del Norte Grande que resumirán esa ambigüedad en lo inmediato.

En la primera, la dramática desaparición de un niño de cinco años movilizó todos los elementos del pánico moral que, como géiseres, surgen cada tanto aquí y allá: supuestas redes de trata, denuncias de abuso infantil, evidente inoperancia o complicidad oficial en las investigaciones, gobiernos provinciales que son probadas fuentes de excesos y castas irremovibles, tardías e impotentes acciones nacionales y, al final, casi siempre oscuridad perpetua.

Si el caso de Cecilia Strzyzowski conmocionó a Chaco y demolió en las últimas elecciones el imperio de Jorge Capitanich y los dirigentes sociales que eran sus socios políticos,en este caso, el principal damnificado sería Gustavo Valdés,el radical más libertario. Se trata de un aliado al que la Casa Rosada no puede abandonar, pero al que tampoco puede dejar de exponer si, como ocurrió cuando el tema ya era escándalo nacional, pretende echar algo de luz. Ese poder local cruje hora a hora, en la TV nacional y en cadena.

Pacto de Mayo: que se venga la casta de todas partes

El análisis de quién es quién en esa provincia expone la realidad de que la casta no es sólo peronista, una "novedad" que, poco a poco, descubren la política gorila y los medios ídem. También exhibe un nudo de poder tan apretado que suele convalidar casi cualquier visión conspirativa, cierta o ficticia, de las que habitan en el imaginario popular.

Un pacto para vivir / Odiándonos sol a sol / Revolviendo más / En los restos de un amor / Con un camino recto / A la desesperación / Desenlace en un cuento de terror

Las oscilaciones del Gobierno de La Libertad Avanza (LLA) ante la suerte de Loan -su prescindencia inicial, el envío atropellado de la siempre atropellada Patricia Bullrich con sus equipos radiológicos a cuestas, un nuevo paso al costado y la asunción final de que cualquier desenlace, incluso el del vacío, conllevará un costo inevitable- muestran los límites de imaginar que la política puede flotar en el vacío. En la Argentina -como casi en todos lados- hay casta por doquier. Al no poder doblegarla -si es que alguna vez realmente lo intentó-, Milei está ahora dispuesto a abrazarse a la parte principal de ella.

Los enjuagues de la ley Bases en el Congreso pusieron en negro sobre blanco esa relación difícil de leer entre el Gobierno y la casta política. ¿El opoficialismo le allanó el camino a Milei o, por el contrario, limitó sus demasías más impresentables? Como sea, el resultado es suficientemente satisfactorio para el Topo, empoderado para cumplir con su promesa de "destruir el Estado desde adentro".

La conclusión de esa entente compleja será la firma, este lunes a última hora, vigilia del Día de la Independencia, del Pacto de Mayo en Tucumán. Lo único concreto de ese evento es el código de etiqueta, al menos para las hombres. Se exige traje oscuro.

Pacto de Mayo: ¿hito o puesta en escena?

Ya el nombre y la fecha resultan abstrusos. Pensado para mayo en Córdoba, los vaivenes de las Bases lo pospusieron hasta ahora y lo llevaron a otra provincia. Sin cambiar el nombre, Manuel Adorni lo convocó sin que se le moviera un pelo.

A esta altura, el vocero es un luthier más.

Tal como ocurre con el matrimonio con el correntino Valdés, las sociedades que se expondrán en el Pacto de Mayo también son casta pura. Gobernadores aliados, ya sea hombres del PRO como animales políticos raros, compuestos con los retazos que le quedaron a Dios al final de su creación, como los de la "Unión Cívica de Derecha Radical" (UCDR) y peronistas libertarios; gente de negocios que, si no vive del Estado, lo hace de su desguace; allegados permanentes del poder y -claro que en función profesional- periodistas que siempre están.

El Pacto de Mayo tendrá mucha pompa, pero la validez de los hitos históricos se mide en el tiempo, no en una noche de gala. Así, la puesta en escena de la segunda parte del proyecto del Topo, la del ataque al Estado, durará lo que dure el poder que hoy muestra Milei, sometido como está a una sensación de crisis latente; los vaivenes de un mercado acechante; a las limitaciones de su ajuste brutal, inequitativo, insustentable y probablemente inútil y a la espera de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) dé la estocada final con sus condiciones.

Los Diez Mandamientos de Javier Milei

El decálogo -no podía ser otra cosa, dada la vocación teísta del texto- para la nueva Argentina es un compendio de obviedades que rigen desde 1853 en la Constitución Nacional, como la inviolabilidad de la propiedad privada; aspiraciones imposibles -una nueva coparticipación federal-; expresiones de deseos -que las provincias se decidan a explotar intensivamente sus recursos naturales-; desafíos que sólo ocurrirían si a la casta ya reunida se le sumara la sindical -la reforma laboral- y temas que jamás se zanjarán, como un esquema previsional que deje conforme a todo el mundo.

A eso se añade una de esas exigencias gelatinosas propias de la UCR de los tiempos que corren, "una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar". Aplausos. ¿Y su carácter universal, gratuito y laico? Pasado en copa nueva, la Argentina de LLA y la "UCDR" impone una forma de liberalismo previo al de la ley 1.420 de Julio Argentino Roca.

Aunque bajo fuego por cierta deriva oficial, la defensa de la democracia no ha sido reclamada por ninguno de los signatarios inminentes.

Por último, aparecen en los diez mandamientos de Moisés y Aarón los elementos que hacen al corazón del proyecto paleolibertario: equilibrio fiscal a como dé lugar, reducción del gasto público del 43% heredado a nada menos que 25% del PBI, una reducción de la presión tributaria -para los ricos- y apertura comercial. Como esos ítems supondrían, respectivamente, rigideces imposibles, un hachazo fenomenal a las prestaciones públicas, la consolidación de un país todavía más injusto y la destrucción de buena parte de lo que queda del tejido industrial y de la máquina de generar empleo, a los patriarcas les esperan 40 años en el desierto. Al otro lado, suponen, espera la tierra prometida del pinochetismo en democracia.

Javier Milei, ¿un presidente normal?

Expectativas tan altas se dan de bruces con los intereses de los segmentos del Círculo Rojo a los que el propio Gobierno se abraza. Ya averiguó que sin la casta no puede; ahora le falta determinar si con ella alcanza.

En el camino, al abrazarse al establishment, Milei se normaliza en su discurso -su praxis al filo del reglamento es otro cantar- y pierde lo disruptivo que lo llevó a la cima del poder político. ¿Qué quedaría de él si su proyecto quedara desnudo en cuanto a los intereses que sirve ante la opinión pública que compró sus histerias?

Un Milei normalizado, expuesto en su juego permanente a favor de los poderes constituidos, que depende de la casta para seguir adelante y que aguarda que el FMI termine de pasteurizarle sueños de juventud como la dolarización y los experimentos de los alquimistas austríacos, podría terminar por resultar un producto bastante menos atractivo.

Si se dirigiera a institucionalizar su revolución paleo -encima, antes de concretarla-, el Presidente correría el riesgo de adoptar, poco a poco, un oxímoron que busque consolidar su poder, pero que a la vez lo haga renunciar al proyecto que le dio la vida. Así las cosas y de cumplir el objetivo, desde ya, ¿ganaría o perdería?

Paciencia: esa pregunta difícil merece tiempo y reflexiones futuras.

Fuente: Letra P