Érica, la chofer de colectivos que pelea contra Goliat: solo hay 925 mujeres conduciendo, frente a 376.000 varones Entrevista de Lola Sánchez.
"No tomamos mujeres" fue la respuesta de una empresa de colectivos cuando en 2014 la conductora Érica Borda, con más de una década a la cabeza de la línea 140 del Grupo Plaza, solicitó empleo. "Pensé no puede ser que en esta época sigan pasando estas cosas', no quiero que mañana mis hijas pasen por algo parecido cuando quieran conseguir trabajo'", recuerda. La chofer inició un amparo judicial que impulsó un cambio de paradigma para las trabajadoras: actualmente las empresas de transporte en Buenos Aires están obligadas a cumplir con un cupo femenino del 30%.
La presencia femenina en el sector del transporte de colectivos no es nueva, ya que desde hace 25 años ocupan puestos a la par de sus compañeros. No obstante, y al igual que en otros ámbitos históricamente masculinizados, sufren acoso, discriminación y la indiferencia de un sindicato al que no le interesa lo que pasa con las mujeres.
La diferencia de género en las licencias profesionales del transporte es brutal: 925 mujeres contra 376.246 varones, según los datos que aporta la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). Del total de ellas, 454 son conductoras de transportes de pasajeros; 359, de cargas generales, y 112, de mercancías peligrosas.
Érica reconoce que la normativa legal no garantiza la igualdad real. Todavía lucha por la plena incorporación de las mujeres al ámbito laboral, con empleos registrados y la protección integral de sus derechos. Actualmente es conductora de la Línea 130 en Boulogne. "Después de tantos años trabajando, me siento normal en esta profesión. Ya no me afecta que me señalen con el dedo. He tenido problemas con algún conductor que me decía mujer tenías que ser, andá a lavar los platos'. Al principio me incomodaba, pero a esta altura ya no. Amo manejar un colectivo", confiesa.
"Los pasajeros se sorprenden cuando ven a una mujer manejando un colectivo"
Érica ingresó al ámbito del transporte en 1999, tras quedarse sin trabajo y con cuatro hijos a cargo. "Me dijeron que había chicas manejando un colectivo, en ese momento no me pareció, me daba un poco de vergüenza. Pero un día me crucé con una de las conductoras, la seguí hasta la empresa y cuando bajó le pregunté cómo podía hacer para ingresar", recuerda, en diálogo con El Extremo Sur. Hizo los trámites correspondientes y cuando salió el anunció en el diario, se presentó a la convocatoria, para la cual fue finalmente seleccionada.
Pese al imaginario social en torno a las conducción, Érica recuerda que tuvo un buen trato por parte de sus compañeros, ya que en ese momento la empresa tenía alrededor de 20 mujeres por línea. "Con los pasajeros fue diferente. Hasta el día de hoy muchos se sorprenden al ver una mujer manejando un colectivo", comenta.
Luego de 12 años de duro trabajo, la empresa la despidió sin motivos. "Tenía cuatro hijos menores, tenía que darles de comer. Así que salí a buscar trabajo en las demás empresas", recuerda. La respuesta fue contundente: "No tomamos mujeres".
"Después de un tiempo de estar golpeando puertas, dije esto no puede continuar, en esta época no pueden estar pasando estas cosas. Yo tengo hijas mujeres, me dió mucha bronca. No quiero que mañana mis hijas pasen por algo parecido por querer conseguir un trabajo", relata. De esta manera, buscando orientación, llegó a la Defensoría General de la Nación, que se interesó por el caso y decidió patrocinarla.
"Antes de iniciar el litigio, enviamos cartas al Ministerio de Trabajo y a diferentes líneas, que nunca respondieron. Entonces iniciamos el reclamo al Estado. A medida que el juicio fue avanzando, se agregaron 3 empresas como codemandadas. Esas 3 empresas quedaron firmes en el fallo donde el juez ordena que tienen que tomar un mínimo del 30% de mujeres", explica Erica. La deuda pendiente: lograr que se aplique en todo el país. "El juez se negó. Me dijo, de alguna forma, que me conformara con lo que ya había conseguido".
Mientras duró el proceso judicial, Érica volvió a la universidad y estudió para enfermera profesional, oficio que ejerció durante algún tiempo, hasta que una de las empresas demandadas le ofreció volver a manejar un colectivo, labor que mantiene hasta la actualidad.
