Géneros

"La deuda es con nosotras": Chubut y Santa Cruz entre las provincias con mayor brecha salarial de género

Por Lola Sánchez

Un informe reciente reveló que Chubut se posiciona, junto a Santa Cruz, como una de las provincias con mayor brecha salarial de género de todo el país. Le brecha se sitúa en el 35% entre ingresos de varones y mujeres. Si bien algunas pistas de esta marcada diferencia podrían estar en la matriz petrolera de la región, la situación no es muy diferente a nivel nacional. Cada provincia sostiene una brecha de entre el 12% y el 36%, y las estadísticas nacionales señalan que la precarización laboral y la falta de oportunidades se profundiza cuando se trata de mujeres. Este panorama se erige sobre la tensión ineludible entre un sistema normativo que promete la igualdad y una realidad que todavía está en proceso de ser aprehendida.

El reclamo económico estuvo presente durante el último 8M en la región. Las distintas organizaciones de mujeres y diversidades apuntaron contra la falta de empleos dignos, la necesidad de reconocimiento de las tareas domésticas y la labor de las trabajadoras de la economía popular, la incorporación de mujeres a ámbitos masculinizados y el impacto desigual de la crisis.

La brecha salarial es más profunda de lo que parece y responde a varios factores: la predominancia de una industria con menos del 20% de presencia femenina, la flexibilización laboral de la pandemia y la distribución inequitativa de las tareas del hogar, esquemas que lentamente se van modificando por la interpelación de los feminismos.

La visibilización también se va ampliando en la medida en que estas variables se incorporan a las mediciones estadísticas, o en última instancia, cuando las investigadoras miran los números desde una óptica feminista.

En varios ámbitos de especialización profesional, las mujeres son el grupo con mayor número de graduadas y niveles más altos de capacitación. Paradójicamente, son las más perjudicadas por el desempleo, la subocupación y la informalidad.

Otras problemáticas como la desigual distribución de tareas de cuidado y las situaciones de acoso y violencia hacia dentro de los espacios de trabajo amenazan la permanencia de mujeres en empleos estables, y desnuda la estructura de un mercado laboral lejos de ofrecer condiciones de igualdad.

Alcanzar el techo de cristal

Renata Hiller, politóloga e investigadora de la UNPSJB, dialogó con este medio y profundizó sobre el significado de la brecha: "El hecho de que Chubut tenga una de las brechas más altas, en principio significa que los varones acceden a salarios más altos que las mujeres. Históricamente esto se entendía porque las mujeres parecíamos cobrar menos dinero por las mismas tareas, más allá de que eso sigue ocurriendo, lo que más se da es la existencia de paredes de cristal en donde las mujeres quedamos vinculadas a tareas muy específicas con menor remuneración: las tareas de cuidado, educación, salud, empleos feminizados".

Señaló también la presencia de techos de cristal, que frenan el escalamiento de las mujeres a puestos jerárquicos: "Eventualmente pensando en la industria petrolera, o en ámbitos como universidades o cargos en el Poder Judicial en el caso de la provincia, nos encontramos con que tenemos más dificultades para acceder a cargos más altos, que están mejor remunerados".

De hecho, en 2022 se conoció que una mujer presidiría el Superior Tribunal de Justicia de Chubut por primera vez en la historia, con más de 60 años de ausencia femenina. De esta forma, Camila Banfi "rompió" el techo de cristal, en parte gracias al reclamo constante de sectores feministas y abogadas activistas por la igualdad. La incorporación de Banfi es apenas el comienzo de una transformación que, en algunas regiones como la Patagonia, está tomando más tiempo del esperado.

Esta situación se conoce también como "segregación vertical": a medida que ascienden las jerarquías, disminuye la presencia de mujeres, lo que genera una sub-representación en la escala superior de las instituciones y las empresas.

"En el caso argentino, se observa una fuerte segregación vertical entre la población trabajadora que se desempeña en unidades productivas (empresas), con una disminución de la proporción de mujeres a medida que se asciende en la jerarquía piramidal. Sobre el total de puestos de jefatura las mujeres acceden al 24,4%, mientras que en puestos directivos el porcentaje es algo superior, 37,2%, pero ostensiblemente menor al de los trabajadores varones", señala la Encuesta Nacional a trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (2018).