Qué dice el fallo
En el fallo impulsado por Borda, el juez dio por acreditado que, pese a existir mujeres en condiciones de trabajar como conductoras, las empresas sólo tomaban hombres.
De esta manera, el Juzgado Nacional del Trabajo Nro. 50 condenó al Estado Nacional y a empresas de colectivos del área metropolitana por discriminación contra las mujeres para trabajar como choferes en el transporte público de pasajeros.
El pedido fue evaluado por la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez, quien creó un equipo de trabajo para que lleve adelante el reclamo individual de la peticionante, pero también una acción colectiva para cuestionar la discriminación estructural en el acceso al empleo por motivos de género.
El amparo se dirigió contra empresas de transporte urbano de corta distancia del área metropolitana, para requerir que adopten una política de selección y contratación del personal no discriminatoria y que se fije un cupo que permita equiparar la situación de las mujeres.
Asimismo, se demandó al Ministerio de Trabajo de la Nación, en su calidad de autoridad de aplicación en materia laboral, para que adopte las medidas necesarias para hacer cesar las prácticas discriminatorias que afectan a las mujeres en el acceso al trabajo en el sector. Por último, se cuestionó el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) 460/1973, que rige la actividad del personal de autotransporte colectivo de pasajeros, por ser violatorio del principio de igualdad, ya que sólo contempla a hombres para los puestos de chofer de colectivos urbanos.
Tras verificar que el Convenio Colectivo de Trabajo prevé solo la contratación de personal masculino y contiene lenguaje sexista, el juez ordenó que la sentencia sea comunicada al Ministerio de Trabajo para que "en oportunidad de negociarse cualquier contenido del CCT 460/73 las partes tengan en cuenta la necesidad de actualizar sus contenidos a nuestras pautas culturales actuales", junto con los tratados internacionales de derechos humanos y los Convenios de la OIT sobre no discriminación.
Por último, solicitó que el Estado Nacional verifique el cumplimiento de la ley 25.674, de "cupo sindical femenino", y ordenó la remisión de la sentencia a la Comisión Tripartita para la Igualdad de Oportunidades (CTIO-Género) del Ministerio de Trabajo de la Nación, a los efectos que ejecute las acciones de su competencia en la órbita de la industria del transporte de pasajeros.
Mujeres que abren caminos: El caso Cisneros
Previo al fallo de Borda, la Corte Suprema ya se había posicionado sobre el rol de las mujeres en el ámbito del Transporte en el caso "Cisneros".
La conductora Mirta Cisneros impulsó un amparo individual y colectivo en el que se cuestionaban las políticas de contratación de empresas de transporte urbano de colectivo de Salta, ya que no tomaban a mujeres para desempeñarse como choferes. La Corte Suprema concluyó que en el caso se había vulnerado "el derecho constitucional de las mujeres en general, y de la actora en particular, a elegir libremente una profesión o empleo y a no ser discriminadas en el proceso de selección, en el caso, a los fines de acceder a un empleo como conductora de colectivos".
Érica tomó conocimiento del antecedente e incluso dialogó con Cisneros. "También hablé con chicas de Rosario, Misiones, San Luis, Río Negro. Muchas chicas se comunicaron conmigo después de enterarse del fallo; yo les contesto a todas y trato de orientarlas. Es una problemática similar en todas las provincias, especialmente en aquellas que son dirigidas por terratenientes y familias con mucho poder", expresa.
Y agrega: "Lamentablemente en ningún lado tenemos el apoyo del gremio (UTA). No se preocupan por tratar de ayudar, por tratar de interiorizarse en el tema, de hablar con las empresas y lograr consensuar de alguna manera los reclamos".
Un rubro dirigido por hombres
Si bien la normativa fue modificada y ampliada en la última década, todavía está lejos de la igualdad plena. "Una cosa es el fallo. Otra es la práctica", advierte Érica. "Esto es un tema cultural. El rubro de la conducción de colectivos es machista, está dirigido por hombres, obviamente que les va a costar muchísimo cambiar la mentalidad. Estas tres empresas contratan mujeres porque están obligadas, no porque quieren", reconoce.