"La desigualdad se expresa en todos los ámbitos"

En el Día de la Mujer Trabajadora, el reclamo está siempre presente. Pero en miras de una crisis económica que impacta doble y triplemente en grupos de mujeres, en los últimos años la propuesta de incorporar el género a los análisis económicos tomó más fuerza.

Durante el 8M de este año, en Comodoro Rivadavia se leyó el documento elaborado colectivamente por las organizaciones que conforman la Multisectorial. Allí, pusieron énfasis en la diferencia salarial: "Se registra en todas las categorías y crece en los cargos jerárquicos. En Chubut la brecha salarial oscila entre el 28% y el 35%, la más alta del país junto a otras 4 provincias. En Comodoro Rivadavia y Rada Tilly encabezan el ranking de inequidad con cifras que trepan al 47% de diferencia".

"Esa desigualdad se expresa en todos los ámbitos porque aun cuando las mujeres cuenten con el mismo nivel de educación, o incluso mayores que el hombre, las mujeres no acceden a los cargos mejor pagados. En la categoría de jefes y jefas hay un 73% de participación de varones contra sólo un 27% de mujeres. Un ejemplo de la limitación a las mujeres en el acceso a cargos jerárquicos es la Corte Suprema, que no cumple con el cupo para su composición en una justicia que adolece de la falta de perspectiva de género", agregaron.

Tampoco se hizo silencio sobre la distribución inequitativa de las tareas de cuidados: "Las mujeres destinan un promedio de 35 horas semanales al trabajo rentado en comparación a las 45 horas semanales de los varones. En el mundo, las mujeres y las niñas realizan las ¾ partes del trabajo de cuidado no remunerado, sin el cual la economía no funciona, pero que no está incluido para calcular el PBI de los países, permitiendo que otros integrantes de la familia accedan a las actividades económicas y laborales".

Además, recuperaron parte de los reclamos sociales en torno a la falta de políticas públicas y el ajuste en áreas centrales como Salud y Educación, problema que no es ajeno a las mujeres, ya que son ellas quienes ocupan, en su mayoría, los puestos en el sistema sanitario y educativo, con una alta carga horaria y propuestas de aumentos salariales deficientes.

"[La educación] Es un trabajo fuertemente feminizado, con inmensa mayoría de trabajadoras mujeres, muchas cabeza y sostén de familia. Esto se siente particularmente tras los años de congelamiento salarial y galopante inflación vividos. El combo de falta de mantenimiento y abandono de los edificios públicos, la falta de recursos materiales y humanos, y los bajos salarios de les trabajadores estatales generan la ausencia de condiciones básicas para garantizar los derechos de la ciudadanía, un retraimiento del estado".

Menos ingresos y más precarización: el factor de género

La situación provincial y regional no escapa a un panorama nacional que coloca a las mujeres en desventaja frente al mercado laboral. En principio, la tasa de ocupación de las mujeres es levemente mayor a la de los varones: 45,7 frente a un 54,3%.

"Esta distribución, que para el conjunto del país presenta una diferencia de cerca de diez puntos en favor de los varones, varía en las distintas regiones del país".

Según un informe de ECETSS (2018), en Argentina se percibe una fuerte masculinización y feminización de los empleos. Aquellos con mejor paga -especialmente en la provincia de Chubut- como la minería y el petróleo, electricidad, gas y agua, construcción y la industria en general, están mayormente ocupados por varones. Los empleos con menor paga y más flexibilizados, como la salud, los servicios sociales, la enseñanza y el trabajo en casas particulares está ocupado en su mayoría por mujeres.

El petróleo, la minería y la industria en particular registran una alta desigualdad salarial, con un promedio que se sitúa en el 43%.

La ocupación baja a menor nivel educativo, dependiendo si la mujer tiene estudios superiores completos (58,8%), secundario completo (45,8%), primario completo (37,2%) o hasta primario incompleto (36,1%). En este sentido, la carga de tareas de cuidado que pesa sobre las mujeres también incide directamente en sus posibilidades de capacitación.

De acuerdo a los datos de la ECETSS (2018) en Argentina, las ramas de actividad de mayor feminización en el país son el Trabajo doméstico en casas particulares (100%), la Enseñanza (73%) y los Servicios Sociales y de salud (69,4%). Mientras tanto, las ramas con menor participación son la Construcción (2,3%), el Transporte, almacenamiento y comunicaciones (15,0%), las Actividades primarias (16,6%) y la Industria manufacturera (26,5%).