Hoy las empresas, señala Borda, están al tanto del fallo porque las mismas mujeres que quieren ingresar se lo hacen saber. "Pero no te dicen no, mujeres no tomamos', esa frase fue una cosa muy discriminatoria. Te dan otros argumentos, te dicen que no tienen comodidades edilicias, que no tienen los baños adecuados, cosas ridículas", indica. Incluso recuerda la frase del dirigente de la UTA de Rosario, Manuel Cornejo, quien en pleno 2019 argumentó que "el cuerpo de la mujer no está preparado para manejar un colectivo".
"Hace más de 25 años hay mujeres manejando, pero nunca se visibilizó, nunca nadie se tomó la molestia de interesarse en el tema. El Grupo Plaza era el único que tomaba mujeres, porque siempre quiso estar a la vanguardia", dice Érica. "Cuando yo llegué a trabajar en 1999, ya había muchas otras chicas trabajando. Así y todo la gente subía y todavía sube al colectivo y se asombra. En la mayoría de los casos se pone contenta, pero en otros, que son minoría, se bajan y esperan el siguiente. Son cosas esperables. Después de años trabajando, me siento normal en esta posición de mi profesión. No me afecta que me señalen con el dedo. He tenido problemas con algún conductor que me decía "mujer tenias que ser, anda a lavar los platos". Al principio me daba vergüenza, me incomodaba, pero ya a esta altura, no. Amo lo que hago, amo manejar un colectivo", confiesa.
Aunque fue reincorporada a la empresa que la despidió sin motivo, no fue bien recibida. "No tomaron bien que fuese yo la persona causante de todo esto. Pienso que me tomaron para dar un ejemplo de lo que no se tenía que hacer. Me pusieron palos en la rueda, y yo siempre traté de contestar legalmente, algo que a cualquier empresa en este rubro le molesta mucho", recuerda. "La mayoría de las empresas no respetan la Ley de Trabajo, los convenios o la Constitución Nacional. Son empresarios poderosos que están junto al gobierno y por consiguiente se consideran impunes, superiores, omnipotentes. Me defendí y llegó un momento en el que intentaron buscar una forma de echarme. No lo lograron. Junto a los delegados de la empresa, que supuestamente protegen al trabajador, hemos consensuado hacer una tregua", resume.
Los reclamos del sector
Además de las exigencias en materia de género, el sector del Transporte mantiene otros reclamos en torno al salario y las condiciones de trabajo. "En nuestro caso, estamos muy por debajo de la inflación y la canasta familiar, en comparación a otros rubros pares como los camioneros, trenes o subterráneos", explica Érica.
Entre las demandas vigentes se encuentran la mejora del salario, cabinas blindadas en los colectivos para combatir la inseguridad y una obra social acorde a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras.
El reclamo por la modificación del convenio (que data de 1973 y fue actualizado en pocas ocasiones) incluye la paridad. Érica cuenta que durante el 2021 el Ministerio de Trabajo, junto al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, impulsaron diversas medidas para garantizar la igualdad en el ámbito del Transporte.
El Programa para la Promoción e Inclusión de Mujeres en la Actividad del Transporte Automotor obliga al Estado a financiar las capacitaciones de las mujeres que quieran ingresar en el sector, incentivando su contratación brindando subsidios y quita de impuestos a las empresas que las tomen. La aplicación está lejos de ser efectiva: "Acá en Buenos Aires todavía ninguna empresa hizo el esfuerzo". Borda reclama que estos derechos sean difundidos masivamente para que cada vez más mujeres puedan ingresar a la conducción.
También busca que las empresas cumplan con los derechos laborales vigentes para las mujeres: el respeto por las horas de lactancia, la implementación de guarderías y las licencias por enfermedad de hijos o personas a cargo. "Son cosas que existen legalmente pero no en la práctica", advierte, "Hay mujeres trabajando, chicas jóvenes que tienen hijos y la empresa tiene que brindarle esos derechos." En sus 12 años de trabajo en Grupo Plaza, Érica nunca se tomó una licencia por la enfermedad de sus hijos "porque no sabía que tenía ese derecho". Es consciente de que lucha sola: "No tengo el apoyo del sindicato, de los más fuertes, los de arriba".
También sabe la dinámica empresarial: "Las empresas amedrentan, amenazan a las mujeres, igual que con los varones, para amoldarlos al modo de trabajo que ellos quieren imponer. Cuando empecé a hacer estos reclamos no tuve el apoyo de nadie, sólo de una minoría. Me dolió pero también lo entiendo, entiendo que son jóvenes y que tienen miedo de perder su trabajo como me pasó a mi". La chofer adelantó que va a basarse en otros convenios, como el que rige para el subterráneo, para exigir cambios en la situación de los y las conductoras de colectivos.
La trampa de la igualdad formal
Tras los dichos de Manuel Cornejo, las choferes rosarinas se movilizaron y se aprobó la paridad de género para los choferes de colectivo. La ordenanza fue sancionada luego del reclamo judicial de un grupo de mujeres que fueron despedidas de la empresa estatal Movi tras cubrir reemplazos de vacaciones. Luego de desvincular a siete mujeres, la firma tomó a 55 hombres para el trabajo de chofer.
Érica advierte las trampas de las leyes de paridad: "El caso de las chicas de Rosario, así como el de Mirta Cisneros, no fue como lo pintaron. La foto era muy bonita: 50 chicas con la camiseta del colectivo. Pero yo hablé con ellas, y sólo quedaron 3 trabajando. Lo que hacen las empresas es tomarlas por contrato y cuándo este finaliza, las dejan ir y les dicen que cuando haya vacantes disponibles las van a efectivizar. Y cuando hay una vacante, llaman a un varón".
Una lógica similar se puso en marcha en el caso de Cisneros: "Mirta nunca pudo manejar un colectivo después del juicio. El falló indicó que tenían que contratarla. Y cuando llegó el momento, le dijeron te vamos a contratar pero nunca más vas a manejar un colectivo'. La bocharon de las pruebas, le pusieron todas las trabas. Ya está resignada a que nunca más va a manejar un colectivo", relata. Érica muestra una versión muy diferente a las fotos de gacetillas que prometen la paridad: "La gente tiene que saber esto, no sólo lo que quieren mostrar. Muchas conductoras trabajan pero están en negro, sin antigüedad, sin aguinaldo, con colectivos que tienen más de 15 años, corriendo un peligro enorme".
"Las empresas son muy reacias a tomar mujeres, es un sector muy machista. Hoy tenemos una nueva generación con otra mentalidad, pero sigue estando presente la generación anterior", concluye Érica.
Entrevista de Lola Sánchez.
"No tomamos mujeres" fue la respuesta de una empresa de colectivos cuando en 2014 la conductora Érica Borda, con más de una década a la cabeza de la línea 140 del Grupo Plaza, solicitó empleo. "Pensé no puede ser que en esta época sigan pasando estas cosas', no quiero que mañana mis hijas pasen por algo parecido cuando quieran conseguir trabajo'", recuerda. La chofer inició un amparo judicial que impulsó un cambio de paradigma para las trabajadoras: actualmente las empresas de transporte en Buenos Aires están obligadas a cumplir con un cupo femenino del 30%.
La presencia femenina en el sector del transporte de colectivos no es nueva, ya que desde hace 25 años ocupan puestos a la par de sus compañeros. No obstante, y al igual que en otros ámbitos históricamente masculinizados, sufren acoso, discriminación y la indiferencia de un sindicato al que no le interesa lo que pasa con las mujeres.
La diferencia de género en las licencias profesionales del transporte es brutal: 925 mujeres contra 376.246 varones, según los datos que aporta la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). Del total de ellas, 454 son conductoras de transportes de pasajeros; 359, de cargas generales, y 112, de mercancías peligrosas.
Érica reconoce que la normativa legal no garantiza la igualdad real. Todavía lucha por la plena incorporación de las mujeres al ámbito laboral, con empleos registrados y la protección integral de sus derechos. Actualmente es conductora de la Línea 130 en Boulogne. "Después de tantos años trabajando, me siento normal en esta profesión. Ya no me afecta que me señalen con el dedo. He tenido problemas con algún conductor que me decía mujer tenías que ser, andá a lavar los platos'. Al principio me incomodaba, pero a esta altura ya no. Amo manejar un colectivo", confiesa.