Según describe el informe "esta segregación es uno de los determinantes de la existencia de brechas salariales entre mujeres y varones. Asimismo, dadas las características de los procesos productivos subyacentes y el nivel de tecnologías aplicado, determina en gran medida las condiciones de trabajo a las que están expuestas". Mientras los varones se encuentran más expuestos a riesgos medioambientales (físicos, químicos, disergonómicos) por la naturaleza de sus empleos, las mujeres presentan mayor exposición a riesgos biológicos y psicosociales.

La diferenciación por sectores, según la OIT ("Impulsar la justicia social, promover el trabajo decente"), responde también a "una serie de estereotipos de género que establecen roles, habilidades y conocimientos diferenciados para varones y mujeres, que limitan el abanico de oportunidades laborales accesibles a las mujeres".

Por otra parte, se hace una distinción entre empleos de productividad baja, media y alta, vinculados a niveles más altos de tecnología, nivel educativo de las personas empleadas, mayor protección laboral y mejores condiciones en general.

De acuerdo a esta clasificación, las mujeres en Argentina se insertan principalmente en los empleos de productividad baja (74,7%), con más de la mitad de las trabajadoras en los sectores del Comercio (18,5%), el Trabajo doméstico en casas particulares (17,5%) y la Enseñanza (15,4%).

La participación de las mujeres es superior en las actividades de baja productividad (74,7% vs 40,7% en los varones), mientras que la de varones es mayor en las de media productividad (49,3% vs 15,6

Esto deriva en peores condiciones de empleo, como más precarización, menor capacidad de desarrollo profesional e inestabilidad de ingresos. Además, tanto en ámbitos de alta o baja productividad, las mujeres tienden a ocupar puestos con menor calificación. Este fenómeno se conoce como "segregación horizontal", es decir, la inserción de mujeres en sectores de menor productividad.

La situación de Chubut

De acuerdo a un informe del Observatorio de Género del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) -publicado con motivo del 8 de marzo-, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres del conglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly es la más alta de todo el país, llegando al 47,3%.

El trabajo fue analizado por el Observatorio de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). Se estableció, en promedio, un ingreso mensual de 189.380 pesos para los varones, en tanto la mujer percibe un promedio de 99.711 pesos.

"Para diagnosticar los motivos de estas asimetrías territoriales, resulta útil poner la lupa en otro de los fenómenos que contribuyen a las inequidades estructurales del mercado de trabajo, como es la participación que tienen las mujeres en determinadas ramas de actividad económica. Históricamente, cuando las mujeres acceden al mercado de trabajo, que como hemos visto lo hacen de manera limitada, se incorporan mayoritariamente en determinados sectores. Suelen tener mayor representación en aquellos relacionados a tareas de cuidado, que son a su vez los menos dinámicos y con remuneraciones más bajas", subraya el informe.

"Durante el tercer trimestre de 2022, las mujeres explicaron el 72,8% del sector Enseñanza y un 67,9% del empleo en Servicios Sociales y de Salud. El caso más ilustrativo de este fenómeno es el trabajo en casas particulares, sector en el cual las mujeres explican el 96,3% del empleo. No casualmente este sector es de los peores remunerados y de mayor informalidad de la economía", agrega.

"La sobrerrepresentación de mujeres en determinados sectores de la economía tiene como contracara la baja participación en otros. Por ejemplo, en la Construcción y en las Actividades Primarias las mujeres explican solamente un 3,6% y un 22,8%, respectivamente. En la misma línea, la industria manufacturera por su parte tuvo una representación del 33,1% de mujeres durante el mismo período. Es importante resaltar que estos sectores son los primeros en generar empleo frente a un escenario de crecimiento económico y generalmente no exigen niveles altos de capacitación y formación", se destaca.

De acuerdo a un informe elaborado por la Consultora E&M Patagonia en 2016 -con leves cambios en la coyuntura actual- 4 de cada 10 trabajadores en la provincia son de sexo femenino, con una fuerte presencia en empleos no calificados (30%), y operativos de baja calificación (40%), con apenas 10% de mujeres que realizan trabajos profesionales, y un 20% que desempeña actividades técnicas.