"Los pasajeros se sorprenden cuando ven a una mujer manejando un colectivo"
Érica ingresó al ámbito del transporte en 1999, tras quedarse sin trabajo y con cuatro hijos a cargo. "Me dijeron que había chicas manejando un colectivo, en ese momento no me pareció, me daba un poco de vergüenza. Pero un día me crucé con una de las conductoras, la seguí hasta la empresa y cuando bajó le pregunté cómo podía hacer para ingresar", recuerda, en diálogo con El Extremo Sur. Hizo los trámites correspondientes y cuando salió el anunció en el diario, se presentó a la convocatoria, para la cual fue finalmente seleccionada.
Pese al imaginario social en torno a las conducción, Érica recuerda que tuvo un buen trato por parte de sus compañeros, ya que en ese momento la empresa tenía alrededor de 20 mujeres por línea. "Con los pasajeros fue diferente. Hasta el día de hoy muchos se sorprenden al ver una mujer manejando un colectivo", comenta.
Luego de 12 años de duro trabajo, la empresa la despidió sin motivos. "Tenía cuatro hijos menores, tenía que darles de comer. Así que salí a buscar trabajo en las demás empresas", recuerda. La respuesta fue contundente: "No tomamos mujeres".
"Después de un tiempo de estar golpeando puertas, dije esto no puede continuar, en esta época no pueden estar pasando estas cosas. Yo tengo hijas mujeres, me dió mucha bronca. No quiero que mañana mis hijas pasen por algo parecido por querer conseguir un trabajo", relata. De esta manera, buscando orientación, llegó a la Defensoría General de la Nación, que se interesó por el caso y decidió patrocinarla.
"Antes de iniciar el litigio, enviamos cartas al Ministerio de Trabajo y a diferentes líneas, que nunca respondieron. Entonces iniciamos el reclamo al Estado. A medida que el juicio fue avanzando, se agregaron 3 empresas como codemandadas. Esas 3 empresas quedaron firmes en el fallo donde el juez ordena que tienen que tomar un mínimo del 30% de mujeres", explica Erica. La deuda pendiente: lograr que se aplique en todo el país. "El juez se negó. Me dijo, de alguna forma, que me conformara con lo que ya había conseguido".
Mientras duró el proceso judicial, Érica volvió a la universidad y estudió para enfermera profesional, oficio que ejerció durante algún tiempo, hasta que una de las empresas demandadas le ofreció volver a manejar un colectivo, labor que mantiene hasta la actualidad.
Qué dice el fallo
En el fallo impulsado por Borda, el juez dio por acreditado que, pese a existir mujeres en condiciones de trabajar como conductoras, las empresas sólo tomaban hombres.
De esta manera, el Juzgado Nacional del Trabajo Nro. 50 condenó al Estado Nacional y a empresas de colectivos del área metropolitana por discriminación contra las mujeres para trabajar como choferes en el transporte público de pasajeros.
El pedido fue evaluado por la defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez, quien creó un equipo de trabajo para que lleve adelante el reclamo individual de la peticionante, pero también una acción colectiva para cuestionar la discriminación estructural en el acceso al empleo por motivos de género.
El amparo se dirigió contra empresas de transporte urbano de corta distancia del área metropolitana, para requerir que adopten una política de selección y contratación del personal no discriminatoria y que se fije un cupo que permita equiparar la situación de las mujeres.
Asimismo, se demandó al Ministerio de Trabajo de la Nación, en su calidad de autoridad de aplicación en materia laboral, para que adopte las medidas necesarias para hacer cesar las prácticas discriminatorias que afectan a las mujeres en el acceso al trabajo en el sector. Por último, se cuestionó el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) 460/1973, que rige la actividad del personal de autotransporte colectivo de pasajeros, por ser violatorio del principio de igualdad, ya que sólo contempla a hombres para los puestos de chofer de colectivos urbanos.
Tras verificar que el Convenio Colectivo de Trabajo prevé solo la contratación de personal masculino y contiene lenguaje sexista, el juez ordenó que la sentencia sea comunicada al Ministerio de Trabajo para que "en oportunidad de negociarse cualquier contenido del CCT 460/73 las partes tengan en cuenta la necesidad de actualizar sus contenidos a nuestras pautas culturales actuales", junto con los tratados internacionales de derechos humanos y los Convenios de la OIT sobre no discriminación.
Por último, solicitó que el Estado Nacional verifique el cumplimiento de la ley 25.674, de "cupo sindical femenino", y ordenó la remisión de la sentencia a la Comisión Tripartita para la Igualdad de Oportunidades (CTIO-Género) del Ministerio de Trabajo de la Nación, a los efectos que ejecute las acciones de su competencia en la órbita de la industria del transporte de pasajeros.
Mujeres que abren caminos: El caso Cisneros
Previo al fallo de Borda, la Corte Suprema ya se había posicionado sobre el rol de las mujeres en el ámbito del Transporte en el caso "Cisneros".
La conductora Mirta Cisneros impulsó un amparo individual y colectivo en el que se cuestionaban las políticas de contratación de empresas de transporte urbano de colectivo de Salta, ya que no tomaban a mujeres para desempeñarse como choferes. La Corte Suprema concluyó que en el caso se había vulnerado "el derecho constitucional de las mujeres en general, y de la actora en particular, a elegir libremente una profesión o empleo y a no ser discriminadas en el proceso de selección, en el caso, a los fines de acceder a un empleo como conductora de colectivos".
Érica tomó conocimiento del antecedente e incluso dialogó con Cisneros. "También hablé con chicas de Rosario, Misiones, San Luis, Río Negro. Muchas chicas se comunicaron conmigo después de enterarse del fallo; yo les contesto a todas y trato de orientarlas. Es una problemática similar en todas las provincias, especialmente en aquellas que son dirigidas por terratenientes y familias con mucho poder", expresa.
Y agrega: "Lamentablemente en ningún lado tenemos el apoyo del gremio (UTA). No se preocupan por tratar de ayudar, por tratar de interiorizarse en el tema, de hablar con las empresas y lograr consensuar de alguna manera los reclamos".
Un rubro dirigido por hombres
Si bien la normativa fue modificada y ampliada en la última década, todavía está lejos de la igualdad plena. "Una cosa es el fallo. Otra es la práctica", advierte Érica. "Esto es un tema cultural. El rubro de la conducción de colectivos es machista, está dirigido por hombres, obviamente que les va a costar muchísimo cambiar la mentalidad. Estas tres empresas contratan mujeres porque están obligadas, no porque quieren", reconoce.
Hoy las empresas, señala Borda, están al tanto del fallo porque las mismas mujeres que quieren ingresar se lo hacen saber. "Pero no te dicen no, mujeres no tomamos', esa frase fue una cosa muy discriminatoria. Te dan otros argumentos, te dicen que no tienen comodidades edilicias, que no tienen los baños adecuados, cosas ridículas", indica. Incluso recuerda la frase del dirigente de la UTA de Rosario, Manuel Cornejo, quien en pleno 2019 argumentó que "el cuerpo de la mujer no está preparado para manejar un colectivo".
"Hace más de 25 años hay mujeres manejando, pero nunca se visibilizó, nunca nadie se tomó la molestia de interesarse en el tema. El Grupo Plaza era el único que tomaba mujeres, porque siempre quiso estar a la vanguardia", dice Érica. "Cuando yo llegué a trabajar en 1999, ya había muchas otras chicas trabajando. Así y todo la gente subía y todavía sube al colectivo y se asombra. En la mayoría de los casos se pone contenta, pero en otros, que son minoría, se bajan y esperan el siguiente. Son cosas esperables. Después de años trabajando, me siento normal en esta posición de mi profesión. No me afecta que me señalen con el dedo. He tenido problemas con algún conductor que me decía "mujer tenias que ser, anda a lavar los platos". Al principio me daba vergüenza, me incomodaba, pero ya a esta altura, no. Amo lo que hago, amo manejar un colectivo", confiesa.
Aunque fue reincorporada a la empresa que la despidió sin motivo, no fue bien recibida. "No tomaron bien que fuese yo la persona causante de todo esto. Pienso que me tomaron para dar un ejemplo de lo que no se tenía que hacer. Me pusieron palos en la rueda, y yo siempre traté de contestar legalmente, algo que a cualquier empresa en este rubro le molesta mucho", recuerda. "La mayoría de las empresas no respetan la Ley de Trabajo, los convenios o la Constitución Nacional. Son empresarios poderosos que están junto al gobierno y por consiguiente se consideran impunes, superiores, omnipotentes. Me defendí y llegó un momento en el que intentaron buscar una forma de echarme. No lo lograron. Junto a los delegados de la empresa, que supuestamente protegen al trabajador, hemos consensuado hacer una tregua", resume.