Del total de mujeres que se desempeñan en el sector privado en relación de dependencia, un 27% se emplea en el comercio, 18% trabaja en el servicio doméstico, 15% en el sector de la Enseñanza y la Salud privados, y 10% en la industria, contando las actividades más relevantes.

La consulta especifica que un tercio sector femenino que se desempeña en el sector privado lo hace en pequeñas y medianas empresas, y un poco más de la mitad está concentrada en la Cuenca del Golfo San Jorge. Le siguen las mujeres que de desempeñan en PyMEs del Valle Inferior del Río Chubut (22%), Puerto Madryn y Península Valdés (17%) y zona cordillerana (5,5%).

Al igual que otras provincias, Chubut centraliza gran parte del trabajo femenino en el Sector Público (con una de cada tres mujeres en este sector), con el Estado como el mayor empleador de la mujer en la provincia. Se encontró igualmente un fuerte componente de género en las actividades productivas provinciales y una carga horaria doble de la mujer en cuanto a las tareas del hogar y de cuidado.

Al igual que en la actualidad, las diferencias se reducían en la región Trelew-Rawson y se acentuaban en el conglomerado Comodoro-Rada Tilly. La provincia mantiene una diferenciación de género marcada con una gran presencia de mujeres en el Estado o en sectores más precarizados, con una baja proporción de mujeres en actividades de altos ingresos como el sector petrolero.

Estos informes destacan, en general, la necesidad de avanzar en políticas transversales que permitan el ingreso de mujeres y diversidades a distintos sectores, con el objetivo de garantizar salarios dignos y empleos estables, a partir de políticas públicas que contemplen los factores anteriormente señalados.

La matriz petrolera y su deuda con las mujeres

Entre los ámbitos más masculinizados y desiguales, se encuentra la industria petrolera. Un trabajo de la Fundación Contactos Energéticos publicado en 2022 encontró importantes brechas de género entre varones y mujeres del sector hidrocarburífero, las cuales en ciertos casos alcanzan el 33%.

De los 903 participantes de la encuesta, el 17% son mujeres. La media salarial de los hombres ronda entre 300 y 350 mil pesos, mientras que entre las mujeres es de entre 200 y 250 mil.

En relación a las jerarquías, la mayor proporción de mujeres está en los puestos de menor rango. Como en casi todos los ámbitos laborales, a medida que aumenta el rango, el porcentaje de mujeres disminuye. Los puestos junior tienen un 31% de presencia femenina, y los puestos más altos alcanzan apenas el 4%.

Hiller viene estudiando, con colegas de la región, el mercado de trabajo del petróleo desde una perspectiva de género. La inserción de mujeres a espacios históricamente masculinos como el petróleo despliega un proceso de cuestionamiento de la estructura laboral -impulsado por la presencia de mujeres en la misma y por las demandas feministas de coyuntura.

La investigadora habla de "un régimen laboral muy difícil de compatibilizar con el sostenimiento de la vida, el cuidado de otres. Nos encontramos cada vez más con varones que se suman a reclamar por espacios laborales más amigables con la vida doméstica que quieren asumir tareas de cuidado, están negociando esa cuestión".

Las tareas domésticas, el trabajo no pago

"No es amor, es trabajo no pago", escribe el feminismo en las ciudades desde hace décadas. Y varios estudios desde los inicios de la investigación feminista han demostrado el peso de las tareas domésticas y de cuidado que cae de manera desigual sobre las mujeres. Implica una inversión de tiempo diario (sin vacaciones ni feriados) que atenta contra las posibilidades de capacitación o acceso a mejores empleos.

Hiller remarca la necesidad de entender cómo operan las tareas del hogar en este panorama: "Las tareas domésticas juegan un rol central, las mujeres nos encontramos negociando horarios que nos permitan continuar haciendo tareas de cuidado, trabajar menos horas o buscando determinadas condiciones en pos de garantizar las tareas de cuidado. En este sentido, es más fácil negociar con un empleador que con el propio marido. Con lo cual tenemos una carga de cuidados que nos coloca en peor posición en el mercado de trabajo remunerado y en estos cargos más altos".

"Que las mujeres lleguemos a ocupar esos altos cargos tiene que ver con que los espacios de trabajo garanticen -más allá de que seamos mujeres o varones- estos espacios de guardería, de cuidado, respetar los tiempos de trabajo y de ocio, que con la pandemia se dio vuelta la idea de disponibilidad 24/7", agrega.

Según el informe del ECETSS del 2018 "La cantidad de miembros que conforman el hogar y la existencia en el hogar de hijos menores a 18 años constituyen factores que generan desigualdades en la inserción de las mujeres en el trabajo. A medida que se incrementa la cantidad de miembros del hogar disminuye la proporción de las mujeres, muy vinculado al rol que se le confiere en la realización de tareas de cuidado y trabajo doméstico no remunerado". La tasa de ocupación femenina -que ronda el 45% - llega a descender al 33,3% cuando hay 7 o más miembros en el hogar.

El informe de la consultora patagónica de 2016 señalaba que en Chubut 9 de cada 10 mujeres mayores de edad participaba en las tareas domésticas, mientras que solo la mitad de los hombres colaboran en esta actividad. Además, dedicaban el doble de tiempo (cuatro horas diarias versus dos de los varones). Por otra parte, se registró que la proporción de horas dedicadas a actividades domésticas y de cuidado no disminuye entre las mujeres con distintos niveles educativos.

Los feminismos no sólo incorporan la dimensión económica a sus denuncias, sino que interpelan el significado de lo económico en una sociedad fuertemente influenciada por una visión financiera y macro de estas problemáticas.

"El 8 se marzo es el Día de la Mujer Trabajadora, ese contenido histórico se actualiza todo el tiempo, es un día donde se plantean un montón de demandas. Las del mundo de la economía -y hablamos también de la economía doméstica, la negociación y conciliación entre los integrantes del hogar-, se ponen especialmente de relieve", sostiene Hiller.

"Es gratificante y a la vez desafiante encontrarse que esos reclamos de corte económico hoy son agenda de política pública desde el Estado Nacional", remarca, "que impulsa sistema integral de cuidados que tiene que ver con reconocer a las trabajadoras de economía popular, de las ramonas, recompensar las tareas comunitarias que mayoritariamente son realizadas por mujeres -y eso lo vemos en Comodoro".

"Lo vinos en la pandemia, son las mujeres las que están constantemente cocinando, asistiendo, dando apoyo escolar en su barrio. Esa tarea tiene que ser remunerada". El sistema integral de cuidados contempla la extensión de licencias parentales e incluso las licencias compartibles y repartibles entre varones y mujeres, en pos de un esquema equitativo de distribución de las tareas.

"Pienso también en la infraestructura, en la visita de [Gabriel] Katopodis, donde hablaba de espacios de cuidado, de ciudades que sean más amigables con esas tareas".

Para Hiller, es central poder contabilizar en números el aporte de las mujeres en las tareas domésticas y de cuidado. Para ello, se está impulsando el Índice de Crianza, que "nos va a ir informando cual es el valor de las tareas del hogar, del cuidado de niños y niñas, lo que cuesta vestirlos, alimentarlos, que vivan en un hogar. Y también nos va a permitir discutir en la justicia los casos de cuotas alimentarias".

"Hay una deuda histórica respecto a los padres que no cumplen con la cuota, y no es un problema entre dos personas, es un problema público. Es un reclamo económico que hace parte de la economía", subraya, "No solo tenemos una deuda con el FMI, hay una deuda con nosotras".

"Tenemos que volver a darnos nuevas agendas": el futuro feminista

Actualmente, la cuestión económica está plenamente integrada a los múltiples reclamos de los feminismos, especialmente en una región con embates de crisis, proyectos extractivistas y distribuciones desiguales del salario, con una matriz productiva ocupada casi en un 100% por varones.

"Estas demandas históricas del feminismo hoy las vemos en las políticas públicas", sostiene Hiller y se refiere a un escenario "desafiante" para el movimiento, "cuando sus principales demandas hoy están encaradas desde el propio Estado".

"Es bueno cuando un movimiento social logra eso, pero desafía términos de cuál es la próxima agenda. Es lo que se observó en el 8M, no sólo en Comodoro sino en movilizaciones de todo el país, se vio cierta dispersión. Es entendible en este punto: como movimiento tenemos que volver a darnos nuevas agendas", concluye.