Los reclamos del sector
Además de las exigencias en materia de género, el sector del Transporte mantiene otros reclamos en torno al salario y las condiciones de trabajo. "En nuestro caso, estamos muy por debajo de la inflación y la canasta familiar, en comparación a otros rubros pares como los camioneros, trenes o subterráneos", explica Érica.
Entre las demandas vigentes se encuentran la mejora del salario, cabinas blindadas en los colectivos para combatir la inseguridad y una obra social acorde a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras.
El reclamo por la modificación del convenio (que data de 1973 y fue actualizado en pocas ocasiones) incluye la paridad. Érica cuenta que durante el 2021 el Ministerio de Trabajo, junto al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, impulsaron diversas medidas para garantizar la igualdad en el ámbito del Transporte.
El Programa para la Promoción e Inclusión de Mujeres en la Actividad del Transporte Automotor obliga al Estado a financiar las capacitaciones de las mujeres que quieran ingresar en el sector, incentivando su contratación brindando subsidios y quita de impuestos a las empresas que las tomen. La aplicación está lejos de ser efectiva: "Acá en Buenos Aires todavía ninguna empresa hizo el esfuerzo". Borda reclama que estos derechos sean difundidos masivamente para que cada vez más mujeres puedan ingresar a la conducción.
También busca que las empresas cumplan con los derechos laborales vigentes para las mujeres: el respeto por las horas de lactancia, la implementación de guarderías y las licencias por enfermedad de hijos o personas a cargo. "Son cosas que existen legalmente pero no en la práctica", advierte, "Hay mujeres trabajando, chicas jóvenes que tienen hijos y la empresa tiene que brindarle esos derechos." En sus 12 años de trabajo en Grupo Plaza, Érica nunca se tomó una licencia por la enfermedad de sus hijos "porque no sabía que tenía ese derecho". Es consciente de que lucha sola: "No tengo el apoyo del sindicato, de los más fuertes, los de arriba".
También sabe la dinámica empresarial: "Las empresas amedrentan, amenazan a las mujeres, igual que con los varones, para amoldarlos al modo de trabajo que ellos quieren imponer. Cuando empecé a hacer estos reclamos no tuve el apoyo de nadie, sólo de una minoría. Me dolió pero también lo entiendo, entiendo que son jóvenes y que tienen miedo de perder su trabajo como me pasó a mi". La chofer adelantó que va a basarse en otros convenios, como el que rige para el subterráneo, para exigir cambios en la situación de los y las conductoras de colectivos.
La trampa de la igualdad formal
Tras los dichos de Manuel Cornejo, las choferes rosarinas se movilizaron y se aprobó la paridad de género para los choferes de colectivo. La ordenanza fue sancionada luego del reclamo judicial de un grupo de mujeres que fueron despedidas de la empresa estatal Movi tras cubrir reemplazos de vacaciones. Luego de desvincular a siete mujeres, la firma tomó a 55 hombres para el trabajo de chofer.
Érica advierte las trampas de las leyes de paridad: "El caso de las chicas de Rosario, así como el de Mirta Cisneros, no fue como lo pintaron. La foto era muy bonita: 50 chicas con la camiseta del colectivo. Pero yo hablé con ellas, y sólo quedaron 3 trabajando. Lo que hacen las empresas es tomarlas por contrato y cuándo este finaliza, las dejan ir y les dicen que cuando haya vacantes disponibles las van a efectivizar. Y cuando hay una vacante, llaman a un varón".
Una lógica similar se puso en marcha en el caso de Cisneros: "Mirta nunca pudo manejar un colectivo después del juicio. El falló indicó que tenían que contratarla. Y cuando llegó el momento, le dijeron te vamos a contratar pero nunca más vas a manejar un colectivo'. La bocharon de las pruebas, le pusieron todas las trabas. Ya está resignada a que nunca más va a manejar un colectivo", relata. Érica muestra una versión muy diferente a las fotos de gacetillas que prometen la paridad: "La gente tiene que saber esto, no sólo lo que quieren mostrar. Muchas conductoras trabajan pero están en negro, sin antigüedad, sin aguinaldo, con colectivos que tienen más de 15 años, corriendo un peligro enorme".
"Las empresas son muy reacias a tomar mujeres, es un sector muy machista. Hoy tenemos una nueva generación con otra mentalidad, pero sigue estando presente la generación anterior", concluye Érica.